Capítulo 90

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Narrado por Rubius

-¿Qué hora eh?- Fruncí el ceño, acomodándome en mi posición actual. Sentía el colchón bajo mi cuerpo, así que podía deducir que estaba en la cama… era algo lógico.
-No tengo idea Mangel, sólo duerme- Moví un par de veces los párpados, preparándome para dormirme de nuevo, hasta que capté la situación. -¿Qué cojones haces aquí?- Pregunté un poco descolocado. El ceño de Mangel se frunció al instante, dejándome ver una, no muy agradable mirada.
-¿Ereh tonto?- Bufó como si se tratase de la mayor de las pesadeces. Despavilé, recordando todo lo que habíamos vivido con anterioridad. Mangel se encontraba recostado de lado, mirándome fijamente. No tenía idea en qué momento nos quedamos dormidos, pero podía notar al mirar por la ventana, que había pasado muchísimo tiempo. El cielo estaba mezclado de tonos pasteles dando la sensación de una rica torta o de un día de primavera… el atardecer nos estaba alcanzando.
-Disculpa, estaba un poco perdido. Dormirmos muchísimo- Bostecé, levantando los brazos para estirar los músculos. ¿Había sido un poco descuidado al quedarme dormido con Mangel? Tenía mis dudas respecto de cómo estaba actuando aún con todo lo sucedido.
-Tranquilo… Oye, ¿ehtáh mejor?- Me senté en la cama, apoyando la espalda en el respaldo de esta. Suspiré quitándome de encima la pesadumbre.
-Si. Gracias por acompañarme- Desvié la mirada hacia su rostro. Se le veía contento, hasta parecía que emitía brillo. Quizá era sólo por la luz de afuera, pero a mi me parecía que esa luz era emitida por su cuerpo.
-No hay de que… creo, creo que será mejor que me vaya Rubiuh- Me mordí el labio inferior, un poco arrepentido por la decisión que había tomado mi compaero. Era lo mejor para los dos… en este punto en el cual sentimos que no tenemos impedimento de nada es peligroso mantenernos tan cerca… tan íntimos.
-Vale, te voy a dejar a la puerta- Me levanté, notando un puchero que yacía en sus labios. ¿Acaso quería que me negara? 
-No me ehperaba eso…- Fruncí el ceño, estirándole una mano para que la recibiera y se levantara de la cama. Que gilipollas, jugando como si fuese un niño pequeño.
-Ni yo- Le sonreí, rascándome el culo con poco y nada de pudor. Aún andaba con bóxers y una camiseta blanca bastante holgada, así que me sentía bastante liberado…
      Abrimos la puerta de la habitación, dando paso a lo que sería el pasillo para ir al salón. Caminé por él con pereza, mientras tomaba a Hachi entre mis manos y le acariciaba el lomo. Siempre había deseado que las dos fueran así, pero sólo la gata de Jen había salido cariñosa, Raspy en cambio era lo más arisca que se podía encontrar.
-¿Qué vah a hacer ahora?- Su pregunta me dejó pensativo. Tenía más que claro lo que iba a hacer ahora… iba a dejar claras todas las cosas y a terminar todo lo que pudiese ser un problema a futuro. ¿Estoy seguro? En absoluto.
-Iré a hablar con Jen. Claro que lo haré mañana, a esta hora dudo que sea prudente- Me rasqué la nuca en cuanto solté a Hachi. Había demasiadas cosas por saldar. ¿Qué ocurriría con nuestra convivencia? ¿Sus cosas? Digo… dudo que luego de esto sigamos juntos, pero tampoco puedo irme, después de todo este es mi hogar y aunque suene crudo, yo lo pago.
-No seah muy duro… piensa lah cosah que le diráh anteh de hacer cualquier cosa, por favor- Sentí sus cálidos brazos rodearme la cintura, mientras apoyaba su cabeza en mi hombro. No entendía por completo su forma de actuar, pero se sentía bien… cada gesto, cada pequeño roce me hacía delirar, y más que eso, me hacía sentir que no estaba solo en el mundo, que lo tenía a él, y con ello teníamos a todo el mundo a nuestros pies.
-Lo prometo- Inhalé el rico aroma de su shampoo, aquel impregnado en su cabello desordenado a causa de la siesta. Lo prometo… pero no lo aseguro.
        Sentí sus dedos apretando mi espalda, hundiéndose en mi camiseta y en mi carne, como si se tratase de atrapar una presa. 
-Me haces daño- Susurré, sintiendo como aflojaba el agarre. Movió la cabeza al frente, dejándome a la vista un rostro lívido, adolorido. 
-Perdón… Eh sólo que, ehta véh tengo miedo- ¿Miedo? Sus manos se separaron por completo de mí, dejándolas a un lado de su cuerpo. Me acomodé erguido frente a él.
-¿Miedo a qué?- Pregunté. 
-Miedo a que mañana no te vea máh… miedo a que todo acabe mal y que toh se vaya a tomar por culo- Arqueé levemente las cejas, notando como su rostro se ponía cada vez más pálido. ¿Por qué desconfía en mí, cuando he intentado hacer todo esto por nuestro objetivo final? 
-Me vas a ver mañana, lo prometo. Ahora vete a casa Mangel, deja de darle tantas vueltas- Suspiré, tirándole suavemente en cabello como una muestra de cariño. Él sólo asintió, separándose por completo de mí, para salir por la misma puerta que había entrado sin permiso.
        El portazo sonó de manera estrepitosa, dejándome completamente desolado, en medio del salón. Una de las gatas maulló, cortando el silencio por un corto periodo… y luego volvió, más intenso que nunca.
-Mierda…- Caminé arrastrando los pies, tirándome al sofá, mientras intentaba ordenar mi cabeza. Esto no es juego… aquí se define todo. Mañana tengo que ir a su casa, dar la cara y decirle absolutamente todo. No puedo creer que haya llegado el momento de decir adiós y comenzar algo nuevo…
-Mangel decía tener miedo… ¿cómo cree que me siento yo?- Dije entre dientes, revolviéndome el pelo con cierta pesadumbre. El cielo se había oscurecido por completo, nublándose de manera que no dejó entrever absolutamente ninguna estrella. Era una noche sepulcral, aquella que anunciaba la catástrofe inminente…
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-¿Qué hora es?- Desperté de golpe, sentándome en la cama un poco agitado. Hacía un frío acojonante, lo que me obligó a taparme nuevamente hasta el cuello. La noche anterior había sido un poco extraña… luego de esa charla interna en el sofá, no hice más que grabar un video y dejarlo preparado para hoy día. Sentía la opresión en mi pecho, esa que me avisaba que se acercaba el momento de dar la cara.
-Las ocho… joder, que temprano- Refunfuñé, dándome cuenta de que había despertado demasiado temprano. No encontré más solución que levantarme y prepararme algo para desayunar. Quería que el tiempo pasara despacio, pero también que se solucionaran de una vez por todas los problemas con Jen. Me puse una sudadera y me senté en la mesa donde estaban todos los planes de viajar a las Islas Canarias. Tiré a un lado todos los papeles y el mapa que se encontraba abierto desde ayer en esa misma posición.
-Seré gilipollas- Suspiré pesadamente, sorbiendo un poco del café que me había preparado minutos antes. Había amanecido nublado como de costumbre; se podía visualizar desde las ventanas que afuera hacía un montón de frío y que, de seguro, las calles estarían vacías salvo por los turistas que visitaban Madrid todo el año.
-¿Debería dormir un poco?- Siempre había sido una persona que creía amar la soledad, pero cuando tienes a alguien especial, la soledad se transforma en otra cosa… detesto estar sólo en esto. Me siento detestado; odiado, aunque hay millones de personas a mis espaldas.

Luchemos Por Esto - Fanfic (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora