Palermo

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Monasterio de San Giovanni, Italia

Había llegado el tan ansiado día de la pijamada que Estocolmo venia organizando desde hace semanas. Ahora todos se encontraban conversando, menos Marsella, el Profesor y tú.

Nunca te acercas demasiado a la gente, y no te gustaba hablar demasiado por dos razones: la mencionada y otra mas que no sabe nadie.

Nunca fuiste buena haciendo amigos. Siempre terminabas fracasando en el terreno gracias a las barreras que te ponías. Ahora se podía decir que cambiaste, pero no del todo. Aun seguías fracasando en el tema de relaciones personales.

—_________, ¿Qué te sucede?, ¿No estas a gusto? —te pregunto Lisboa.

—Si. Solo estoy cansada.

—No te duermas. Porque si no te dibujare cuernitos—bromeo Denver.

—Mejor no te duermas tu—avisas seria.

—¿Por qué eres así? —pregunto Palermo de la nada. Le daba curiosidad.

—¿Me hablas a mí? —el ojiazul estaba confundido.

—A vos no, boludo. A ella le hablo—te señala mientras tu cerraste los ojos por cansancio.

—¿Qué quieres, Palermo?

—Te pregunte algo.

—Y yo no tengo interés en responderte. Gracias por interesarte en mí.

—A mí me tienes que responder.

—¿Ah sí?, ¿Te gustaría enrollarte conmigo y por eso quieres que responda tu pregunta o qué? —abriste los ojos y le sonreíste victoriosa.

—Uhh—dijeron algunos asombrados.

—Ni en tus sueños, nena. Nunca vas a probar la carne argentina.

—Todos van por ella cuando esta barata—todos miraban expectantes el show—. No te preocupes que yo no soy de esas que la compran. Lamento decepcionarte, ingeniero querido.

—Tranquila, no me decepcionas. Yo se que vos no ves el potencial de la gente.

—En gente estúpida y machista, no. Yo veo el potencial cuando veo personas de verdad.

—Oh, me alegra que te estes dando cuenta de lo que sos.

—Yo se lo que soy: una mujer elegante, con clase. Gracias por hacerme recordar que te diga—le guiñaste de nuevo el ojo y te fuiste a tu bolsa de dormir—. Buenas noches.

—Buenas noches, ______--Marsella y Sergio fueron los únicos que te devolvieron el saludo. El resto aún estaba procesando la conversación.

Palermo nunca creyó que le dirías esas cos algún día, pero, siempre hay que esperar lo inesperado. Y mas si se trataba de ti.

A las 3 de la mañana, Palermo te estaba sacudiendo con insistencia.

—En este momento no estoy disponible. Dejar mensajes en el buzón—dices adormilada. Palermo ahogo una risa. A pesar de los años, todavía le seguía dando risa.

—Boluda, despierta.

—¿Qué quieres?

—¿Cómo que quiero? Que te disculpes conmigo, te pasaste. Soy tu esposo, ____ —te había llamado por tu nombre real.

—Perdón. Se que me pase, pero nadie tiene que saber lo que tenemos—el ingeniero te agarro del brazo y te llevo hasta tu habitación. Trabo la puerta y se sentó encima de ti.

—Ellos no, pero el corazón y la cama sí, mi amor—te susurro.

—Amor, por favor, ese tono sexy no—pides. Esa era su estrategia para que hagas lo que él quisiera.

—Voy a hacerte entender porque la carne argentina es la mejor.

Palermo se tomo en serio eso, tanto, que no sabias donde NO había marcas. Pero era tu esposo desde hace tiempo, no podías quejarte, y tampoco lo harías, ya que, para ser honesta, te encantaba.

Hola, hi, Ciao, Salut, ¿Cómo están?

Guess who's back
Back again
Aylén's back

Gracias por aguantarme hasta la fecha y espero que les guste este one shot. Besos

La Casa De Papel / One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora