Capítulo 24: Inténtalo de nuevo, Milenka Ahmad.

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— Hoy es un día muy agradable.— Jaela dijo, levantando su barbilla al cielo, hacía la sombra provisional que daban las nubes por encima del sol.

Sonreí.

Si, era un día agradable.

Aasiya jugaba en la manta con las hijas mayores de mi hermano, que a pesar de ser varios años mayor que ella, le tenían paciencia para jugar. Parecía que ambas se habían vuelto muy protectoras desde que también se convirtieron en hermanas mayores.

Puse mi mano sobre mi abdomen y lo masajeé distraídamente.

Ya tenía veinte semanas de embarazo, él tiempo parecía pasar rápido, pero en realidad sentía que mi cabeza todavía seguía en el mismo lugar que hacía un mes.

Era difícil procesar que Erik había estado enfermo, pero una parte de mi se sentía reconfortada después de tener una explicación a sus acciones, después de entender porque no me lo había dicho y al mismo tiempo podía ver las señales en sus acciones desde el tiempo en que reincidió en su enfermedad hasta su muerte.

Erik se había vuelto mucho más meloso y melancólico desde ese punto. A veces había mencionado el pasado y no había hablado del futuro a menos que yo lo mencionara... las señales habían estado ahí, pero yo fui muy lenta para procesarlas.

Cada día era un nuevo reto al levantarme de la cama y continuar. No me apetecía para nada hacer cualquier cosa, pero lo hacía únicamente porque él lo había pedido. Porque Erik nunca se había dejado de preocupar por mi hasta el punto de ayudarme a lidiar con su propia muerte.

Así de controlador fue el amor de mi vida.

La comisura de mis labios se elevaron con esa idea y luego bajé la cabeza hasta Jaela de nuevo, ella me miraba con curiosidad.

— Pensabas en Erik.— Adivinó.

Asentí.

— Estaba pensando en qué Erik era muy controlador.— Dije.— Cada detalle era manipulado por él si lo deseaba. Era lindo.

— Miedo.— Jaela negó.— Era demasiado inteligente. Escuché que Aren puso restricciones políticas y financieras a Estados Unidos y al menos quince países lo están respaldando, forzandolos a tomar responsabilidad por la muerte de Erik.

— Tengo la sensación de que solo es el comienzo.— Murmuré.— Erik siempre pensaba en grande.

—Assim dijo lo mismo.— Jae dijo.— En los últimos días se ha estado devanando la cabeza tratando de adivinar cuál sería el siguiente paso de Erik. Si lo vieras...— Ladeó la cabeza.— Se distrae tanto que lo vuelve un objetivo para los trillizos.

Negué.

¿Debería volver a involucrarme en la política? Podría al menos verificar la profundidad de las aguas que se están moviendo y ver hacía dónde se inclinaban entre los nobles. ¿Era lo qué esperaría qué hiciera Erik?

¿O debería quedarme quieta y esperar alguna otra instrucción?

De verdad, no lo sabía.

Miré a Jaela, quien tomaba la cuchara de su pudín de chocolate y lo movía de vez en cuando con aire distraído, lo que me hizo recordar que no la había visto comer muy a menudo y que en su relación de dom y sub, él siempre la alimentaba.

— ¿Extrañas a mi hermano? — Le pregunté directamente y ella puso una expresión culpable antes de dejar el postre de lado.

— Hablamos todos los días.— Dijo.— Por videollamada.

— Pero por videollamada no puede alimentarte.— Tomé su brazo y rodeé su muñeca con mi mano. Estaba mucho más delgada que cuando llegó.

Suspiré.

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora