Capítulo 108

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Narrado por Rubius

-Buenoh díah dormilón- Esa voz que me ha acompañado desde ya mucho tiempo.
-Buenos días Mangel- Sentí como sus brazos se aferraban fuertemente a mi pecho, mientras sus pies jugaban de manera infantil con los míos, bajo esas sábanas que tantos secretos guardaban.
-¿Quiereh desayuno?- Vi como esa cercanía que tanto amaba, se cortaba en cuanto él se levantó de la cama, estirando cada músculo de su cuerpo, pegando un bostezo que se hubiera tragado un puto bosque.
-Claro, y que sea rápido- Dije de manera autoritaria, riéndome a los segundos de haberme comportado como un verdadero gilipollas. Él no me prestó atención, solo hizo una leve despedida con su mano, saliendo de mi habitación, para dirigirse a la cocina.

Aquí estábamos... ¿Cuánto tiempo había pasado desde que nos conocimos? No, no, mejor dicho ¿Desde que me mudé con Jen? O mejor... ¿Desde que me di cuenta que amaba a este idiota? O mejor recordar... desde que me rompió el culo el muy hijoputa. Han pasado tantas cosas, tanto tiempo y aún siento lo que sentía desde el primer día en que, tontamente, me di cuenta que lo que sentía por Jen no era ni comparado con lo que me hacía sentir Mangel. –Y seguimos igual de gilipollas- Me reí de manera interna. Así era... había pasado ya un tiempo desde que le había contado a mi madre todo lo que sentía por mi amigo, y un poco menos de tiempo desde que Mangel me dijo que su madre ya sabía lo nuestro...

"-Rubiuh... ¿tú tieneh que ver algo con ehto?- Me increpó serio, pero no molesto.
-No sé realmente a que te refieres, Mangel- Me rasqué la cabeza, un poco dubitativo. No recordaba haber hecho nada muy importante en la casa de Mangel, salvo haber hablado con su madre y haberle admitido sin miedo, que me gustaba un chico y que él había sido la causa de que yo rompiera con Jen.
-Nah, eh solo que mi madre me ha dicho que ya sabe todo... y créeme, cagué el ladrillo máh duro y grande que hah conocíoh en tu vida- No pude evitar reírme por la analogía de este subnormal. Aún así, caí en la cuenta de lo que me había dicho.
-¿Qué me estás contando Mangel? ¿En serio? Te juro que no le he dicho nada a tu madre, si hay algo que respeto es tu privacidad. Ya me dejaste claro que no querías comentarles nada a tus padres, por el momento. No tendría el descaro de romper aquello- Admití muy sincero, cosa que, al parecer, conveció completamente a Mangel.
-Tieneh un imán de cosah buenah Rubiuh, ereh mi ticket a la felicidáh- Me revolvío el cabello, besándome la frente pese a mi considerable altura. Está bien, eso se había visto un poco ridículo, pero más ridículo fue haberme puesto nervioso y rojo por aquel gesto tan significativo y lleno de amor"

-Aló, tierra a Rubiuh. Joer macho que llevo mil horah paraoh a tu láoh y ni mi aroma de macho te ha llamaoh la atención- Puse los ojos en blanco, recibiéndole la bandeja con cosas varias.
-Claro, olor a macho o a mono papión. Tú dime la diferencia tío- Me descojoné por mi brillante comentario, que no le había causado gracia a Mangel, o eso pensaba, hasta que escuché como se descojonaba y comenzaba a imitar a un puto mono. Que tonto es.
-¿Cómo ehtáh?- Me miró fijamente, lo que me provocó un pequeño escalofrío en el pecho. Ahí, muy cerca del corazón.
-¿Cómo crees que estoy? Tengo un delicioso desayuno en mi cama, y una bandeja en mis piernas- Le guiñé un ojo, haciendo referencia a ese espléndido desayuno de ojos dulces y profundos. –Creo que no te he dicho muchas veces que eres terriblemente guapo- Le devolví la mirada, sin poder evitar ver en aquel rostro, más peludo y mayor que hace unos cuantos años cuando éramos unos fetos, mi felicidad.
-Me lo hah dicho, pero si quiereh puedeh decírmelo máh veceh, yo no me opondré- Puso un gesto de superioridad que me hizo refunfuñar, hasta que sentí como sus dedos tomaban uno de los mechones que caía en mi frente. –Tú también ereh muy guapo, amor- ¡Porqué Mangel! ¡Porqué me haces subir y bajar en una montaña rusa de emociones gays! No dije nada, solo tragué saliva, visiblemente nervioso, tomándo la taza de café que tenía en aquella bandeja apoyada en mis piernas, temblando de manera estúpida. Maldita sea.
-Mangel, recordé aquel día que me contaste que tu madre te llamó- Le comenté para cambiar el tema, cosa que resultó de manera formidable.
-¿Por qué recordahte eso macho? Fue gracioso que, luego de esa llamada, me siguiera llamando loh díah siguienteh pa' preguntarme sobre ti. Mi madre no sabe ser dihcreta, eh un desahtre con patah- Comentó, aún jugueteando con ese mechón que lo tenía tan concentrado. –Ehtoy felíh y tranquilo de que lo sepa... no entiendo porqué nunca se lo dije máh tranquilo; dehpuéh de tóh ella siempre me ha apoyáoh...- Se le veía nostálgico, y eso me hizo feliz. Notar que tiene a personas que lo aman a su alrededor, es el mejor remedio para alguien que se siente incomprendido, aunque dudo que ese fuera el caso de Mangel.
-¿A qué hora tienes que marcharte?- Le pregunté, recordando que me había comentado de un compromiso pendiente.
-En unah doh horah máh. Por mí me quedaría contigo todo el día acohtado, pero necesito hacer ehto de una véh... he ehperaoh mucho tiempo- Asentí con la cabeza, aún sin saber a qué se refería.
Estuvimos desayunando y hablando de banalidades, a la par que nos sonreíamos y nos mirábamos de vez en cuando. Desde mi ruptura con Jen, Mangel había estado muchísimo más presente en mi departamento. Lo invitaba más seguido, primero, por la soledad que sentía entre estas cuatro paredes llenas de cosas que no deseaba recordar y, en segundo lugar, porque realmente quería estar con él y la opción estaba. Si él no tenía nada que hacer, yo iba y me lo robaba de cualquier persona o actividad que me lo quitara de los brazos. Cuando terminamos, nos levantamos y nos fuimos a la ducha juntos, algo que habíamos acostumbrado a hacer seguido.
-Tieneh el culo muy blanco macho. Sal al sol aunque sea- Claro, en invierno, gilipollas. Rodé los ojos, poniéndome los bóxer que tenía en la mano.
Nos vestimos, nos arreglamos y, con un amargo trago de saliva, me despedí de Mangel.
-Gracias por venir, no te olvides de mí, gilipollas- Le recriminé. Siempre lo hacía, y me gustaba recordarle que necesitaba que se preocupara por mí, que me recordara y me viniese a ver. Había retomado con todo lo de Youtube. Mi estado anímico estaba mucho mejor así que me podía mantener ocupado, pero no lo suficiente como para olvidarme de él, siempre estaba rondando mis pensamientos el muy hijoputa.

Luchemos Por Esto - Fanfic (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora