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¡ Besos !
Berlín se encontraba quejándose por decima vez, ya que tocaba celebrar el cumpleaños de Río en la habitación de ustedes.
—¿Pero por qué aquí?
—Porque la nuestra es la mas grande, y decente, también.
—Amor... —se iba a quejar de nuevo, pero los golpes en la puerta lo detuvieron.
—Abre. —arruga la nariz en señal de: "no quiero". Así que tuviste que abrir tu.
Todos pasaron; al último entro Río.
—¡Feliz cumpleaños! —te apega a su cuerpo, emocionado y agradecido.
—Gracias, ______.
—De nada, corazón. —el rizado pasa por la puerta, bajo la mirada celosa y penetrante de Berlín.
—Bueno, ¡Que comience la fiesta! —exclama Denver y todos aplauden.
A la media hora, el Profesor, Moscú y los serbios se fueron. El resto siguió festejando.
—Joder, Berlín se ha dormido. —ante las palabras de Nairobi, te diste vuelta, miraste a tu esposo y sonreíste disimuladamente. La banda no sabia que eran esposos, ya que el Profesor pidió que lo escondieran, así que, a los ojos de los demás, solo eran compañeros de atraco.
En el sueño de Berlín
Este se encontraba sentado bajo un árbol en el monasterio, admirando el paisaje. Llegaste y te paraste frente a él.
—Andrés, ¿Por qué lo has hecho? —tenías lágrimas en tus ojos.
—¿De que hablas, princesa? —la confusión suya y tu furia dominaban la situación.
—Sabes perfectamente que me engañaste. —se levanta rápido y te agarra las manos.
—Amor, yo no he hecho eso. —decía la verdad—. Sabes que nunca te engañaría. —te zafaste de su agarre.
—Quiero el divorcio. —dices con decisión.
—Amore, no. No puedes dejarme. Sin ti no soy nada. —ruega con lágrimas.
—No. No es así. Si fuese como dices, no hubieras hecho lo que hiciste. Adiós.
Realidad
—¿Qué le sucede? —pregunta Tokio asustada. Berlín estaba removiéndose continuamente en la cama y murmurando:
"Amor, por favor no me dejes. No te vayas de mi lado".
—Esta soñando. Sera mejor que se vayan. —todos te hacen caso y se van asustados.
Al momento en que la habitación queda vacía, tu esposo despierta llorando, claramente exaltado.
Te sientas en la cama y te besa desesperado.
—Amor, estas aquí. —te estruja entre sus brazos mientras lloraba. Le acariciaste el cabello, consolándolo y relajándolo.
—Tranquilo love, estoy aquí. —susurras de manera confortante. —¿Qué has soñado?
—Soñé- soñé que decías que yo te engañaba, cuando no lo había hecho y me pedias el divorcio. —se largo a llorar de nuevo. Tu hiciste que levantara la cabeza, poniendo su mentón en tu mano de forma cariñosa.
—Amore, mírame. —seguía evitando tu mirada. Acariciaste su mejilla, consiguiendo que te mirara. —Sabes que nunca te pediría el divorcio, y si lo hiciese, sabes que, de alguna forma u otra, volveríamos.
—Tienes razón. —le das un beso en la nariz.
—Hubieras visto la cara de los demás, en especial la de Tokio. —te ríes.
—Eres hermosa. —te halaga.
—Igual que tú. —se besan una vez mas para tocar el cielo juntos.
—Me dejaste cansada. —ríe al escucharte.
—Muy bien que lo disfrutas.
—Muy bien que lo disfrutamos. —corriges.
—Si es contigo, siempre.
—Estas muy romántico.
—Así te gusto.
—No lo niego. —te abraza.
—Gracias por hacerme ver que el amor existe, gracias por enamorarme y casarte conmigo.
—Yo te agradezco eso a ti.
—Te amo.
—Yo a ti
Entre besos, abrazos, caricias y palabras amorosas se quedaron dormidos.
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