Capítulo 58

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Narrado por Rubius

…He estado parado frente al edificio de Mangel y Cheeto por más de 20 minutos y no me he atrevido a pisar terreno enemigo.
-Mierda, estoy acojonadísimo- ¿Por qué no puedo dar la cara y ya? Mangel me está esperando ansioso, y tengo claro que esta noche no será para nada sencilla, pero al menos por respeto debería ir y ya.
-Aunque todo termine en una jodida pelea- Tragué saliva, frotando mis manos al sentir como los dedos se me entumían.
    Me decidí a entrar, deteniéndome en el portal, para devolverme nuevamente a la calle, titubeando de una manera muy vergonzosa.
-¿Acaso soy un niño de 3 años?- Comencé a recriminarme a mí mismo por mi conducta reprochable e infantil.
-Dios… No creí que esto fuese tan difícil- Comencé a saltar para entrar en calor. Todavía no amanecía, pero sentía que el sol saldría pronto.
-Si sigo así moriré de hipotermia- Exhalé, escondiendo mi rostro en esa bufanda peluda que me había regalado mi madre años atrás, para los viajes a Noruega. El vaho me demostró que el frío era cosa seria.
-A la cuenta de uno… dos…- Detuve el contéo, sin entender porque el corazón me quería escapar por la garganta, junto con otros órganos que no lograba identifiar.
-Joder tío, que esto no puede ser tan difícil- Me puse a bailar en medio de la acera, haciendo el tonto, para calentar mi cuerpo y para quitarme de encima las ansias que tenía acumuladas.
-Vale, a dar la cara se ha dicho- Inhale, inflando el pecho a más no poder, tocando el timbre de la recepción, para luego arrepentirme y querer salir corriendo.
-oh no nigga; esta vez te quedas- Me dije en un monólogo interno, decidido a terminar esto de una vez. Las puertas principales se abrieron con el chillido del interruptor, lo que me dio paso al piso de Mangel.

     Comencé a subir las escaleras muy despacio, sintiendo como la cabeza me daba vueltas en una mezcla de mareo y nerviosismo.
-¿Por qué tengo que pagar platos rotos?- Buscar excusas era una de mis mejores habilidades, pero sabía que esta vez no me iba a funcionar. Tenía claro que platos debía pagar, y lo tenía muy merecido; besar a tus mejores amigos sin excusas aparentes, es un gran plato. Uno gigante.
-Me cago en todo- Mi respiración se empezó a acelerar de maneras peligrosas a cada escalón que me acercaba al departamento de este gilipollas.
-Vale, este no soy yo. Tío que soy Rubius, no una chica de secundaria- Fruncí el ceño, haciéndome el mero macho, subiendo con decisión los escalones que me quedaban, bajando la intensidad al notar que ya estaba en el piso de Mangel, y que de hecho, estaba a escasos centímetros de su departamento.
-Esto podría haberse hablado por móvil- Me mordí el labio inferior, acercándome a la puerta, para apoyar mi mano de manera muy delicada en la madera fría.
-Estoy temblando- Sabía que esto no iba a salir bien. No sirvo para esto… No entiendo porqué vine a exponerme de esta manera por algo tan absurdo.

“Porque lo quieres”

-Porque… quiero que sea feliz- Me acerqué aún más a esa puerta sepulcral, apoyando mi cabeza contra esta. Por algún motivo sentía que Mangel estaba al otro lado, en mi misma posición, esperando a que me hiciera hombre y diera la cara ante mis conductas.
-No puedo huir más- Cerré mis ojos, tratando de calmar lo que se había transformado en un pulso realmente agitado. No lo entendía, realmente no entendía porqué una simple conversación me tenía de esta manera.
-Entre la puta espada, y la puta pared- Susurré de manera casi inaudible, evitando por todos los medios que Mangel escuchara algún murmullo, aunque sea una mosca volando.
-Necesito tiempo… esto ha sido demasiado rápido- Levanté mi cabeza, suspirando una última vez, para darme la media vuelta y dirigirme a la escalera de vuelta a mi casa.
       ¿Esto es todo? ¿Tan poco quiero a Mangel? Quiero decir… ¿Es tan poco lo que puedo hacer por él? Me gustaría tener un poco de la valentía que él tiene. Pasarse por los cojones lo que el mundo opine; ser tan sólo él, y vivir a su manera.
-No voy a escapar- Mi ceño se oscureció, poniéndome en un estado bastante serio; ese mismo estado que me ayudó a tomar el valor necesario para tocar la puerta de manera débil y temblorosa.
-Empezó el show- Me dije a mí mismo, notando como la puerta se habría casi al instante.
-Rubiuh… pasa tío, que ehtá heláoh afuera- Mangel se veía un poco adormilado. Quizá se estaba quedando dormido en espera de que me dignara a tocar la puerta.
-Hace un frío acojonante. La bufanda de mi madre me salvó- Comenté con un nerviosismo latente. No quería llegar a ese tema; no quería absolutamente nada… Quería estar enterrado a diez mil kilómetros bajo tierra y no tener que estar viviendo esta situación.
     Entré, sintiendo como las rodillas me temblaban. Estaba en territorio “desconocido”. Aquí no tenía ventaja alguna, y las preguntas de Mangel serían suficientes para hacerme caer desmayado al piso.
-Que melodramático- Pensé, siguiéndole el paso a Mangel, que se dirigía a la cocina.
-¿Quiereh algo pa’ tomar? ¿Algo caliente? Pareciera como si hubierah ehtáoh en el frigorífico- Comentó sin mirarme, concentrado en poner la pava al fuego y dejar que el agua hirviera sin ni siquiera ehperar mi rehpuehta.
-Vale, ya que insistes- Comenté como lo hubiese hecho en cualquier situación. No quiero perder mi esencia por algo como esto. Necesito mantenerme concentrado en lo que estoy haciendo.
     El silencio volvió a apoderarse del departamento. Mangel se mantenía de espaldas a mí, mirando como anda a saber tú que cosa, mientras yo simplemente estaba de pie en la puerta de la cocina, esperando alguna ayuda caída del cielo.
-¿Y Cheeto?- Pregunté tratando de dar algún tema de conversación. La tensión se cortaba con tijeras.
-No ehtá en casa- Respondió casi al instante, sin siquiera voltear. Mi corazón comenzó a acelerarse de manera inconsciente… Estoy entendiendo el juego de Mangel.
-Ah… ¿Salió de fiesta sin ti?- Comencé a reir despacio y temeroso; No escuché respuesta alguna… Dejé de reir de inmediato al ver que esta haciendo el gilipollas de maneras monumentales.
-Me ehcribió una nota. Me dijo que aprovechase la oportunidad que me ehtaba dando- Me mordí los labios, sintiendo una corriente eléctrica subir por toda mi espina, acojonadísimo por la actitud de Mangel.
-¿El…El momento?- Titubeé, sintiéndome estúpido y realmente avergonzado. No quiero que me responda. No quiero que me diga nada, de hecho, quiero salir corriendo.
      No hubo respuesta alguna. La pava comenzó a chillar, emitiendo ese sonidito irritante que avisaba que el agua ya estaba hervida.
-Si… el momento- Contestó seco, lo que hizo que me tambaleara un poco. Esta actitud no es típica de él, es por eso que puedo notar cuan nervioso está. Sólo hace esto para escudarse y sentirse un poquito más protegido… Lo está logrando, joder.
-Ehh…- No sabía que decir para rellenar los espacios en blanco que se formaban en esta conversación. Mangel aún no me daba la cara; estaba usando de excusa esa estúpida pava con la cual rellenaba unos tazones con agua hirviendo.
-Vamoh a la sala de ehtar- Se dio la vuelta, para mostrarme al fin su rostro. Increíblemente no tenía expresión alguna. Lo estás haciendo de puta madre Mangel; te está funcionando el jodido plan.
-Vale- Comenté despreocupado, o eso quería que pareciese. Su puta forma de actuar me tenía los cojones inflamados, pero por sobre todo, el pulso por las nubes.

Luchemos Por Esto - Fanfic (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora