Capitulo 03|Un funeral, una mala hija y un desalojo

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Pau Vilá y Berta Nogues murieron a las 14:35 pm del domingo dos de octubre. El autobús en el que viajaban giró a la izquierda en la Avenida Palau Reial del Paseo Sant Andreu Soler, cuando una mujer al comando de una Toyota Hilux se estrelló contra el tanque de gasolina del autobús, causando una explosión. De los cuarenta pasajeros veintitrés resultaron heridos, quince tuvieron muertes instantáneas y dos fueron llevados a urgencias, pero perdieron la vida horas más tarde. Esas dos personas eran mis padres.

La Señora Juana, una vecina de toda la vida, muy amiga de mis padres,l me ayudo a preparar el funeral.

¿La verdad? es que se ocupó de casi todo.

Eso fue un alivio.

Enterarme de la noticia me dejó por los suelos, sólo quería correr a mi cama y esconderme bajo mis mantas, o quizás solo morir.

Nada tenía sentido.

La misa de despedida fue oficiada el lunes por la tarde, por un sacerdote de nuestra comunidad. El señor Francesc, con su voz entrecortada, dio un pequeño discurso sobre la vida eterna; su cansado y viejo amigo Pau Vilá se había marchado sin despedirse. La mejor amiga de mi madre, Beatriz junto a la Señora Juana, lloraban histéricamente sobre el ataúd de Berta.

Vale, todos los presentes lloraban.

Mis padres eran muy queridos a lo largo y ancho de la comunidad.

No tenían dinero, pero eran los primeros en ayudar a otras personas en lo que pudiese hacer falta.

Cuando el servicio terminó, hubo un incómodo murmuro de voces. De repente, el cielo se había puesto oscuro, una extraña brisa me abrazó, como si la peor tormenta estuviese sólo a la vuelta de la esquina. Busqué a los niños entre las personas, pero no pude hacer contacto con ninguno. Sentí una mano sobre mi hombro, era la señora Juana diciéndome que había puesto a mis hermanos en el auto de su hijo mayor para ir al Parque Metropolitano.

Por otra parte, Sandra (la hermana de Berta) brilló por su ausencia. Le deje unos cientos de millones de mensajes. Me respondió solo uno de ellos. No lo creerás, pero decía algo como: "Lamento lo de tus padres. No puedo hacerme cargo de los niños. Adiós"

Estaba tan devastada que ni siquiera pude enviarla a la mierda.

Son sus hijos.

Vale, que mi padre reconoció a todos por Berta, pero siguen siendo sus hijos. No lo sé, debería ser considerada y ocuparse de ellos, o al menos apoyarme en esta situación, que es muy dolorosa.

Pero bueno, es Sandra.

No puedo esperar menos de ella.

(...)

El olor a lluvia se vuelve más intenso. No puedo sacar la vista de las lapidas. Mariona está llorando desconsoladamente junto con Gema y Neus. Ella nunca llora, pero ahora estaba llorando como una bebé sin consuelo alguno. ¡Dios! Odio esto. De verdad, estoy odiando toda esta situación. De la nada, Toni dice―Entonces, ¿Mamá y papá están muertos? ¿Ellos se enfadaron y por eso fueron a vivir a otro lugar?

Imagino, que por su corta edad no puede entender el significado de la muerte.

─Hablemos despues, Toni─ Joan le dice.

― ¿Y si nos disculpamos? Ellos van regresar, ¿cierto?─Toni insistió.

Llum, pone los ojos en blanco―. ¡Ya no van a regresar! ¡Están muertos!

¿Cómo cazar a un millonario?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora