Capitulo 11| Un calzón, el principio de la venganza y una fotografía del pasado

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¿Conoces la frase "Nadie puede ser completamente desgraciado en esta vida"? Ciertamente, quien lo inventó no me conocía a mí o a Marcel Agramut como jefe. Está claro que soy la excepción a la regla: si hay un charco en medio de la acera, seguro lo piso yo. Si trató de llegar a tiempo a un lugar, seguro termino cayendo al suelo. Si salgo de casa sin un paraguas, llueve a mares. Sí, todo lo malo del mundo (o al menos de esta ciudad) parece pasarme sólo a mí.

Por ese motivo trato de ser positiva repitiendo frases como: "No estoy cansada. Adoro este trabajo. Nadie podría tener una oportunidad como esta.". Pero, no siempre funciona (nunca funciona) porque Marcel parece poner todo de sí mismo para arruinarme el día.

¿Sabes las ganas que tengo de decir que es un idiota que paga su mal humor con el primero que se le cruza enfrente, que la mayor parte del tiempo (o siempre) soy yo porque de un tiempo a esta parte me exige que lo siga como una sombra. De verdad, no puedo creer que le haya dado mi mirada de "soltera y disponible", cuando es un maldito egocéntrico que cree que todos los que giramos a su alrededor debemos estar besando el trasero sólo porque tiene dinero.

Lo que sea.

¿Por qué estoy hablando del asunto de la mala suerte?

Para que no creas que soy de esas que exagera y se queja de todo sin razones.

Diré en mi defensa que estaba ordenando unas latas en la cocina, entonces llega Oriol con una misión que no me hubiese gustado aceptar. Pero, todo sea por manen tener este estúpido trabajo por los próximos meses. Él dijo "Clara, el abuelo quiere que despiertes al Tío Marcel."

─No puedo. Él me matará si lo despierto─ le respondí, tomando sus dos manos con fuerza, y con toda la honestidad que hay en mi corazón

─Él también me matará si lo hago─ Oriol contestó, dejándome entender que no va a arriesgarse por la mujer que le prepara el desayuno todas las mañanas. Entonces murmuró algo que no me hubiese gustado escuchar─. Escucha, debes hacerlo o el abuelo va a despedirte. Él está más loco que el tío Marcel.

¿Más loco que Marcel?

¿Existe alguien peor que Marcel?

Fantástico.

Respiré hondo y decidí ir a la habitación de Marcel.

No quiero perder este trabajo.

Además, cabe la posibilidad de que ya se encuentre en pie.

Sin contar, que él dijo que no podía entrar a su habitación, no que toque la puerta.

¡Ay Dios! ¿Por qué me pones entre la espada y la pared?

Sólo te pido un día.

Sí, sólo un día en el que no tenga que lidiar con mi permanencia en esta casa

─ ¿Señor Marcel? Señor, su padre acaba de llamar─ murmuré en voz baja.

Sí, puede enfadar si le hablo muy fuerte.

No sé que tiene Marcel pero se pone de muy mal humor con los ruidos fuertes.

¿Francamente? No sé que hubiese sido de este hombre si no tuviese dinero.

Lo que sea.

Di varios golpes a la puerta sin obtener respuesta, entonces coloqué mi mano sobre la perilla, y le di un movimiento. No fue adrede sino más bien algo inconsciente. Por supuesto, imaginé que estaría cerrada pero estaba abierta.

¿Una señal del destino?

Debí suponer que era un presagio de mala suerte.

Me introduje a la habitación, que más que habitación era como una casa dentro de una habitación. Atravesé como tres puertas (dentro de la misma habitación), y llegué a lo que cualquier persona consideraría una habitación porque tiene las típicas cosas que tiene una habitación de toda vida.

¿Cómo cazar a un millonario?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora