Capítulo 110

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Narrado por Rubius

-Joer uhtedeh dóh son el desahtre hecho persona- La boda de Francisco y Antonio había estado increíble y, pese a que nos ofrecieron quedarnos allá, Cheeto insistió en que nos devolviéramos. No tenía problema en manejar todo el camino de vuelta, aunque fuese tarde.
-No entiendo porqué nos devolvimos gilipollas- Pregunté, abriendo la puerta del departamento, mientras Mangel entraba haciendo escándalo y Cheeto estiraba las piernas.
-Porque tenían un montón de invitadoh y ehtaban complicáoh con la cantidáh de habitacioneh. ¿No te dihte cuenta como se miraron cuando contaron la cantidáh de personah que se quedarían?- Realmente no lo había notado. Cheeto había estado mucho más atento en ese sentido. Ya eran un poco más de las seis de la mañana, Mangel ya había botado un par de cosas en su torpeza y embriaguez.
-¿Quiereh que te lo deje?- Escuché como me preguntaba, mientras se revolvía el cabello, visiblemente agotado.
-¿Mangel? Si, no tengo problema. Bebió tanto que lo más probable que, aunque lo dejásemos en una bolsa de basura, dormiría bien- Ladeé la boca en una leve sonrisa a lo que él asintió.
-Bueno, yo me voy retirando porque me duelen loh pieh de una forma behtial. Quiero llegar a dormir a mi cama así que anteh de que me pregunteh si quiero dormir aquí y ehcucharloh follar. No, graciah igual por la invitación- Que cabrón. Negué con la cabeza, sin poder evitar una risita picarona salir de mis labios.
-Ándate ya joder, que me estoy poniendo cachondo y no controlaré mis impulsos- Lo molesté, acercándome a él, mientras paralelamente él me alejaba con sus brazos. Le di un pequeño abrazo, agradeciéndole de nuevo por traernos sanos y salvos a Madrid.
-Cuídense. Ehtamoh hablando. Cuida a mi amigo joputa- Me besó la mejilla, para luego chasquear los dedos y retirarse por donde mimos había entrado. Cheeto es de esos amigos excepcionales. Todavía me costaba trabajo entender como había logrado aceptar todo esto tan bien. Después de todo, conocer a tu amigo con novia y luego el gilipollas venga a enamorarse de su mejor amigo, no debe ser nada fácil.
-Mangel, ¿Dónde coño estás?- Vociferé, mirando a mi alrededor en busca del borracho de los cojones. Al entrar en la cocina, lo vi apoyado en una de las encimeras, con una taza de café en las manos. -¿Cómo te hiciste café si con suerte te mantienes en pie, cabrón?- Me sorprendí por lo sereno que se veía.
-¿Así que ehtáh cachondo y no sabeh como vah a comportarte?- Aquello me agarró por sorpresa. Tartamudeé de manera torpe, quedando con la boca semi abierta.
-Estaba bromeando- Fue lo primero que se me vino a la mente, mientras desviaba mi mirada de sus ojos, para reposarla en cualquier acción de Mangel, menos en sus ojos. Vi como dejaba de lado la taza que, no tenía nada. Que cabrón estuvo fingiendo todo el tiempo.
-¿Y puede no ser una broma?- Sentí un fuerte latido en mi pecho, sin saber que responder. Me mordí el labio inferior, sintiendo como la temperatura subía lentamente por todo mi cuerpo

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-Si eso es lo que quieres...- Susurré de forma ladina, acercándome lentamente a él, para acorralarlo contra la encimera que yacía tras su espalda. Acerqué mis labios hasta rozar los suyos, logrando sentir el olor a alcohol que llevaba encima. –Estás hediondo, joder- Bromeé, pasando mi lengua delicadamente por los labios contrarios. Sentí en el cuerpo de Mangel un pequeño saltito que me demostró que estaba bastante pendiente de lo que yo hacía con él.

-Hediondo pero hermoso- Eso ni siquiera rimaba.

-Ya cállate, coño- Mordí delicadamente su labio inferior, sonriendo bobamente, mientras posaba mis manos en su mandíbula delineada de manera exquisita. –Me gustas mucho- Admití, con un poco de pudor, sin dejar de morder esos labios carnosos que me llevaban a la gloria. Sentí sus manos rodear mi cintura, mientras me acercaba con fuerza a su cuerpo tibio por la excitación.

-Si supierah cuanto me guhtah tú a mí- Unió su boca con la mía, compenetrándonos en un beso apasionado y lleno de sentimientos. Su lengua recorría mi boca con una experiencia que había ganado de tantos besos que nos habíamos dado. Nuestras respiraciones, levemente descontroladas por el calor abrumador que nos consumía, se mezclaban entre el olor a alcohol, mi perfume, y la piel de Mangel. –Quiero hacerte el amor- Sus palabras, resonantes y vibrantes, calaron en mi corazón, haciéndolo latir con locura, expandiendo toda la sangre que tenía por mis venas.

Luchemos Por Esto - Fanfic (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora