Denver y Moscú

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Los 15 años siempre se festejaban, era la tradición. Pero tú no lo harías, no porque no quisieras, si no que se hacía complicado festejar.

Te habías ido de tu casa porque no aguantabas a tu padre y su inmadurez. Siempre tenías que estar encima de el para ver que quería, dado a que nunca te decía

Era inaguantable, por eso, durante la noche tomaste tus cosas y te fuiste.

—¡_____, ven a jugar! —te grito uno de los niños.

—¡Voy!

Te uniste a su partido de futbol, marcando 2 a 0 por el momento.

—¡Pásala, Carlos!, ¡Pásala! —Carlos cumplió el pedido de uno de los chicos.

Pateo muy fuerte causando que la pelota cayera en un árbol

—Joder, Carlos —el mencionado agacho la cabeza, apenado y triste.

—No pasa nada, Carlos. Ya la bajo —levanto la cabeza y te dio una pequeña sonrisa.

La bajaste y se la diste para que siguieran jugando.

—_____, ¿Ya no jugaras?

—Solo estoy cansada, Carlos. Mas tarde jugare —te sentaste en la banca y te quedaste mirándolos.

Un pequeño percance sucedió: le habían metido un pelotazo a un pobre chico, haciendo que le sangrara la nariz.

Los niños pararon de jugar y se acercaron, mientras ibas detrás de ellos.

—¿Estas bien? —preguntaste dado a la cara que traía. Los pequeños se escondieron detrás de ti por el miedo que esta les provoco.

—¿Me ves bien acaso? —ironizo, riendo.

—Ven —te hizo caso. Abriste tu mochila y sacaste un pequeño botiquín—. A ver, trae acá —acercaste su cara debido a la diferencia de altura.

—¿Eres médica o qué?

—Son principios básicos de primeros auxilios. El resto lo aprendí en un curso por internet —le pusiste una crema con delicadeza.

—¿Para qué es esto?

—Para que no te vuelva a sangrar —guardaste las cosas en tu mochila de nuevo.

—Gracias.

Un hombre mayor con barba venia hacia ustedes.

—Hijo, ¿Qué te sucedió? —se preocupo al ver su nariz así.

—Un accidente, papa. Pero la chica me curo —te volteo a ver.

—Fue un placer —te pusiste la mochila con la intención de irte.

—Espera, ¿Cómo te llamas? —pregunto el hombre mayor.

—_______, mucho gusto.

—¿Dónde vives?

—Enfrente —señalaste tu casa—. Adiós.

—Adiós, _____.

—Adiós, y gracias por curarme.

—Fue un placer. Nos vemos.

Al día siguiente ellos fueron a tu casa con una pequeña tarta para agradecerte.

—Hola, pasen —abriste la puerta por completo al reconocerlos.

Entraron y miraron la casa, mientras tu apagabas los parlantes donde sonaba <<Love Never Felt So Good>> de Michael Jackson.

—Acomódense donde gusten —te hicieron caso y se sentaron en las sillas—. Muchas gracias, es un lindo detalle de su parte—pusiste los platos y cortaste la tarta.

—¿Dónde están tus padres? —se animo a preguntar Daniel. Rompiendo el silencio tranquilo.

—Mi madre me abandono y mi hui de la casa de mi padre —les dio un poco de miedo la naturalidad que manejaste al decirlo.

—Lo lamento, yo...

—Calma. No me afecta contarlo —le sonreíste con tranquilidad.

—¿Te gustaría que te adoptásemos? —ante las palabras de Agustín sentiste miedo interior.

—No es por ser descortés, pero me parece muy pronto —opinaste.

—Dejaremos que pase el tiempo y si te gusta estar con nosotros te adoptamos, ¿Te parece?

<<Tal vez debería darles una oportunidad>>

—Esta bien.

Los meses pasaron, ellos se esforzaban de verdad.

Sabían cosas de ti y tú de ellos.

Agustín demostró que no todos los padres eran iguales y Daniel demostró que, aunque no tenga un coeficiente intelectual alto y pintas de malandro de barrio, podía tener un gran corazón.

A partir del 23 de diciembre de 2005 ya eras _____ Ramios y tenias una vida que tenia sus momentos malos, ellos siempre hacen que se vuelvan felices.

La Casa De Papel / One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora