Río

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Casa de Toledo, 4 meses antes del atraco

El Profesor estaba desesperado y nervioso, no había encontrado a alguien que le enseñara a la banda acerca de la psicología y manipulación. Tenía conocimientos acerca de esa área, pero no era profesional y no le gustaría dar información errónea a la banda.

—Profesor, ¿Le sucede algo? —pregunta Moscú al verlo distraído.

—Estoy un poco preocupado, nada más. —responde obteniendo un asentimiento por parte de él.

—¿Por qué? Si se puede saber. —Tokio estaba muy interesada en el asunto.

—No conseguí a alguien que nos enseñé de psicología. Yo tengo conocimientos en esa área, pero necesitamos a alguien calificado.

—Yo conozco a alguien. —habla el más joven de la banda, obteniendo la atención de todos. —Es de mi confianza. La puedo contactar si quiere.

—Por favor. —pide.

—Ok. ¿Me presta su coche? —el Profesor dudo un poco, pero accedió.

—¿Te puedo acompañar? —pregunta Tokio.

—No, no puedes. —responde frio. —Yo soy el que va a hablar con ella no tu.

Río se fue de ahí, dejando a Tokio confundida, ya que no era así con ella.

Aníbal se fue a pleno centro, para encontrarte donde siempre estabas, en un banco haciéndote pasar por empleada.

Entro al banco para subir escaleras, tomar el pasillo derecho y tocar la puerta de la última oficina.

Tú, al reconocer al intruso, lo dejaste pasar.

—¿Qué te trae por estos lados? —preguntaste al rizado.

—Necesito ayuda. —tu reíste de manera amarga.

—¿Ahora me necesitas? Ay, por favor. ¿Cuándo yo te necesite donde estuviste? —preguntas sarcásticas, apoyando el mentón sobre tu mano.

—Martina, yo... —te llama por tu nombre falso, creyendo que era el real.

—Nada, no digas nada. —le cortas la palabrería. —¿Para que necesitas ayuda?

—Mas bien alguien. —aclara.

—Aníbal, se claro o si no te correré de un solo putazo. —amenazas.

—El se hace llamar "Profesor", y necesita de alguien que sepa psicología para enseñarnos a todos y llevar a cabo un golpe a la fabrica nacional de moneda y timbre. —explica.

—¿Cuánto?

—2.400 millones de euros.

—Acepto. —te iba a abrazar, pero te alejaste. —No seremos de nuevo lo que alguna vez fuimos.

—Lo que quieras, pero, debes saber que..., yo siempre te he amado.

A pesar de estar con Tokio, siempre recordaba tus besos, tus abrazos, tus caricias..., cuando hacían el amor. Esos recuerdos siempre vivirán en Río, y para que mentir, en ti también.

Siempre seria así, SIEMPRE. 

La Casa De Papel / One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora