Capítulo 39: Quiero un hermano.

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Durmió diez minutos.

Cuando Aren se despertó salí corriendo con la instrucción de que comiera y luego se marchara a sus deberes.

No le di tiempo de responder y me fui a encerrar a la habitación de Aasiya, dónde la encontré entreteniendo a su hermana con una expresión de aburrimiento apenas disimulado y me encargué de Eidween, quien ya se había cansado de correr por el palacio y se frotaba sus ojos con sus manitas, así que entretuve mi mente bañandola y llevándola a dormir para después regresar con mi hija mayor, quién estaba recogiendo los colores y organizándolos en su estuche.

Me puse sobre mis rodillas, apoyandome en el bastón para estabilizarme y la miré en silencio. Ella se veía muy concentrada en lo que hacía, sus ojos fijos en sus manos que trabajaban con calma, tomando su tiempo al acomodar colores.

— Gracias.— Dije con suavidad.

Sabía que Aasiya no jugaba con su hermana solo por su diversión y reconocí la mirada ceñuda que le lanzó a Aren antes de hablar.

— Está cansado.— Aasiya dijo frunciendo los labios.— Es tan tonta que no lo entiende.

—No es tonta.— Dije con amabilidad.— Tu hermana es menor y a su edad es normal que solo vea sus propias necesidades.

Lo que no era normal era que Aasiya fuera tan consciente de lo que le rodeaba y eso siempre me preocupaba mucho.

Aasiya pareció todavía más molesta con mis palabras y soltó los colores.

— No le he pedido que revise mi tarea.— Ella dijo, cruzando sus brazos.— Pero ella sigue molestándolo.

Ladeé mi cabeza, eso sonó un poco... tierno.

Era extraño ver a Aasiya comportarse cómo alguien de su edad, pero en este momento no parecía el pequeño adulto que siempre pretendía ser, sino que su tono molesto y su actitud hacía su hermana la hacía ver celosa de la atención que Eidween recibía de Aren.

— Puedo revisar tu tarea.— Ofrecí y Aasiya me miró casi con odio.

— Tu no sabes.— Me dijo con dureza.— Siempre dices que está bien e incluso si hay algún error no te das cuenta.

Sentí que se me calentaban las mejillas.

¿Era así? ¿Tan deficiente era?

Aasiya pareció ver mi expresión y terminó suavizando su tono.

— No creciste aquí, mamá.— Ella explicó.— Algunas cosas son diferentes, sobre el idioma y algunos puntos de historia, ahí sueles equivocarte.

— ¿Entonces debería ingresar a la escuela de nuevo? — Pregunté con un tono divertido hacía ella, produciendo una leve sonrisa en sus labios.

— Tal vez.— Aasiya dijo, desviando la mirada. Me reí y me acerqué a ella, picándole el abdomen y provocando su risa. Aasiya retrocedió alejándose y luego protegió su cuerpo de mi.— ¡Está bien, no es necesario! — Elevó la voz en pánico al ver que seguiría presionandola.

Agitó sus manos y se empujó unos centímetros más atrás.

— Entonces.— Me senté frente a ella.— ¿Desde cuándo revisa tu tarea?

— Desde que papá murió.— Aasiya dijo y luego me miró con profundidad, cómo si estuviera dudando si decir o no algo.

— ¿Qué es? — Le pregunté.

— ¿Por qué querías qué esas señoritas entraran al palacio, mamá? — Ella preguntó.

— Por que...— Dudé y luego al verla tan expectante terminé por explicar la verdad.— Hay personas afuera que esperan que tu tío tenga un niño para heredar la corona y para que eso pase, debe casarse.

Misión: Rescate. Contratiempos: Elegir. (IV libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora