El matrimonio Marquina es una pareja muy peculiar. Porque mientras Vanesa es impulsiva y divertida, Sergio era analítico y serio. Pero se amaban. Los que no los conocían no sabían cómo, pero así eran las cosas.
Bueno..., hasta hace 10 minutos.
La banda no sabía que ellos eran casados, por lo que Lisboa aprovechaba eso para coquetearle a Sergio.
Le daba miradas coquetas que devolvía por cortesía. Y las sonrisas y gestos no pasaron desapercibidos por los integrantes de la banda.
—Vicky, ¿Cómo le haces para levantarte a las 6 de la mañana y hacer ejercicio? —la pregunta de Denver hizo que riera.
—Disciplina y fuerza, pero sobre todo disciplina —comió de su manzana —. Den, Den, ¡Den! —grito el tercero, despertándolo.
—¡Estoy despierto!, ¡Estoy despierto! —levanto la cabeza, despertándose. Haciendo reír a todos.
—Tienes la D y la F, pero de Dormido Y Flojo —hablo Tokio.
—El Profesor tiene la I y la L: Inteligente y Lindo —Lisboa paso los brazos por el cuello del susodicho.
—Y tú tienes la D y la F: Desvergonzada Y Falsa —Vanesa se estaba hartando de tanto jueguito entre los dos.
—HDP y también ME: Hija de Puta y Mal Educada —la miro con odio.
—No estarás hablando de ti, ¿Oh si, Lisboa? —se cruzó de brazos mirándola desafiante.
—Parad ya. Las dos —Sergio se situó al lado de su esposa.
—Ella ha empezado —Raquel la señala con el dedo.
—Dejemos esto así. No hace falta formar una disputa innecesaria —le toma la mano discretamente a su esposa, acariciándola.
—Es cierto —se mete Berlín —. No hace falta crear juegos infantiles. Nos conocemos hace tiempo con Va...Vicky, y estas muy equivocada al definirla con esos adjetivos vulgares que no se merece.
—Ustedes dos se ponen de su lado, porque el Profesor tiene una relación con Victoria —Sergio le soltó la mano al obtener las miradas sorprendidas de todos —. No lo nieguen. Todos los hemos visto. Como se tratan, lo que se susurran.
—Nosotros no somos nada. Por algo se prohibieron las relaciones personales.
—Tiene razón —hablo Vanesa de forma dura, aunque por dentro estaba dolida —. Si vas a difamarme busca una forma inteligente, no nefasta —se va de ahí con Berlín detrás de ella.
Se fue a la habitación de su acompañante donde se acostó totalmente incrédula.
—Te vas a quedar sin cabello si sigues así —se acostó a su lado
—Andrés, ¿Qué hice mal? —lo miro a los ojos. Causando que vea la angustia y la incredulidad que ellos tenían.
—No hiciste nada mal, Vane. Tranquilízate.
—¿Entonces me puedes explicar porque MI marido me sigue negando frente a todo el mundo después de 8 años casados? —sus ojos se cristalizaron.
—Ey, Ey. No llores, linda. No llores —le seco las lágrimas y la apego a él.
—Es inevitable, Andrés. No me está negando un amigo ni un conocido. Mi esposo es quien me está negando, ¿Lo entiendes? —Obviamente. Se había casado 5 veces.
—Amore, sabes cómo es Sergio.
—Lo se. Claro que lo se. Pero duele —suspiro frustrada.
—Bueno. Vamos a bailar —se levantó.
—No, Andrés. Yo no bailo.
—Mentirosa —la señalo con el dedo —. Vamos, arriba —la levanto y ambos comenzaron a bailar un vals.
Vanesa rodeo el cuello de su cuñado con sus brazos mientras este la tomaba de la cintura.
El la guiaba mientras la luna se encargaba de dar la luz suficiente mientras observaba la ventana.
—Gracias por siempre estar conmigo, Berlín.
—Gracias a ti, Vicky —ambos se unen en un abrazo.
A las 12 de la noche Vanesa volvió con Sergio, quien la había esperado despierto.
—Amor, ¿Dónde estabas?
—Con Andrés —se acostó a su lado y le dio la espalda.
—Amor..., no puedes enojarte así.
—¿Qué más quieres que haga?, ¿Ser feliz porque la persona que lleva 8 años casada conmigo me está negando? Ay, por favor —resopla indignada.
—Sabes como son las cosas...
—Y pues por eso quiero el divorcio.
—¿Qu...que? —lo había tomado por sorpresa.
—Lo que oyes.
—Vanesa, no puedes dejarme solo. Eres mi esposa.
—Lo lamento. Yo no soy tu esposa, solo soy tu compañera de atraco.
—Yo solo se que te necesito en mi vida y si me dejas no tendrá sentido mi existencia —volteo a verlo. Era la primera vez que se expresaba de tal forma —No me dejes, Vanesa.
—Lo siento mucho, pero va a tener que ser. El futuro será incierto, no te lo niego. Pero es lo mejor para los dos.
—Lo entiendo. Ten en cuenta una cosa: que te amare toda la vida.
Ambos se tenían que separar, aunque no quisieran.
El destino era el que mandaba, no ellos. Y el destino los estaba haciendo sufrir a los dos porque es así de incierto
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La Casa De Papel / One shots
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