Capitulo 02|Una hija frustrada, un texto y una llamada para el olvido

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Catalunya Banc

SUCURSAL DE BARCELONA

Carrera Bergara, 11. 08002

4ª, Edificio Gaspar Fábregas, Calle Collserla, 98, 08174 Sant Cugat del Valles.

26 de septiembre de 2016

Sra.  Clara  Vilá,

En relación a mi carta del 26 de agosto del presente año, me permito recordarle que debe abonar sus cuotas pendientes con respecto al préstamo realizado en el mes de mayo.

Si no se encuentra en condiciones de realizar el pago, le ruego que tenga la amabilidad de ponerse en contacto con la jefa de cuentas para concretar una reunión; evitando en lo posible llegar a instancias judiciales.

Atentamente

Gerard Bassols Serrat

Presidente

CATALUNYA BANC— AL ALCANCE DE TODOS

No tengas miedo.

No es la primera vez que me envían ese tipo de notificaciones. De hecho, es la manera más común de asustar a las personas que no pagamos nuestras deudas. No estoy orgullosa de estar en esta situación, pero últimamente he estado bastante retrasada con mis pagos porque mi jefe no me ha pagado en fecha y como corresponde.

No, no me alcanza con lo que gano en el hotel.

Sin perder la calma, trato de pensar como saldar alguna o una de las cuotas; lo único que me falta es acabar en la cárcel por deudas (aunque he oído que nadie ha ido a la cárcel por eso).

Lo que sea.

Por otra parte, mis padres me han dejado como ochenta mensajes para recordarme que debo cuidar a esos mocosos.

¿Cómo podría olvidarlo?

Bien, pensé que lo olvidarían.

Lo sé, eso me hace sonar como una mala persona, pero trata de quedarte a cargo de ocho personas. Créeme, cambiarás de parecer al instante.

Cuando llegué a la casa fui recibida por gritos ensordecedores. Sí, apenas llevó medio segundo y lo único que deseo es salir corriendo. En verdad, no sé que es peor: Escuchar discutir a Gema, Joan y las mellizas por estupideces de adolescentes, el llanto desconsolado del bebé, o peleas infantiles de los niños.

Todo.

Sí, todo esto es horrible.

Pero, debo soportarlo para no parecer una idiota sin corazón frente a mis padres.

(...)

Después de la cena el silencio reino en la casa.

¡Paz!

¡Por fin!

Necesito silencio para pensar como pagar mis cuentas, o al menos inventarle una buena excusa a los del banco para que me fraccionen por enésima vez mi cuenta pendiente de ciento nueve mil euros. No, no quiero hablar de cómo pude llegar a deber ese monto porque me deprimo. De la nada, escuchó pisadas, como si alguien estuviese bajando de las escaleras de la sala. Salgó de la cocina, y encuentro a Joan con su mochila al hombro.

─ ¿A dónde crees que vas? ¿Te has fijado la hora que es?─ le dije, apuntándolo con la pieza de tela que usamos para secar la vajilla─. Sea lo que sea, puede esperar─ continué, usando una voz firme, como la que usaría mi padre en esos casos.

¿Cómo cazar a un millonario?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora