Capítulo 87| Una charla, una reflexión y una confesión

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¿Sabes que me llegó hoy del banco?

¡Por fin pagué todas mis tarjetas de crédito!

Nunca más tendré una maldita tarjeta de crédito.

Me tomó casi tres años pero lo que importa es que por fin pude pagar esas malditas deudas. No obstante, todavía tengo pendiente pagar la hipoteca de la casa. No es como si no la estuviese pagando. Tal vez el próximo año, si sigo adelantando cuotas, pueda pagarla por completo. Y, de una vez por todas vivir libre de deudas y este trabajo.

Sé que es un poco tonto dejar un trabajo como este.

La paga es buena (demasiado buena).

Pero, sostengo que no puedo vivir de esto toda la vida.

Tampoco es que tenga tanta estabilidad emocional para soportar a Marcel.

De hecho, lo hago por eso.

─ ¿Y los niños?─ le pregunté a Mariona.

Todo estaba demasiado silencioso.

Demasiado silencioso para ser un sábado por la tarde.

─ Con el Señor Marcel― Mariona respondió, mientras dejaba a un lado su libro.

─¿Marcel?─ dije, con sorpresa.

─Los estaba ayudando con las tareas como me encargaste─ Mariona me explicó―, entonces el Señor Marcel dijo que se iba a hacer cargo.

─ ¿Por qué?

― No lo sé. No quise decirle que no― Mariona reconoció―.Digo, es el Señor Marcel.

―Creo que iré a verlos― suspiré, y luego le encargué como de costumbre―.Dejé durmiendo a Sebas. Cualquier cosa su jugo está en el refrigerador.

─ Clara, ¿Puedo decirte algo?― Mariona murmuró, pareciendo avergonzada.

― Lo que quieras, cariño.

Ahora estoy preocupada.

Mariona nunca hace ese tipo de comentarios.

―Él me parece una buena persona.

─ ¿De qué hablas?―pregunté, curiosa.

─El Señor Marcel― Mariona sonrió― Él me parece una buena persona.

― Tiene su encanto.

― ¿Él te gusta?

¿Gustarme en el aspecto físico?

Sí, Marcel es muy guapo.

¿Gustarme como persona?

Bueno, hay momentos en los que me gusta más y otras menos.

¿Qué te digo?

Es un hombre que me provoca emociones muy confusas.

― ¿Por qué me haces esa pregunta?―respondí entre risas.

―Creo que le gustas― Mariona reflexionó, divertida.

― ¿De dónde sacaste eso? Niña, estas imaginando cosas raras.

― Ya tengo quince años―Mariona afirmó divertida―. No hace falta que me ocultes ese tipo de cosas. Si te gusta está bien. Él me agrada. Y nosotros también le agradamos a él.

Marcel tiene sus cosas buenas.

Lo reconozco.

Lo más importante es que le gustan mis hermanos.

¿Cómo cazar a un millonario?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora