Alicia Sierra

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Banco Nacional de España

Dia 3

Está llegando una embarazada con un oso de peluche —avisa Palermo mientras bajaba las escaleras. —¿Alguien ha llamado al puto circo acá?, ¿Qué está pasando?

Te acercaste sigilosa a ver quien era, y no era nada mas y nada menos que tu madre, Alicia Sierra.

La relación entre ustedes dos se cortó, el día en que ella le creyó a ex tu amiga la mentira de que estabas embarazada y te corrió de la casa. Le dijiste que era mentira, pero prefirió creerle a ella que a ti. Eso paso cuando tenías 14 años.

Vagaste por las calles robando para sobrevivir hasta los 16, que fue cuando Río te acogió en Valencia; ambos tenían la misma edad.

Te enseño cosas sobre tecnología y tu le enseñaste protocolos policiales y el uso de las armas (aunque nunca perdió el miedo a utilizarlas).

—Hay que salir afuera a por ese oso —ordena Nairobi.

—Estamos precisamente en eso, boludo maestre —Palermo tenía una seriedad inquebrantable.

—Ya voy yo —iba a tomar el arma, pero se lo impediste mientras el serbio se ponía delante de ella.

—No. No nos vamos a saltar el protocolo. —espetas con seguridad. Palermo asiente en tu dirección.

—_____, tiene razón. ¿Qué bicho te pico, Nairobi? Tenemos que cuidarnos las espaldas, aunque claramente no me caigas bien. No quiero bajas en el equipo, y esto va para todos, ¿Quedo claro o se los tengo que deletrear? —todos asienten. Tu pones la mano en su hombro, el la tomo por un momento, lo suficiente como para relajarse un poco. —Denver —se giro hacia la ciudad estadounidense. —, el voluntario, ahora. —exige.

Fue un lio, traer al voluntario, ya que el miedo del mismo y las quejas de Arturito lo hicieron difícil, pero al final consiguieron que el saliera a buscar el oso.

—Muchísimo cuidado con los movimientos bruscos —advierte Palermo. —Denver, llévalo a rayos X. —este hace caso, llevándolo lentamente.

—Puedo ofrecerme para cualquier intercambio, señor Palermo —el argentino asiente sorprendido y se va.

—Escúchame, el amor se acaba o se gasta, no merece la pena morir por él —le susurras al de lentes y te vas.

Te sitúas en un despacho y te quedas mirando todo el decorado, lujoso y elegante, como a él le gustaba.

—_____, ¡Córrete de ahí! —te grita Palermo, pero ya era tarde. Te habían disparado. —¡La puta que te pario! —corre hacia a ti. —¡Alguien venga a ayudar! ____, aguanta. Te lo pido —tenía los ojos lagrimosos mientras te acariciaba el cabello.

A los pocos minutos te estaban auxiliando.

—Estoy hecha mierda, Palermo. Trae la caja de los sueños —Tokio va y la trae —. No voy a aguantar.

—¡Cállate, cállate! Vos vas a aguantar —estaba desesperado.

—Déjame hablar con el Profesor, Claudio.

Mientras arrastran tu camilla a la sala de control junto a la caja de los sueños, Alicia y Tamayo sonreían victoriosos. Pero no seria una victoria para ella, y solo tendría que esperar un momento para saberlo.

—"______ María Sierra, tienes que aguantar. "—Alicia levanto las cejas, no quería sospechar lo que pensaba.

—"No puedo. Lo lamento, Sergio. Sabrás seguir sin mí".

—"No, no sabre".

—"Al menos pude vivir feliz".

—Hermanita, todavía nos falta mucho por pasar juntos". —Aníbal tomo la palabra esta vez.

—"Gracias por acogerme, enano. Te voy..., los voy a cuidar junto al resto".

—"Boluda, no te vas a morir. No me vas a dejar solo con estos".

—"No te prometo nada".

—"Así se habla Sierr..., Cortés".

—"Ese apellido no es mío desde que tengo 16". —Alicia rápidamente marco a Sergio de nuevo, luego de haber rechazado la petición de un cirujano.

—Profesor. —había miedo en su voz.

—"Inspectora, dígame".

—Déjeme hablar con ella. —estaba afligida.

—"No desea hablar con usted".

—Es mi hija.

—"Eso no se lo dio a entender cuando tenía 16" —jaque mate para Sierra.

—Déjeme al menos que meta algún cirujano.

—"Se niega rotundamente a aceptarlo".

—Profesor...

—"No me diga nada, la perdió y nosotros somos su familia".

—¡Mentiras! —golpeo la mesa —, su familia soy yo —asegura con firmeza.

—"No te lo creas, Alicia. Mi familia es la que me cuido y me apoyo, y tu no lo hiciste". —te conectaste dado a la petición del líder.

—Hija...

—"Hija, mis ovarios. No soy tu hija, entiéndelo; tú lo quisiste así".

—Podemos...

—"Nada". "Boluda, relájate. No te hagas esfuerzo, mira que tienes que salir de esta. Hazlo por todos, porque todos te queremos viva" —se escuchó otra voz —. "En especial, Palermo" —Tokio hablo —. "Tener que salir de situación crítica, así familia poder estar completa" —Helsinki hablo —. "Te quiero mucho, hija. Tienes que salir de esta". —las palabras del cerebro de la operación hicieron que Alicia reprimiera un sollozo. No se oyó nada más.

—"¿Lo ve? Ella es feliz. Ya es hora de que USTED haga su vida". —corto.

Alicia lloro, definitivamente arrepentida, la perdio para siempre.
Ella ya había hecho su vida, tenía una familia, lo tenía todo.
Y la inspectora, lo había perdido todo, ahora ellas podrían estar juntas, pero la Dalí no lo quería y eso fue gracias al error cometido por su madre.

La Casa De Papel / One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora