Destino compartido || Gavi ||

Parte 50- Odio nuestra conexión

Recordad dejar estrellita

NARRA BEA

Habían sido los 3 peores días de mi vida desde que pasó mi operación. Una oleada de recuerdos amargos me invadida, cuando habría los ojos y me daba cuenta que estaba ingresada de gravedad en la habitación de un hospital.

Y si eso no fuera suficiente, mi relación con Gavi pendía de un hilo.

Enterarme que su "Carla", la persona que tanto daño le hizo, era en realidad mi prima Ana, había sido un duro golpe para mi. Toda mi vida viví a la sombra de Ana. Nos criamos prácticamente juntas, porque su madre nunca estaba y siempre por una cosa o por otra acababa en mi casa. Nunca fui una persona celosa, ni discutidora , pero Ana sacaba la peor versión de mi, y por eso sabía lo mal que se lo debió de hacer pasar a Gavi.

Yo aun quería a Pablo, aun con lo loco que se puso al enterarse de nuestra extraña "conexión", pero ahora no podía dejar de pensar que todo lo que yo estaba viviendo con el.. Ana también lo había hecho. Ana probó sus labios , su roce.. sus caricias, Ana se acostó con el, y luego.. yo había aparecido como un segundo plato para el sevillano. Y es que por mucho que intentara verlo de otra forma, no podía dejar de pensar que si Ana aun estuviera en Barcelona y ambas hubiéramos conocido a Pablo a la vez, ella habría conseguido que Gavi la eligiera por encima de mi.

Dejé caer mi cabeza en la almohada y suspiré controlando las ganas que tenía de llorar.Me encontraba fatal desde que Gavi se fue por la mañana. La sensación de falta de aire en el pecho había aumentado, y no había mejorado en todo el día.

Tampoco había querido llamar a Gavi, y eso que se hicieron las 6 y no había ni rastro de el, pero es que  toda la situación me estaba superando. Me había pedido que pensara, y lo intentaba,pero o sabía que hacer.

Y si todo no fuera lo suficientemente complicado, la cosa empeoró aun más cuando sin venir a cuento mi padre se presentó en mi habitación del hospital junto a Hector.  El cirujano que me operó del corazón, y que me visitó el día anterior para comprobar como estaba mi corazón, era amigo cercano de mi padre, y supuse que le avisó que estaba ingresada.

En resumen, aquí estaba estaba yo, sin a penas poder respirar y frente a mi mi padre exigiendo cosas sin sentido, porque no tenia derecho a exigir nada, y menos aun después de echarme de casa.

-¿Cómo no me avisas?- repetía una y otra vez mi padre en lo que parecía un monologo. Ni si quiera me había preguntado como estaba, solo le daba rabia que no lo hubiera avisado en una situación así- y encima me tengo que enterar por Luís, es que eres una irresponsable.

-Papa.. ¿Puedes dejarlo.. ?-le pedí casi sin voz llevándome la mano al pecho.

-No voy a dejar nada, he hablado con Luís, mañana te van a dar el alta y te vienes conmigo aMadrid- ordenó y sentí que se me removía algo por dentro al escucharlo. Otra vez con lo mismo, habían pasado casi 3 meses desde que se fue y seguía igual.

-Papa.. déjalo - volví a repetir sin fuerzas -mi vida esta en Barcelona.. ya te lo dije, pero no quisiste entenderlo.

Hector solo carraspeó incómodo y se dejó caer en la silla que había junto a mi cama. La verdad es que no entendía que pintaba aquí.

-No te vas a quedar aquí con el futbolista ese ¿Qué clase de tontería es esa?

Y ahí me calentó, porque no tenía derecho a hablar de Gavi de forma tan despectiva.

-El futbolista "ese" tiene nombre- le recordé justo cuando Gavi entraba por la puerta de la habitación.

Llevaba el pelo aun un poco mojado del entreno, además de un ramo bastante grande de girasoles en las manos.