Palermo II

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Estocolmo y tu eran grandes amigas desde el colegio, siempre estaban juntas sin importar que. Cuando ella estuvo embarazada de su hijo formabas parte de la banda de atracadores, por lo que la ayudabas a escondidas junto a Denver y Moscú. Al principio te reprendió diciendo que era peligroso para ti, pero no cediste a abandonarla ni tampoco lo harías en un futuro.

Si fuera por ella, le rogaria al Profesor de rodillas para que te escribiera y volvieras a estar con esa familia disfuncional, pero había algo llamado compostura y respeto, por lo que se contenía a sus impulsos. Extrañaba tus abrazos y consejos.

Las chicas intentaban llenar el vacío que dejaste en su corazón, pero no se podía reemplazar todo lo que vivieron juntas.

Parecería otro día corriente para la banda, que equivocados estaban, de eso se dieron cuenta al entrar al salón y encontrarse a dos personas en los bancos de delante riendo.

Palermo quiso obtener la visión de las caras de ambas, fue en vano.

—Lo sé, es super pretty conmigo —el ingeniero reconoció su acento natal.

Antes de que cualquiera pueda preguntar, las mujeres se habían movido de sitio.

—Chicos, sentaos para poder comenzar la clase —todos obedecen al Profesor

—Profesor, ¿Quiénes son las nuevas?

—______ y Dubái, Denver.

—¿Y no hablan o qué? —su esposa le pego desde su sitio —. Lo siento.

El Profesor dio la clase, pero casi todos no le dieron atención por la duda que les rondaba en la cabeza: ¿Quiénes eran esas extrañas que habían llegado a la banda?

Mas les extraño cuando el líder les dijo que se podían retirar antes que todos no habiendo terminado la clase.

¿Qué ocultaban?

—Ya os podéis retirar.

—Sergio, ¿Qué esta pasando? —pregunta Palermo una vez que se fueron.

—Tiempo al tiempo, Palermo —se fue, dejando al argentino con la duda.

Martin entro a la habitación, encontrándose con una silueta femenina dormida en la cama de al lado. Te giro la cara suavemente.

Se quedó observándote mientras dormías plácidamente en la cama. La luz tenue de la lámpara de noche iluminaba tu rostro, resaltando tus delicadas facciones. Tus pestañas largas se curvaban hacia arriba, y tu piel suave y tersa parecía radiante incluso en la penumbra.

El ingeniero no pudo evitar sentirse maravillado por tu belleza. Tus labios rosados se entreabrían ligeramente con cada respiración, y tu cabello oscuro caía en cascada sobre la almohada con una elegancia natural.

Con cuidado, acarició suavemente tu mejilla, sintiendo la suavidad de tu piel bajo la yema de sus dedos. Admiraba cada uno de tus rasgos, cada detalle que te hacía única y especial.

—¿Qué me está pasando?

Su pecho latía con fuerza, sentía calor, mucho calor en sus mejillas. Se separo rápidamente, asustado, cayéndose en el proceso. Debido a semejante estruendo, te levantaste.

—¿Estas bien?

—S- si —tartamudeo. Le diste la mano parque se levantará.

—Soy ____ —te presentaste.

—Palermo, líder de la banda. Tengo entendido que voy a compartir con vos esta habitación durante 5 meses.

—Pues has entendido bien. Te felicito por eso —aplaudiste un poco, sonriendo.

—Me parece que nos vamos a llevar bien.

—¿Eso es lo que esperas o lo que quieres? —te acercaste demasiado a él.

—¿Qué opción quieres que te responda, corazón? —acaricio tu mejilla mientras hablaba de modo seductor.

—La que creas conveniente para nuestra relación.

—¿Y como se yo que esto es una relación?

—No puedes tener esa certeza sin saberlo —rozaste sus labios, sin llegar a probarlos. Te alejaste y volviste a acostarte en la cama.

—No vas a huir tan fácil.

—Ya lo hice —sonreíste—. ¿Qué haces? —fue una mezcla de asombro y extrañeza lo que sentiste mientras se acomodaba a tu lado.

—Dormir más cómodo —se acomodó en tu pecho —. Buenas noches —apago las luces y todo quedo oscuro.

Por primera vez en años, se sintió relajado y querido con la compañía de alguien. 

La Casa De Papel / One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora