Capitulo 15| Recuerdos, confesiones y una petición

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Hay una gran diferencia entre trabajar para un jefe antipático y hacerlo para otro, que además de ese adjetivo tan especial, en ocasiones puede causarte compasión por la vida miserable que le ha tocado vivir. Al primero sólo lo odias en silencio mientras buscas un trabajo más cómodo. Con el segundo, ¿Qué haces?

Aquella mañana, al cruzar la puerta del hospital, sentí las miradas de todos los empleados y los continuos susurros sobre algún tipo de aniversario o conmemoración de algo de lo cual no tenía conocimiento hasta entonces. Intenté pasar por alto las expresiones de la mayoría, es que siendo honesta sus miradas y comentarios no estaban dirigidos a mi sino a Marcel.

Sí, Marcel es raro pero hoy particularmente todos lo miraban de una manera extraña (aunque sea difícil de creer). Intenté no pensar demasiado en lo que estaba ocurriendo, pero no pude hacerlo por pequeños detalles como el hecho de que Marcel no me estaba mandando a la mierda o dándome ordenes estúpidas.

Eso es muy raro porque hacerme la vida imposible es como su objetivo mayor cada mañana (y no creo estar exagerando).

Marcel contestaba llamados distante y distraído, como si las palabras sólo fluyeran sin tener un verdadero sentido para él. Entonces, la secretaria de Marcel, ingresó al consultorio con una gran caja. Ella le dijo que lo trajo un repartidor y que era de parte de una tal Pilar.

Nunca había escuchado ese nombre en la casa de Marcel.

Vale, tampoco es que a mí me cuenten algo.

El asunto es que la caja traía consigo una tarjeta que hizo que Marcel se ponga mucho más extraño que de costumbre; arrugó el papel y lo lanzó al suelo con toda la rabia del mundo, a continuación salió dando un portazo.

Sé que no debería husmear en la correspondía ajena.

Pero, ¿Adivina quien tiene que lidiar con los momentos de mal genio de ese hombre?

Tomé el papel del piso y lo leí.

"He depositado tu dinero en tu cuenta otra vez. No creo que mi sobrina hubiese querido que hagas esto. Por favor, no insistas con los cuadernos de Alisse. Es el único recuerdo que tengo de mi sobrina"

Me quedé pensando por unos minutos.

¿En qué cosa del demonio se ha metido este hombre?

Suspiré confundida.

Para ese momento la secretaria volvió a entrar a la oficina y me pidió que me encargue de Marcel. Sí, sí. Salí corriendo de la oficina y lo encontré desatando su furia sobre cualquier persona que se le cruzaba en frete. Pensé que iría al estacionamiento, pero él salió del hospital por sus propios pies.

Y sí, así fue como terminé siguiéndolo unas veinte calles.

Él no me hablaba y lucia muy desorientado (para variar).

Vale, me habló para decirme algo como: " ¿Por qué no te pierdes?"

Apreté los puños, y con la mejor cara que pude hacer en ese momento le dije─. ¡Vale!

Yo también tengo un límite.

Me giré y di varios pasos para ir a la parada de autobuses.

Volvería temprano a casa.

¿La actitud de Marcel?

No me importa en lo absoluto.

─ ¡Clara!─ escuché, y acto seguido Marcel estaba dando pasos rápidos hacia a mí.

¿Cómo cazar a un millonario?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora