Capítulo 81|Una discusión, reflexiones y una cita familiar

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Es yo no puedo tener un día de paz.

No sé por qué los problemas me persiguen.

No es como que vaya por la vida buscándolos.

Ellos me buscan a mí.

De hecho, este problema llegó a mí en forma de llamada telefónica.

Sandra está en el hospital.

No te hago largo el cuento: Estaba arreglando unas cosas y terminó cayendo de las escaleras.

¿Adivina una cosa?

No tiene a donde ir y soy su única familiar.

Si tiene a donde ir.

Tiene un piso.

Es solo que en su estado no puede hacer muchas cosas por sí misma. Entonces, pensé que podría quedarse con nosotros por un tiempo. Joan no estaba de acuerdo (para variar). Sin embargo, siento que es un poco cruel de mi parte no ofrecerle ayuda. No sé, pienso que mis padres la hubiesen ayudado por enésima vez. Sé que podría darme el lujo de dejarla a su suerte. Pero, no creo que sea nadie para jugar a otras personas por las cosas que hicieron en su pasado. Especialmente cuando ella tiene como alguna pequeña intención de cambiar.

¿Qué te digo?

Lo veo como una prueba.

¿Qué tal y mi mala suerte empeora?

No quiero correr con esa posibilidad.

─ Te lo estoy pidiendo como un favor─ Joan se plantó, hablando por lo alto─. No la traigas a la casa. Ella es un problema.

─Es tu madre.

─ Esa no es una excusa. Nosotros no le importamos. Nunca.

─De todas formas, soló serán tres semanas ― suspiré, restándole importancia.

¿Por qué siempre se empeña en querer llevarme la contra?

Soy la que vive una vida difícil para que todos se sientan cómodos.

Tengo derecho a decidir quién puede vivir con nosotros.

─ ¿Crees que ella va a quedarse solo tres semanas? Cuando menos lo pienses estará tan metida en esta casa que no podrás echarla.

―Ella ni siquiera me pidió un lugar― le expliqué―. El médico me lo pidió. Ella necesita reposar. ¿Crees que ella querría venir después de todo lo que pasó la última vez?

― ¿Por qué no querría venir? Una habitación de esta casa es casi como el tamaño de un piso― Joan me contestó, como queriéndome decir que ella solo estaba tratando de acercarse para tratar de obtener algún beneficio―. Por favor, no la traigas.

― No te va a molestar. Ni siquiera puede moverse. Solo serán tres semanas.

― No quiero verla aquí. Ella no merece estar aquí. No hizo nada por nosotros.

― Sé que fue una madre terrible― afirmé, buscando las palabras correctas para hacerle entender que traería a su madre a la casa―, y comprendo tu enojo hacia ella. Lo hago. Sé que fue una madre horrible. Sin embargo, sigue siendo un ser humano, que en este momento está atravesando un problema de salud y no podemos dejarla en la calle.

― Tal vez esta sea una buena lección para ella― Joan trató de justificar su rabia.

― Puedes vivir enojado con el resto de tu vida con Sandra. No voy a juzgarte por eso― suspiré―. Sin embargo, te voy a pedir que trates de pensar en ella como la hermana de la única persona que sí se preocupó por todos nosotros.

¿Cómo cazar a un millonario?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora