Capítulo 20: Últimamente tengo sueños.

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Levanté mi mano y luego bajé mis dedos sobre el timbre, presionando una vez. No estaba segura de que estuviera en casa, pero quería verlo lo antes posible.

Tenía que decirle.

Esperé quince segundos y luego volví a levantar la mano, pero en ese momento lo vi aparecer a través de la sala principal de su casa, dirigiéndose hacía mi.

Presioné mis labios, tratando de no hacer muchas expresiones, pero estaba amando la manera en que vestía un pantalón blanco y una camisa azul cielo. Le hacía ver de su edad, joven, pero su expresión no lo era en absoluto, lleno de confianza y seguridad en sí mismo parecía adquirir un aura peligrosa.

Erik abrió la puerta.

— Pasa.— Dijo, haciéndose a un lado. Lo hice, dejando mi bolso en uno de los percheros y el bastón recargado en la pared, pero saqué una cosa, escondiéndola detrás de mí.— ¿Pasó algo? — Preguntó.— Si me hubieras llamado, habría ido yo...

—No importa.— Dije.— Quería verte.—Erik sonrió.— Y...— Agregué dando un paso hacía él.— Quería decirte algo importante.

— ¿Qué me amas? — Erik preguntó colocando una mano en mi cintura.

—No. Algo importante.

— Eso es importante.— El debatió. Sentí que el pecho me revoloteaba y suspiré, negando.— Entonces...— Sentí que la imagen era robada de mis manos y la traía entre nosotros.— ¿Es esto? — Se detuvo, viéndola. Su expresión volviéndose indescifrable.

— Tengo cuatro semanas.— Dije.— Estaba embarazada cuando nos separamos.— Cuando me enteré de que mi dom era Erik Ostergaard y quise romper con nuestra relación, y ya había pasado una semana de nuestra reconciliación, pero hoy me había enterado de esto.— Aunque no te hubiera perdonado, no me habría librado de ti.

Erik de pronto se rió y me abrazó, levantándome y dándome vueltas. Grité por la sorpresa y luego sonreí por su emoción. Cuando me volvió a poner en el suelo tomó mi rostro y me besó varias veces, luego puso una rodilla en el suelo y besó mi abdomen.

— Tu y yo ya somos amigos.— Le habló a través de mi piel.— Eres mi cómplice para mantener a tu madre conmigo.

Me reí.

—Suenas espeluznante.— Dije y Erik se incorporó, todavía muy contento. Me abrazó de nuevo y besó mi cuello.

— ¿Ahora si vas a casarte conmigo, Milenka Ahmad? ¿O quieres esperar a que tengamos otro? — Preguntó con un tono más profundo. Me temblaron las piernas y me agarré de él para mantenerme de pie.

— Si, Erik.— Casi me atraganté con su nombre, todavía no me acostumbraba a la idea de que él era el hombre que amaba, de que me casaría con él, que seríamos padres, pero no se sentía incorrecto y era tan feliz que no podía creerlo. Sin embargo, era real.

***

Desperté cuando el avión se sacudió por una turbulencia e incliné la cabeza con somnolencia hacía atrás.

— ¿Quién le dio la licencia a Aren? Se le da terrible volar.— Me quejé. Erik bufó y tomó mi mano.

—Es piloto de combate, no le pidamos mucho con vuelos de pasajeros.— Dijo y luego me acomodó entre sus brazos. Fruncí el ceño, recuerdo que me había quedado dormida recargada en su hombro, ¿Cómo terminé en su regazo? Lo miré con esa pregunta en mis ojos y él entendió.— Te veías incómoda durmiendo.

— Pero todavía no te sientes bien.— Dije, queriendo moverme, pero él no me dejó, poniendo fuerza en su agarre.

— Quédate así.— Dijo.— Te quiero cerca.— Levantó mi mano y besó la cara interna de mi muñeca, su toque me hizo cosquillas.— Últimamente tengo sueños en los que estás de pie en un velero, mirando el horizonte dónde el agua no acaba y el sol en el atardecer ilumina todo. Usas negro.— Tomó mi cabello.— El sueño se repite muchas veces, desde que tu cabello es así hasta que se vuelve blanco.

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora