Especial: Incluso si tengo que matarlo.

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Magnus Ostergaard

— ¿Crees que por encontrar a mi hija y pasar por la seguridad de Luo voy a aceptar tu relación con ella? — Jo Carswell preguntó con calma.

El agua se escurría por mi cuerpo, la pecera de agua frente a mi ya a la mitad de su capacidad por la cantidad de veces que había sido sumergido y sacado, tirando el agua fuera. Mis manos atadas sobre mi espalda apenas recibían riego sanguíneo y ya estaban entumecidas.

Los pulmones me quemaban y me dolían los músculos intercostales por forzarlos a llevar aire a mi cuerpo.

Me estaba dejando torturar por él únicamente porque era el precio a pagar por haber sido engañado por su hija y casi perderla por eso, pero ardía cómo la mierda cada vez que inhalaba con fuerza y mi cuerpo temblaba con signos de falta de oxígeno.

Sonreí con fastidio.

Si el hijo de puta me sumergiera una vez más, terminaría saludando a mi hermano mayor.

Estaba al límite de mi capacidad.

— Incluso si tengo que matarlo.— Dije mirándolo a los ojos.— Me voy a quedar con su hija.

Jonathan Carswell se rió y me soltó.

Caí al suelo sobre mi costado, llevandose la mayor parte del golpe. Se me escapó un sonido gutural de la garganta y seguí buscando aire en el suelo. Mi cabello cubrió mi frente y picó contra mis pestañas, limitando mi visión, pero aún me incorporé y lo enfrenté con toda la confianza que sí tenía.

Jonathan levantó una ceja.

— ¿No eres un clon de baja calidad de tu hermano? — Preguntó.— ¿No crees que eso es lo único que ve mi hija en ti?

Esta vez fue mi turno de reírme.

— ¿Le incómoda, señor Carswell? — Pregunté.— ¿Le recuerda cómo mi hermano pasó por encima de usted metiéndose en la cabeza de su hija y protegiéndola de su manipulación?

— ¿Manipulandola él? — Jonathan preguntó.— Tu hermano no era tan bueno cómo piensan ustedes los hermanos Ostergaard.

— Erik al menos se preocupaba por su felicidad.— Respondí con brusquedad.— Y es algo que puedo darle a su hija, lo sabe, si no hubiera intervenido mucho antes y no cuando fallé en protegerla.

— Si no fuera por mi estarías llorando sangre, Magnus Ostergaard.— Jonathan Carswell señaló.— Yo no doy segundas oportunidades.

— Siempre hay excepciones.— Respondí.— Y a usted le conviene tenerme de su lado.

— ¿Qué me puedes dar? — Jonathan Carswell preguntó con burla.

— Su hija.— Hice una mueca cuando una nueva respiración me produjo dolor en los golpes recibidos por el hombre. Todavía tenía una mano muy pesada a pesar de su edad. Lo miré.— Puedo ayudarlo a reconciliar su relación con su hija.

Jonathan Carswell afiló su expresión, pero había duda en él y con eso estaba seguro de que ya lo tenía.

Reprimí la nueva sonrisa en mi rostro.

— Una segunda oportunidad por otra.— Señalé.

Un trato, era lo que me garantizaba ahorrarme la sangre en mis manos y darle mayor calidez a Iridiana.

No fue una decisión tan difícil para ninguna de las dos partes.

***

Conocía cada aspecto de la mujer que amaba.

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora