El Profesor

401 34 1
                                    

Todos estaban comiendo, menos Sergio, quien estaba pensando más de lo normal.

Una parte del plan no había sido solucionada, y eso lo tenía maquinando permanentemente.

—Profesor, ¿Sentirse bien? —pregunto Helsinki al ver que no había tocado la comida.

—Si, sí. Estoy bien —salió de sus pensamientos.

—Creo que le vendría bien viajar un momento a Viena, Profesor —sonreíste y Sergio vio la solución.

Viena... la ciudad que los había visto incursionar como ladrones por primera vez.

—Eres una genio — te sonríe.

—Lo sé, querido.

—¿Viena?, ¿Por qué le dijiste eso, ____?

—Denver, más despacio. No te entendí.

—¿Por qué le dijiste al Profesor que le vendría bien viajar a Viena?

Le diste una mirada al susodicho y el negó como diciendo: <<No les he contado>>.

—Detalles, Denver —responde por ti.

—¿Cómo que detalles? —pregunto Tokio interesada e intrigada al ver tu mirada y la de tu amigo.

—Viena fue la ciudad donde junto al Profesor hicimos varios atracos. yo iba a robar y el se quedaba en la van temblando y pasándose en la frente un paño de agua fría. Obviamente lo hacíamos en mis tiempos libres.

—Eran mis primeros planes antes de la fábrica. Tenia derecho a estar así, ____ —se defiende.

—Lo se. Y por eso mismo me preguntabas cada 15 si todo iba según lo planeado cuando podías verlo todo por las cámaras.

—Bueno, son minucias.

—Aja y esas minucias no me dejaban trabajar —levanto los hombros.

—Mejor calla. Que aun no se me olvida lo de la mansión.

—A mí tampoco <<Tienen 18 y ya están casados. Joder, estos jóvenes de hoy en día>>.

—Nunca había pasado tanta vergüenza en mi vida —se pasa las manos por la cara —. Esa señora si se pasó.

—Era eso o que nos atrapara la policía.

—Contexto. Por favor —pidió Nairobi.

—Esa vez fuimos a una mansión a robar un lote de joyas valuado en 23 millones. La cuestión es que hubo un contratiempo y le tuvimos que decir a una señora que estábamos casados.

—Y el comentario que hizo le causo al Profesor una vergüenza horrible —te reíste un poco.

—______, no te rías.

—Perdón, Profesor. Ya no... —te reíste de nuevo —. Ya, ya me callo.

—Gracias.

La mirada de Lisboa denotaba muchos celos.

—Menos mal y nunca te casaste.

—¿Quién dijo que no, Palermo? Tuve 9 matrimonios. Ninguno con el Profesor.

—9 matrimonios —Denver hizo un gesto con los labios —. Que entusiasta que eres.

—Muchas gracias por notarlo, Denvercito.

Todos deseaban conocer las historias que tenías para contar, pero, como llevaría mas de una tarde, te tomarías tu tiempo.

La Casa De Papel / One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora