Cuando mi padre se enfrentaba a un gran problema, recurría a la sabiduría popular afirmando con mucha confianza: "Un rayo nunca te alcanza dos veces".
Mentira.
Vale, que lo he leído en una de esas páginas de internet sobre cosas curiosas.
Los científicos afirman que los rayos que caen a la tierra suelen hacerlo en un solo sitio; lo cual hace que sea matemáticamente imposible que un rayo te pueda alcanzar dos veces. De hecho, que tienes que realmente muchísima mala suerte para que un rayo te caiga encima.
¿Qué tiene que ver todo esto conmigo?
Soy la reina de la mala suerte.
Y, no exagero cuando afirmó esto.
¿Una cosa mala no puede ocurrirle a la misma persona dos veces?
Totalmente falso.
Puede.
Incluso peor.
¿La cosa mala? Gerard como inquilino de esta mansión.
Sé que usualmente no tengo conciencia, pero estoy bastante muerta de miedo por mis hermanos, y por la demanda que puedo ganarme. Con suerte, no parce recordar mi nombre. Pero, seguro ni tiene idea de que le debo, quiero decir...imagino que todo ese rollo lo hace la secretaria, y el solo firma porque es el presidente.
En fin.
Dentro de todo lo malo─ que yo pensaba era malo─ me aliviaba el hecho que no pasase casi tiempo en la mansión. Y si por algún motivo está en la casa, no sale de su habitación a menos que sea de vida o muerte.
No menos importante pero digno de mencionarse: Gerard, es un tipo muy agradable.
Lo juro.
No puedo creer que ambos sean de la misma familia, que Marcel muy bien normal no es. Es más, hasta una cabra con sotana es más normal que Marcel Agramut.
¡Ostras! Me desvié un poco del tema.
La cosa es que yo pensé que mi suerte no podía empeorar.
Pero, podía y demasiado.
Eran cerca de las nueve de la noche, sólo faltan dos días para la Navidad. El genio del mal me ha pedido que decore un árbol de casi diez metros de alto. Por supuesto, que los niños me han ayudado a decorarlo a escondidas. No sabes lo felices que se pusieron. En nuestra familia tenemos la tradición de armar el árbol y el nacimiento cada uno de diciembre. Si bien, no ha sido el uno de diciembre y ni el árbol ni el nacimiento es nuestro. Pero, les ha hecho mucha ilusión decorar.
Marcel, quedo sin habla porque su esclava─a la que trata como nadie─pudo decorar su enorme árbol en un solo día. De verdad, que nunca pensé que un tipo tan guapo podría ser tan insoportable.
─ ¿Por qué estas tan pensativa?─ escuche entre mis pensamientos; levante la mirada y Gerdad me sonrió. Siempre hacia el esfuerzo aliviar la tensión que se apoderaba del ambiente a causa de alguna de las locuras Marcel.
En el fondo, y aunque sea extrañamente apropiado, considerando la situación, me hacía sentir bien tener su compañía en estos momentos tan difíciles. Sí, es de sobra que me compadece porque soy la casera de su primo. ¿Lo gracioso? Nunca pensé que el hombre al que le debo miles de euros terminaría viviendo bajo el mismo techo que yo.
Y, que para colmo sea de lo más amable.
─ Nada especial ─ mentí.
Estoy pensando cómo envenenar a Marcel.
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¿Cómo cazar a un millonario?
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