Capítulo 49| Una misión, un dilema y un final inesperado

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He contemplado la idea de no tomar acción y dejar que Marcel haga el ridículo como Dios manda.

Oye, no todos los días puedes ver a tu jefe bailando en una tarima custodiado por unas treinta mujeres borrachas, quienes esperan con firmeza que se baje algo más que los pantalones.

No las juzgo.

Todos tenemos deseos.

Claro, si conocieran a Marcel, como yo lo hago, huirían por sus vidas.

Vale, es momento de detener el show.

Mentira.

Quiero ver que haga el ridículo por unos minutos más.

Es más, tiene talento para desvestirse.

Supongo, que su ego esta por las nubes.

Por cierto, estoy algo sorprendida, quiero decir...Marcel es la persona con serios problemas para caerle bien al mundo. Ahora, está actuando como un strepper normal.

Vale, no sé cómo explicarlo.

No sé si decirle normal, porque no es como que los chicos vayan por la vida sacándose la ropa frente a personas extrañas.

Lo que quiero decir, en pocas palabras, es que me sorprende que una persona que va por la vida con un desinfectante, el cual usa frenéticamente, se dejé tocar por todas estas mujeres.

Hay cosas inexplicables.

No, no me estoy vengando.

Un poco sí.

Lo siento.

Marcel me lo ha pegado.

He dejado que Marcel haga el ridículo por veinte minutos. Pero, tuve que saltar a detener el show cuando las cosas pintaban salirse de control.

Y no, no fue porque se sacó el cinturón, sino porque una tía ha preguntado cuanto le podría costar un show privado. Obviamente, al no tener respuesta le ha tirado unos buenos ciento cincuenta euros como "adelanto".

No sabes la pena que he sentido por esa mujer.

No solo ha desperdiciado ese dinero.

Marcel no vale eso.

Ni si quiera vale dinero.

Lo que sea.

Me acerqué a la tarima y le pedí que baje, pero no me hizo caso.

De hecho, se lo he pedido tantas veces y llamándolo por su nombre que un par de mujeres empezaron a corear su nombre.

¿Adivina que pasó?

Le han levanto el autoestima al punto de hacer movimientos a lo Channing Tatum en Magic Mike.

Joder, que hombre mas pesado.

No he tenido más remedio que intervenir subiendo a la tarima.

¿El problema?

Ni con eso he podido convencerlo.

¿Adivina que he obtenido a cambio?

Me ha bailado e intentado levantar la blusa.

Soy una mujer de calle, en el buen sentido de la expresión, sé muy bien cómo puede terminar esto si juego bien mis cartas. Pero, aunque este tipo este buenísimo y se bañe en millones de euros, como para pagarme una cuota de por vida, le he respondido un derechazo.

¿Cómo cazar a un millonario?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora