Capitulo 05| Un desalojo, un plan maestro y reflexiones

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Nos hemos tenido que mudar de la casa.

¿Cómo me siento?

Bueno, eso no importa mucho, quiero decir...sólo estoy intentando ser fuerte a pesar de que la mala suerte parece no dejar de acecharme una y otra vez. No quiero ser hiriente o sonar fuera de lugar, pero creo que Dios se está pasando tres pueblos con mi situación. Que sí, que seguro hay gente que la pasa peor que yo en el mundo. Pero, un poco de buena suerte no vendría mal, ¿no?

¿Recuerdas la Señora que sólo iba a rentarme el departamento si no llevaba a mis hermanos más pequeños?

Vale, hablé con la mujer en cuestión, o más bien la amenacé de un suicidio si no me dejaba vivir en su edificio. Sí, tener a ocho niños a mi cargo me ha cambiado por completo los objetivos de vida. De acuerdo, quizás no tenía muchos objetivos de vida claros. Pero, me he dado cuenta que soy capaz de hacer cualquier cosa por ellos. Sí, cualquier cosa como amenazar a una mujer mayor de lanzarme de su edificio si no me alquilaba su piso.

De camino al trabajo reviso mi billetera, me queden unos pocos euros para sobrevivir durante toda esta semana. No sé como llegaré a fin de mes. Los niños han dejado de asistir al instituto porque el edificio queda bastante retirado de la que fue nuestra casa de infancia. Lo bueno es que estamos como a una semana del descanso de invierno, por lo que no van a perder muchas clases. Por supuesto, tengo que buscar un instituto nuevo y hacer un montón de papeleos para el traslado escolar.

Ni hablar de que tiene que ser gratuito.

Es duro.

Créeme que es muy duro tratar de sobrevivir cuando no tienes ni la cuarta parte del dinero que realmente necesitas para vivir de manera decente. Y, ni siquiera estoy pensando en lujos, sólo sobrevivir con lo justo.

No entiendo como lo hacían mis padres.

Ellos hacían magia con el asunto de la comida.

Digo, cuando yo no tengo dinero o quiero ahorrar, sólo me acuesto temprano para no tener hambre a la hora de cenar. Por desgracia, no puedo enviar a los niños a la cama sin cenar. No todas las noches. Ellos tienen hambre y no pueden ocultarlo; eso me hace sentir terrible.

Cuando llegó al trabajo tengo la mala suerte, para variar, de compartir turno con Lucia.

No la soporto.

Ella es la típica compañera de trabajo que lo hace todo bien. De verdad, no hay nada que Lucia no pueda hacer bien; desde ser la empleada del mes por dos años consecutivos, tener unas piernas tonificadas, un pelo rojo de comercial de shampoo hasta acostarse con nuestro atractivo e imbécil jefe.

Vale, eso no lo hace siempre.

Acostarse con el jefe.

Lo hace muy, pero muy, de vez en cuando.

─ ¿Clara? ¿Clara? ¿Que sucede contigo?─ me dice, chasqueando sus dedos sobre mi cara.

Aparté su mano de mi cara mientras daba un gran bostezo.

Anoche casi no dormí porque Toni no dejaba de llorar.

Creo que ya está cayendo en cuenta cómo va esto de "morir y no regresar nunca"

─ Lo siento, estoy un poco cansada.

Lucia resopló con suficiencia mientras pasaba sus delegados dedos sobre su abundante cabellera de color rojo pasión (patrocinada por nuestro jefe).

─Si no te gusta este trabajo deberías considerar presentar tu renuncia─ lanzó─. Hay mucha gente que realmente necesita trabajar.

La miré mal.

¿Cómo cazar a un millonario?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora