Berlín

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Estabas acostada tranquilamente en tu casa hasta que suena tu celular.

—<<Hola, ¿Hablo con la señorita ______?

—¿Qué has comido? —sonreíste al escuchar a tu amigo argentino.

—<<No quieres saberlo>>.

—¡Ay, Dios! Que asco, Tincho —el reía estruendosamente desde el otro lado de la línea.

—<<Vos preguntaste, ahora jodete por pelotuda>> —negaste con la cabeza. No había cambiado.

—Dale, ¿Para qué me llamas?

—<<Quiero que me ayudes en un trabajo. ¿Podes venir a Florencia?>>

—Si. ¿Cuándo me quieres ahí?

—<<Lo antes posible>>

—Bueno. Nos vemos en unos días, entonces.

—<<Avísame cuando llegues así te voy a buscar>>

—Ok. Nos vemos en 5 días.

—Te espero, entonces —colgaste.

Harías una parada a Varese y luego irías a Florencia.

Tomaste el primer vuelo y a las 9 pm ya estabas siendo recibida por tu primo.

—________, tanto tiempo sin verte —te abrazo.

—Concretamente 21 años —fingiste estar contenta.

No estabas feliz porque en 21 años nunca pregunto por ti, y cuando buscabas contacto con él siempre era cortante.

Solo enviaba mensajes de cumpleaños porque tu tía se lo recordaba. Pero el resto de los meses se borraba.

Lo único que le dio a tu madre fueron dos imanes de refrigerador a través de su suegra, quien había viajado a Italia para ver a su hija.

Ni una nota, ni un puto mensaje en 21 años.

—Mira como has crecido.

—Es lo normal. Tenía 12 cuando te fuiste.

<<Y en todo ese tiempo no te molestaste en saber cómo estábamos>>

Cenaron y te instalaste en la habitación de huéspedes.

Al día siguiente despertó tu curiosidad ver un 4to plato en la mesa.

—______, no te lo he dicho. Pero viene alguien a cenar con nosotros.

—Genial —ocultaste muy bien tu sarcasmo.

Tocaron la puerta.

—_____, él es mi amigo, Andrés.

—Hola —hablaste con la boca llena desde la mesa.

—____, traga antes de hablar —te reclama tu familiar.

—Cállate que vos sos igual cuando no está Yuli.

—Andrés, siéntate donde queras.

—Si no es al lado mío mejor —pensaste en voz alta.

—¿Algún problema en que me siente a su lado?

—No me gusta tener a personas cerca de mí —la simpleza y la seguridad de tu habla impresionaron al español, ya que siempre que las mujeres le respondían algo y le miraban a los ojos titubeaban.

—Discúlpala. Los aires le sentaron mal —te excuso Emanuel.

—A vos te sentaron mal. ¿Has visto como tienes la cabeza? Parece que te han electrocutado — Yuli, la esposa de tu primo intento no reír, pero no lo consiguió.

La Casa De Papel / One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora