Capítulo 106

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Narrado por Rubius

-¿Por qué soy tan gilipollas?- Estaba tapado hasta el cuello, sin poder conciliar el sueño. Había ojeado mi móvil un par de veces oara ver la hora y como, lentamente, se pasaba. Iba a despertar mal, lo sabía aunque no quería que fuera así. –Joder...- Podría estar durmiendo con Mangel: podríamos estar hablando o quizá riéndonos por gilipolleces, pero en vez de eso me encontraba en la habitación de invitados, más solo que nunca. Pero ¿cómo evitar aquel dolor que me venía cada vez que recordaba como Mangel había actuado frente a sus padres? En ese momento estaba muy molesto, mi cabeza ideaba miles de ideas para hacer sentir mal a Mangel por su poco tacto al hablar, pero ahora que ya habían pasado horas de aquella situación podía pensar con más claridad y podía darme cuenta de que, después de todo, no era un momento muy adecuado para hablar; para decirle a sus padres. –Yo...realmente creí que lo haría- ¿Estaba decepcionado? Un poco, pero sabía que era porque yo había tenido el valor de decirle a mi madre y al padrino antes que él, cuando siempre pensé que algo tan importante vendría primero de parte de Mangel. Recordarlo me hacía enojar; no podía evitarlo. Quería deshacerme de esta sensación tan desagradable, pero al ver su rostro, y escuchar aquellas palabras que dijo con tanta soltura, sentí que no estaba siendo verdaderamente fiel a sus ideales. Y peor aún, la gota que rebalsó el vaso, fue que viniera a mi habitación temporal, como si no hubiera pasado nada. Se le veía decidido... y eso me dolió aún más. -¿Por qué coño soy tan gay?- Escondí el rostro en la almohada, pegando un grito que fue silenciado por la misma almohada. Me giré nuevamente, sentándome en la cama. La habitación estaba tibia pese a que hacía un frío acojonante afuera, y es que la familia de Mangel acostumbraba a dejar bien calefaccionada la casa día y noche. Me levanté de la cama, poniéndome la primera sudadera que saqué de mi bolso, el cual ni siquiera había deshecho. Abrí con cuidado la puerta, no sin antes tomar mi móvil y guardármelo en el bolsillo de mi pantalón de pijama. El piso crujió con mi peso, así que intenté moverme lo menos posible para no causar mucho ruido. En cuanto salí de mi habitación me encontré con este pequeño pasillo que daba a la habitación de Mangel, que se encontraba frente a la mía, y a la habitación de la hermana de este gilipollas, la cual se encontraba a un lado de la mía. Por un momento pensé en ir a verlo, despertarlo y hacer como si nada hubiera ocurrido, pero la impotencia era demasiada y el orgullo también. Descarté la idea en cuanto volvió a mí, aquel recuerdo de Mangel diciendo muy a la ligera "Por ahora sólo estamos jugando". Que hijo de puta.
Caminé hacia la escalera, bajando hasta el salón, donde se encontraba concentrado todo el calor de la chimenea. Moví la cortina de la ventana principal para mirar hacia afuera. La calle no se lograba ver por los árboles que tapaban la visual, pero se podía ver y sentir el frío con tan sólo mirar el paisaje. Me dirigí al sofá, sentándome en él para terminar recostado, mirando mis manos con desinterés. La luz ténue y anaranjada que producía el fuego de la chimenea era de lo más relajante, así que no me costó demasiado dejar la mente en blanco y disfrutar el calor que me brindaba... poco a poco fui cerrando los ojos, para terminar dormido sin saber como.
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-¿Rubén? Hijo, despierta- Fruncí el ceño, levemente irritado por aquella voz que me despertaba de mi buen dormir.
-¿Eh?- Abrí los ojos con pereza, respondiendo de una manera muy estúpida. La madre de Mangel me miraba desde un costado. ¿Dónde estoy? Me sentí terriblemente desorientado, hasta que recordé que había bajado para calmar mi mente y me había quedado dormido en el sofá. Seré tonto.
-¿Hace cuánto tiempo estás aquí? ¿Pasaste frío?- Me restregué los ojos, aclarando un poco más la visión. La verdad es que su pregunta me llamó la atención. Realmente no pasé frío, pese a haberme quedado dormido encima del sofá sin nada que me cubriera... o al menos eso creía, hasta que sentí que, de hecho, si tenía una frazada encima de mí. ¿Y esto?
-N-no, no pasé frío en absoluto. Disculpe ¿Usted me tapó?- Pregunté con la duda a flor de piel. Yo no me había tapado, eso estaba más que claro, pero si había sido ella me sentiría avergonzado por ser una molestia; como esos niños pequeños que nadie puede controlar y que son realmente hiperactivos.
-No cariño, yo no te tapé, por eso te preguntaba. ¿Dormiste mal arriba? Si quieres puedes dormir aquí abajo, no hay problema- Su amabilidad me entibiaba el alma... no sé a que le teme tanto Mangel, estoy seguro que una mujer como ella no podría juzgar a su hijo de manera tan crítica. Ella lo ama pero, al parecer, este gilipollas no se da cuenta todavía de eso. Y luego de todo este pensamiento, caí en la cuenta de que ella no me había arropado... ¿entonces?
-No se preocupe, en serio. Anoche bajé para ver el fuego y atizarlo un poquito y, me pareció tan relajante el ambiente que me dormí sin darme cuenta. Arriba dormí muy bien así que, en serio, no se preocupe- Me levanté del sofá lo más rápido posible, tomando la frazada para doblarla y dejarla encima de este, un poco avergonzado. ¿Quién coño me arropó? Quería creer que Mangel, pero no tendría ni puta lógica. ¿Por qué un vago como él se levantaría tan temprano sólo para eso? No tenía idea de que hora era, pero se notaba que era bastante temprano. Recordé que me había dormido con el móvil en el bolsillo así que lo saqué y miré la hora. –Las 7:38- Me quejé de manera interna por lo temprano que era. Miré a la madre de Mangel, quien me observaba atenta.
-¿Quieres tomar desayuno?- Su pregunta me hizo sonreír. Asentí, siguiéndole el paso.
Estuvimos hablando de cosas triviales, mientras yo ponía la mesa para dos y ella hacía unas tostadas y calentaba el agua. Cuando todo estuvo listo nos sentamos a la mesa, aún conversando de cualquier cosa que se nos viniera a la mente. Me sentía identificado con ella; sentía que nos parecíamos en muchos aspectos. La madre de Mangel es una buena mujer y una buena madre, de eso estoy seguro.
-¿Rubén? ¿Crées que me entrometo demasiado? Es sólo que me preocupa la forma de actuar de Migue... siento que me esconde algo o que anda metido en cosas que... la verdad no sé, es difícil ser madre- Yo la miré unos segundos, mientras le echaba mantequilla a mi tostada. Ella sonrió de manera humilde y pude notar que realmente estaba complicada con el tema de Mangel.
-Mire, siendo sincero...- Inhalé, pensando bien mis palabras. Me dolía la actitud de Mangel pero no sería tan cabrón como para decir algo que él no era capaz de reconocer todavía. –No creo que le pase nada en particular. Mangel es una persona bastante reservada hasta conmigo. Quizá todavía no quiera hablar del tema de esta... chica- Joder, como me costó decir la última palabra. –Pero no es entrometida, sólo se preocupa de su hijo y ya. Yo también me preocupo de él y eso está bien- Bebí un sorbo de mi café, mientras ella meditaba sobre lo que le había dicho.
-Pero esta chica ¿existe? Es que es raro Rubén... hay algo en todo esto que no me calza. ¿Cómo una chica que lo trae tan enamorado no da pistas ni señales de vida? Y eso que a veces reviso su Twitter... nadie sabe nada, y eso es extraño- Tragué saliva, visiblemente nervioso. Me serené antes de hablar.
-Nosotros estamos obligados a proteger al máximo nuestra vida privada, la gente abusa de la confianza que les damos y, eso es peligroso. Ya ve lo que pasó con mi ex novia... la insultaron hasta decir basta. Eso es agotador y sumamente frustrante porque son personas que uno aprecia y que quiere. Lo que uno se espera es que la gente lo entienda, pero no lo entienden- Me encogí de hombros, ya acostumbrado al tema del abuso de confianza...
-Vaya... por cierto, lamento lo de tu chica. Nunca pensé que las personas podrían separarlos- La miré, negando con la cabeza.
-En este caso no fueron las personas; fue culpa mía- Miré mi café, el cual formaba pequeñas ondas en la superficie a causa del leve movimiento que tenía la mesa, ya sea por los golpes con las manos u otros objetos.
-¿Tú? A ver, ¿cómo le va a ser tu culpa niño?- Exhalé, sonriendo de lado, como si esa gran herida que había cicatrizado por completo, se hubiera abierto un poquito.
-Porque me enamoré de alguien más- Desvié mi mirada a la suya, clavándola en sus pupilas, para no despegarla de allí. –La estuve engañando un tiempo, pero la culpa pesó demasiado y tuve que decírselo. Tuve que decirle que me gustaba alguien más y que la había engañado... fue muy difícil, no sabe cuanto- Dejé que mi vista se perdiera en un punto cualquiera, atravesando el umbral de los recuerdos; aquellos que no me habían atormentado hace bastante tiempo.
Hubo un silencio bastante largo. No era incómodo pero si estaba cargado de muchas emociones y sensaciones, al menos para mí. Ella era mujer, y tenía la alta posibilidad de ser increpado por ella; porque era lógico. Me daría la charla de que estuvo mal lo que hice y blablá, y no la culpaba, yo mismo me reprochaba no el haber terminado con ella, sino la forma que utilicé para hacerlo.
-Debes estar muy enamorado de esta chica, como para haber dejado a ¿Jennifer se llamaba? Bueno, tu me entiendes- Levanté la vista, bastante sorprendido por su comentario. No me lo esperaba... no esperaba que pensara y viera más allá de lo que le había comentado. Pensé que se quedaría en el "la engañé" y no en el sentimiento profundo que realmente sentía por su hijo.
-De hecho, no es una chica. Es un chico- Admití, con la frente en alto y serio a más no poder. No iba a ocultarlo; no estaba hablando por Mangel sino por mí, y si ella me llegaba a preguntar quien era, le diría sin rodeos que era su hijo. Para demostrarle a Mangel que esto me interesa más de lo que él puede creer. Hago bromas, digo estupideces junto a cosas extremadamente cursis porque son eso, muy cursis para mí. Pero al momento de la verdad soy fiel a mis ideales y, todas las decisiones que tomé no se irán a la basura.
Hubiera sido mucho pedir que ella se lo tomara con tanta tranquilidad porque, en cuanto le dije lo de que era un chico, palideció de pies a cabeza. Su rostro cambió completamente a uno de sorpresa total. Y así se quedó por varios segundos, como si su cerebro estuviese procesando lo que le estaba diciendo.
-D-disculpa si estoy siendo maleducada, es que me agarraste por sorpresa. Pero ¿Y ella? ¿Te gustan los chicos? Lo siento, es sólo que no sé como preguntar esto. Disculpa si estoy sonando borde o algo así- Se le veía bastante aproblemada, lo que es yo me sorprendía la tranquilidad que tenía encima. Me sentía muy relajado al admitir algo como esto. Y también me serviría para ver la reacción de la madre de Mangel ante estos temas, después de todo, yo no tengo nada que perder.
-No se preocupe. Y no, no me gustan los tíos. No soy gay... cuando le dije a mi madre también fue difícil, y es que es ilógico decir que no soy gay cuando realmente me gusta un tío, pero la verdad es esa; me gusta sólo uno y no creo que me pueda gustar otro, de ninguna manera- Admito que me sorprendí de mis palabras, pero era mejor decir la verdad de golpe y no quedarse con recordimientos... de seguro haría más preguntas; de seguro tendría más dudas pero al menos ella ya tendría presente la persona que soy.
-Vaya... es... arriesgado. Por lo que dijiste puedo deducir que tu madre ya lo sabe. Eres valiente, y no te juzgo en absoluto, no soy de esas personas. Gracias por tener la confianza de decirme algo tan privado... y perdón por ser tan entrometida- La vi sonreír de lado. Siendo sincero, esperaba que me preguntara quien era esta persona misteriosa, pero creo que su propio subconsciente le dijo que era suficiente de preguntas. ¿De qué había servido todo esto? Sus palabras me lo demostraron.

Luchemos Por Esto - Fanfic (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora