Banco de España
Dia 3
Alicia Sierra venía con un peluche. Su objetivo era herir a Nairobi.
—Está llegando una embarazada con un oso de peluche —avisa Palermo mientras bajaba las escaleras. —¿Alguien ha llamado al puto circo acá?, ¿Qué está pasando?
—No sé, amigo mío. Quizás nos quieran dar un premio por atracar algo que supuestamente no se podía—opina Berlín divertido.
—Dios...—a un francotirador se le había escapado un tiro, dándole al argentino en consecuencia.
—¡Palermo! —grito Berlín para agacharse al lado de este y quitarse la parte de arriba del mono para ponérselo en la herida de bala. —¡Nairobi, trae el botiquín quirúrgico! —ordena histérico.
—Me voy a morir, Andrés—estaba melancólico.
—No, no lo harás.
—Denver, llama al Profesor—ordena Nairobi, para ver la herida—. Esta adentro, se puede sacar—se arremanga el mono—. Estocolmo, pásame las gasas. Morfina, rápido.
—¡Los blindados!, ¡Traen tanques! —grita Tokio, mirando a través de la ventana, donde estaba el agujero que la bala dejo.
—Afortunadamente, Palermo, tienes la bala en la pierna—él se ríe.
—Qué suerte la mía: cojo y ciego. Lo único que me falta es quedar sordo.
—Estaba preocupado—expresa Berlín.
—Puta madre, ¡Le está bajando el pulso! —no entendía por qué.
—Nairobi, ¡Sálvalo! —ruega el español.
—Berlín, ¡Los tanques! —Tokio corrió hacia el líder.
—¡Reviéntalos!, ¡No seas incompetente!
—¡Dejad de gritar! —Nairobi no podía concentrarse con los gritos y la presión.
Al final, pudieron estabilizar al ingeniero cuando se creía imposible. Lo lograron, ya que Andrés quería que se quedara en el mundo.
—Andrés, quédate conmigo—le ruega el argentino, agarrándole el brazo.
—Lo hare, lo hare, tranquilo. Descansa—dice acariciando su mejilla.
—Promete algo.
—¿Qué quieres que te prometa?
—Que nunca me vas a dejar solo.
—¿Por qué lo haría?
—Ya lo hiciste una vez. Júralo—tenía los ojos lagrimosos.
—Te lo juro—a continuación, lo besa delicadamente.
—De nuevo no, Andrés.
—Esta vez pienso hacerles caso a mis sentimientos, y jugarme por el amor una vez más. La vez definitiva—lo besa de nuevo.
—¡Berlín! —grita Helsinki desde un despacho.
—Me voy. No pueden sin mí—le da un tercer beso a Palermo, este es de despedida temporal.
Una vez que desapareció, Martín miro por donde se fue, con los ojos brillantes. Su sueño de ser verdaderamente amado se había cumplido, y para mejor, por la persona que amaba: Andrés de Fonollosa.
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La Casa De Papel / One shots
Romance¡ Hola ! , aqui hay todo tipo de one shots de lcdp . Vengan a leerlos y recuerden votar si les gustaron . Tambien hago pedidos . Cualquiera será recibido . ¡ Besos !