Hoy te voy a poner al día con la vida de Lisse.
No, no ha pasado nada interesante en mi vida.
Estoy preocupada.
Usualmente cuando no me pasa nada malo es porque mi siguiente tropezón es aún peor que el anterior. De verdad, estoy muy segura que esto un karma negativo que heredé de mis antepasados. No puede ser que a una sola persona le sucedan tantas cosas malas. Es que yo no me lo puedo explicar.
¿Ese no es el título de una canción?
¿Sí?
¿No?
No importa.
No es el punto.
El punto es que te tengo que dar una actualización sobre la vida de La Fisna. ¿Qué harías tú sin mis actualizaciones de chismes?
¿Qué haría yo con toda la información que tengo y sin poder ventilarla al mundo?
¡Basta!
Estoy hablando tonterías.
Voy al chisme.
Hoy es el aniversario de la muerte de su hermana. Y, como es costumbre, Lisse fue a llevarle flores muy temprano por la mañana. Para su sorpresa también encontró a Marcel. Sí, siempre va a verla en su aniversario y cumpleaños. Creo que eso es un gesto lindo su parte.
― ¿Qué haces aquí tan temprano?― Marcel le preguntó, apenas la vio llegar con un ramo de rosas blancas.
Una tortilla de patatas, ¿Y a ti que te parece? ¡Hombre! Ha venido a visitar a su hermana.
―La que debería preguntarte eso soy yo― Lisse le contestó, con cierta curiosidad en sus palabras―. Siempre vienes al final de la tarde porque no te gusta encontrarte con otras personas.
Por supuesto, discutieron como dos niños pequeños porque esta gente no respeta ni a los muertos. Entonces, algún alma caritativa hizo que llegaran a un acuerdo y por fin decidieron darle su merecido respeto a Santa Alisse.
Es que con esta gente no se puede.
Luego dicen que el dinero da educación y buenos modales.
Esa juventud que no respeta nada.
― Nos vemos, Marcel― Lisse se despidió.
― Espera, quiero hablar contigo sobre un tema importante― Marcel parecía muy serio cuando mencionó cada palabra―. Es sobre un negocio. El negocio de Clara. Quiero que la ayudes a crearlo.
─ ¿Qué quieres qué?─ Lisse dejó escapar, sorprendida.
Yo también lo estoy.
―Que la ayudes con su tienda de vestidos. Ella tiene ideas pero no sabe nada de negocios. Tú hiciste un postgrado de negocios y estás desempleada.
Gracias por levantarle el autoestima.
─Pero...
─ ¿Pero...qué? ¿Todavía sientes cosas por mí?
― ¡Perdiste la cabeza! ¡Nunca sentí nada por ti! ―Lisse exclamó, indignada―. Bueno, sentí lastima. Pero, no más que eso.
― ¿No eras tú la que me rogó para que me casé contigo? Recuerdo haber escuchado eso claramente. Estuviste en mi puerta por una hora.
Hombre pues yo sí me lo creo. Que esta se muere pero por tu primo, y solo hizo lo que hizo porque era una niña inmadura manipulada por sus padres y tu inmaculado padre.
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¿Cómo cazar a un millonario?
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