Capítulo 48

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Narrado por Rubius

-Me cago en la puta- Sentía como mi labio comenzaba a arder por el pequeño pero certero golpe que Mangel me había dado hace no mucho tiempo atrás.
-¿A dónde se supone que debo ir ahora?- Ya había vagado por las calles mojadas por bastante tiempo, sin decidirme.
-No quiero volver a casa- Susurré bastante despreocupado, recordando que no le había avisado a Jen, de mi paradero, por bastante tiempo.
-Debo llamarla- fue lo único que se me ocurrió, dadas las circunstancias. Si tan solo no fueran las tres de la mañana, podría llamarla ahora mismo.
-Willy…- Joder, he abusado demasiado con la amabilidad de él, pero no tengo otra opción en estos momentos.
    Tomé mi móvil, un poco nervioso por la excusa que debía dar, marcando su número y esperando que no fuese demasiado tarde para él; después de todo suele quedarse de madrugada en el ordenador.
-¿Rubius?- Escuché su voz de fondo, sintiéndolo prácticamente como una salvación.
-Perdón- Fue lo único que dije, sintiendo como me entendía sin haber dado explicación alguna.
-Ven. Me cuentas aquí- Fue lo último que me dijo antes de colgarme. ¿Se habrá cabreado?

    La noche estaba más helada que mis cojones, pero al menos me daba tiempo para respirar aire puro y pensar en la cantidad de cosas que habían pasado en tan poco tiempo.

“-No quiereh que me bese con una tía. No quiereh que me bese contigo. ¿Qué cojoneh quiereh que haga? ¿Qué te haga un altar?”

   ¿Qué es lo que realmente estaba buscando con liarla de esa manera? Si yo hubiese estado en la posición de Mangel, hubiese estado igual de confundido, o peor.
-¿Por qué me tuve que involucrar?- El problema es que termino arrepintiéndome de las cosas, después de haberlas hecho, pero… ¿Por qué se besaba con una tía?
-Realmente me confundes- Suspiré, mirando al cielo, encontrándome con un pequeño rayo de luz que se asomaba entre las nubes.
-Ese día… cuando la luna estaba gigantesca- Sentí una pequeña brisa en mi nuca, recordando como jugábamos en el barro, intentando subir a la colina para observar mejor la luna.
-Te prometí que sería un secreto entre los dos- Comenté al recordar como nos dimos la mano, mas bien el dedito, como si estuviésemos solo en el mundo. Una calma tan jodidamente especial, que me había hecho sentir realmente feliz.
-Mangel me hace tremendamente feliz- Comenté un tanto avergonzado, dándome cuenta de que, pese a todo, lo sigo queriendo muchísimo.

     Me llevé un buen tiempo comentando en silencio, hasta que, sin darme cuenta, ya me encontraba a menos de dos cuadras de la casa de Willy.
-¿Qué hora es?- Me quedé petrificado al ver que de hecho, llevaba mas de una hora caminando y pensando en cositas cursis.
-Willy me va a matar- Tragué saliva, corriendo lo poco y nada que me quedaba de trayecto. No quería demorarme más de lo que ya me había demorado.
   Llegué a su casa, casi sin aliento, entrando y tocando la puerta bastante despacio. De seguro sus padres y su hermana estarán dormidos.
-Hombre… que te has demorado una eternidad- Me comentó en un susurró, mientras me hacía pasar, quedando con una cara muy retard al ver mi ropa y mi rostro.
-Mejor ni preguntes- Le contesté antes de escuchar su respuesta… De todos modos igual le contaría todo lo sucedido.
-Sácate la ropa y déjala allí- Me apuntó un sector, a lo que obedecí, mientras veía como él se alejaba en busca de algo.
-Que frío- Comenté a temblar, sintiendo como tenía la ropa pegada a la piel a causa de la lluvia.
-Ten- Escuché la voz de Willy por detrás, cediéndome una camiseta y unos pantalones de polar que, agradecía un montón.
-Joder tío… en serio disculpa por tantas molestias. Juro que no te haré esto nunca más- Me sentía terriblemente avergonzado, después de todo abusar de la hospitalidad de las personas no está nada bien.
    Willy se dirigió a su pieza, mientras yo me sacaba prácticamente toda la ropa ahí mismo, en la entrada de su casa, claro que con la puerta cerrada.
-¿Estás listo?- Vi como asomaba la mitad de su cuerpo, por la puerta de su habitación, sin sacar su cabeza. Madre mía, somos tíos. Tenemos lo mismo… a no ser.
-Si hombre, estoy listo- De hecho lo estaba. La ropa me quedaba un poco mas corta de lo normal, y un tanto mas suelta, pero no le presté absoluta atención a esto. Al menos estoy seco y abrigado.
-¿Y? ¿Qué te hace estar nuevamente en mi casa?- Me sonrió de lado, mientras caminábamos a su habitación.
-Mangel…- Fue lo único que pude comentar sin sentir un leve dolor en el pecho. Nos adentramos en la habitación de Willy, mientras veía como él buscaba por los cajones algo.
-¿Se pelearon?- Escuché su voz un tanto alterada, mientras sacaba una caja transparente y me daba nuevamente la cara, acercándose a mi.
-Si…- La verdad es que estoy bastante corto de palabras. Sigo un poco mareado y ausente de la realidad.
   Vi como Willy asentía, mientras sacaba variadas cosas de la caja esta. Algodones, unos líquidos raros y unas curitas.
-Tienes la cara hecha un desastre, ¿lo sabías?- Comentó con una voz bastante grave, mientras untaba el algodón con ese líquido transparente y me lo daba en la mano.
-Lo sé- Comenté, recibiendo el algodón, para pasármelo por todas las partes que sentía arder.
-Ustedes dos son un desastre- Se descojonó, bajándole el perfil a algo que consideraba bastante preocupante.
-Willy… jamás pensé que le haría algo así a Mangel- Comenté, bajando el algodón, para desviar mi vista a mis propios nudillos. Esto me destroza.
-De seguro has hecho muchas cosas que creiste jamás hacer por nadie- Se encogió de hombros, mientras se levantaba y se dirigía al ordenador. De seguro lo apagará.
-¿Qué me está pasando?- Susurré de manera casi inaudible, mientras tiraba el algodón a tomar por culo.
      Suspiré profundamente, mientras me mantenía apoyado en la muralla, sentado en la cama de Willy.
-¿Qué harás ahora? ¿Se acabó la amistad?- Me comentó, volviendo a mi lado, acomodándose.
-Supongo que Mangel jamás me perdonará por todo lo que le hice. Pero Willy, es culpa de él, joder- Comenté esto último, elevando un poco la voz, a lo que me hizo callar enseguida.
-¿Crées que no te perdonará? Hombre, desde que los conozco, Mangel ha estado a tu lado llueva, truene o relampaguée- Willy nos conoce hace bastante, y que me diga eso es casi como una revelación.
-Presiento que esto no va a ningún lado tío. Creo que esto es el final- Comenté acojonadísimo. ¿Yo sin Mangel? ¿Qué sería de mí día a día sin hablar con él? ¿Cómo se lo explicaríamos a nuestros suscriptores?... No, realmente no me veo en una situación así.
-Chaval… ¿Qué estás diciendo? Es solo que tú no te decides. De seguro no tienes idea de lo mucho que te aprecia Mangel- La seguridad de Willy me asusta, y mucho.
-Lo tengo claro… lo que no tengo claro es como no hacerle daño a Mangel. Willy… yo lo quiero, y pese a que no se lo diga constantemente, creo que es una de las personas más importantes que tengo a mi lado- Sentí un leve ardor en las mejillas. Ese ardor que te dice “Vale, al menos has dicho algo verdadero” y es que hablar con Willy me ha ayudado muchísimo a darme cuenta de que Mangel es parte de mi vida, de una manera muy importante.
-¿Por qué tienes miedo a admitir que lo quieres?- Lo miré un poco nervioso, para luego, simplemente, desviar la mirada a mis nudillos.
-Porque tengo miedo de que sea algo más que un “te quiero”- Susurré, cerrando los ojos, en busca de algo que calmara mi tensión. Un recuerdo, una escena, una imagen, un olor. Cualquier cosa que me sacará de este jodido desorden que tengo en la cabeza.
-A dormir- Comentó Willy, notando que yo ya estaba divangando en mi propia cabeza.
     Le hice caso, sin decir palabra alguna, bajando de su cama, para recostarme en la cama improvisada que ya me había acogido una vez. Será una noche larga…
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-Rubius- Sentí como me movían del hombro, despertándome lentamente.
-¿Qué pasa tío? Dios… disculpa- Me froté los ojos, tratando de volver poco a poco al mundo real, notando como Willy ya estaba vestido, y como no, con el ordenador encendido.
-Son las tres, hombre. Es hora de despertar- Me comentó tan cariñosamente, que creí por un momento que hablaba con mi madre.
-Mierda. Disculpa… soy un inquilino muy molesto- Sonrió, poniendo los ojos como un verdadero chino.
-Tranquilo… Creo que es bueno que arregles tus asuntos- Me dijo esto, alejándose para sentarse nuevamente en el ordenador y teclear con rapidez.
    ¿Mis… asuntos? Joder…
-¡Jen!- Me levanté de golpe, buscando mi móvil entre la cantidad de mierdas tiradas en el piso, para encontrarlo y marcar con rapidez, sin antes levantarme y meterme al baño, viendo que no hubiese nadie, claro.
-¿Rubén?- Sonaba bastante preocupada, lo que me hizo sentir como un verdadero hijo de puta.
-Jen, amor. Discúlpame- Me apoyé en la puerta del baño, cerrándola por completo, mientras escuchaba al otro lado del móvil, su voz quebrada.
-¿Perdón? Joder, me tenías terriblemente preocupada- La escuchaba alterada, pero de seguro dolida. Desaparecí del mapa sin darle pista alguna.
-Lo siento, en serio… tenía que arreglar un par de cosas- Comenté con la voz apagada, tratando de no recordar algo que me hiciese sentir incómodo.
-¿Cuándo vuelves? ¿Vuelves?- Preguntó aguantando los sollozos. Lo sentía en su voz.
-Hoy en la noche… En serio, disculpa. Ya hablaremos cuando estemos juntos- Comenté sintiendo ganas de nada… sabía que esto le hacía daño. ¿Cuándo fue que comencé a hacerles daño a todas las personas que quiero?
-Vale… te amo- Fue lo último que me dijo, antes de colgar. De seguro no quiere hablar más del tema, y la comprendo.
    Salí del baño, para dirigirme donde Willy y preguntarle donde cojones estaba mi ropa de anoche. Resulta que hoy en la mañana, Willy le pidió a su madre que lavara mi ropa. Estaba tendida y prácticamente seca.
-Joder… este tío merece un monumento. Y su mamá también- Comenté para mí, sintiendo ese rico olor a ropa recién lavada, en cuanto la tuve en mis manos.

Luchemos Por Esto - Fanfic (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora