Tokio

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Martín y tu forman el dúo más particular que la banda pudo conocer.

Mientras tú eras una <<cerebrito>>, él era alguien <<machista>> según la banda. Pero se querían, realmente lo hacían. A pesar de todo.

A veces se demostraban afecto frente a sus compañeros, causando celos en Tokio, pero no podía reclamar nada, ya que no eran nada más que compañeras de sexo.

—Cerebrito, cerebrito —se burló Berrote al ver que venias con un libro en la mano. Giraste los ojos para sentarte al lado de Marsella.

—Palermo, deja tranquila a la niña —te defendió Nairobi.

—Tranquila, Nai. Al menos cuando yo tenía 6 años no llene a la maestra de pintura —lo miraste desafiante.

—Yo a los 15 no tuve que exponer de nuevo porque mis compañeros no me prestaban atención.

—Yo a los 21 no baile Tina Turner encima de una mesa y pase vergüenza ante 50 personas —te miro de manera asesina.

—Esto no se va a quedar así, ¿Te quedo claro?

—I don't understand Spanish. I'm sorry.

—Ya vas a entender español cuando te meta una piña.

—Quiero verte intentarlo —La tensión se podía cortar con un cuchillo.

Martin se levantó e hiciste lo mismo quedaron detrás de Tokio, quien estaba sentada en su silla.

—It's not going to stay like this, ___. we'll fix it tonight —te susurro Berrote con complicidad.

En ese momento la pelicorta odiaba saber inglés. Saber que su compañera nocturna se iría con el machista de la banda esta noche no le hacía nada de gracia.

Se separaron y volvieron a sus sillas.

Se hicieron las 11 de noche, hora de la reunión con tu hermano; se basará principalmente en recordar todas las vergüenzas que pasaron para reírse y llorar de ellas. Lo de siempre.

Estabas a punto de irte, pero llego una visita.

—No tengo tiempo, Tokio —hablaste de manera fría, mientras te ponías tu chaqueta. Ella cerro la puerta y se puso detrás de ti.

—Siempre tienes tiempo para mí —toco tus pechos y empezó a masajearlos —¿Por qué no ahora?

—No tengo tiempo ahora. Ya sabes masturbarte. Hazlo mientras recuerdas como te follo, corazón —quitaste sus manos y volteaste a verla. Agarraste su mentón y le sonreíste —nos vemos, querida —estabas por abrir la puerta, pero te detuvo.

—____, no me puedes dejar así.

—Claro que puedo, vos sos solo mi Boom, Boom. Ciao. Sos el amante, Tokio. Yo soy la amada, y me limito a ser idolatrada por ti. ¿No es algo bonito? —reíste—. Buenas noches, querida —cerraste la puerta.

Le dolió un poco lo que le dijiste, pero era la verdad. No podía cambiar las cosas

La Casa De Papel / One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora