Llego a la casa de mis padres y hay un montón de cartas del banco esperándome en el buzón; trato de pensar en cómo saldar esas deudas debido a que mi preocupación mayor recae en el embargo de la casa.
¿Cómo pagar algo como eso?
Estoy volviéndome loca a medida que pasan los días.
Y, no es como que no haya hecho nada al respecto, me costó muchísimo convencer al Gerente del banco para extender el plazo de los pagos. ¿Y adivina una cosa? Me dio treinta días (actualmente han pasado veinte). No lo juzgo, que el pobre hombre sólo hace lo que sus jefes le piden, pero treinta días es bastante poco, cuando no tienes de donde sacar.
En fin.
El punto es que necesito unos tres mil euros para dentro de diez días. Y, no tengo ni la cuarta parte de eso; tampoco tengo de donde sacar o mucho menos prestar. Lo que gano nos alcanza para sobrevivir. Nada más que eso.
Después de cenar, subo a los niños al cuarto. Cuando logré que todos concilien el sueño, los observe y por alguna razón yo lloré. Nunca había hecho algo como eso. Digo, llorar por ellos, o en todo caso llorar por la situación que estábamos atravesando. La marcha tan repentina de nuestros padres todavía era muy dolorosa.
A menudo pienso: ¿Por qué? ¿Por qué nos pasó esto?
Estos niños dependían de mis padres y yo lo estaba malditamente logrando en la gran ciudad.
Vale, no como hubiese querido, pero había salido de casa, y creo que eso es como un comienzo, quiero decir...quizás no vivía en un gran piso y no tenía un gran empleo, pero estaba esforzándome y no molestaba a nadie con mis problemas. Ahora, todo eso se fue a la mierda.
No tengo nada.
¿Sabes? Desearía con toda mi alma tener todo ese dinero para quedarnos con la casa, pero ni vendiendo, y créeme que ya he vendido todo lo que tengo de valor, mi alma voy a poder solventar todos los gastos.
Bajé las escaleras pensando en diferentes maneras de solucionar, aunque sea imposible, todos nuestros problemas económicos. Entonces, suena mi móvil. Lo saco del bolsillo de mi chaqueta. Serpentea la fotografía y el nombre de mi amiga Ana.
Descuelgo el teléfono.
─¿Qué tal, Clara? Soy yo.
─Oh, hola─ suspiré.
Era bueno escucharla.
Ana se quedó en silencio varios minutos.
Incluso, pude escuchar una canción de Morat que estaba sonando de fondo.
—¿Estás bien? —le pregunté, consciente de que la que tiene problemas soy yo.
—Sí—contesta—, quiero decir...te llamaba por lo del piso. Para el alquiler. ¿Recuerdas que te dije esta mañana que había un sitio en el edificio que esta frente al mío?
—¿No estás bromeando? — digo, como si me hubiese inyectado una dosis de alegría.
Gracias, gracias, gracias Dios.
—No. Pero.... Eh, ya sabes, hay un problema.
—¿Cuál?
― La dueña. No te va a recibir con todos tus hermanos.
―Pero... ya sabes...le has comentado mi situación.
―Sí. Pero, no quiere problemas con sus inquilinos antiguos. Los niños pequeños son ruidosos, ¿entiendes?
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¿Cómo cazar a un millonario?
ChickLitGracias, gracias :) #2 30/08/16 #1 10/09/16 #1 22-23/09/16 #1 25-27/09/16 #3 28/09/16 Código de registro: 1610129429911