Capitulo 12| Wonder women, un encuentro, y otro chapuzón

47.4K 4.1K 718
                                    



Hoy fue un día diferente.

Sí, fue diferente porque me he sentido como la protagonista de una de esas películas románticas que tanto me gustan. ¡Como la pretty woman! Pero sin el asunto de ser prostituta. A mi padre no le hubiese gustado, y creo que Dios no ve muy bien esas cosas. Bueno, tú ya me entiendes, ¿No?

En fin.

¿Cómo empezó todo esto?

¿Recuerdas que Marcel dijo algo sobre vengarse por haber invadido su habitación?

¿A que no adivinas cual es mi castigo?

Sí, acompañarlo a su oficina y limpiarla; llevó dos semanas haciéndolo de forma casi religiosa. Y pensarás que me la saque fácil porque es limpieza. Pero, no. Nada es fácil al lado de Marcel.

Dime, ¿Por qué debería limpiar las cortinas cuatro o seis veces al día?

¡Se supone que las dejo limpias la primera vez!

Maldito.

─¿No estás feliz de estar aquí?─ Marcel me preguntó, observándome desde su escritorio mientras limpio por enésima vez en la mañana las cortinas de su oficina.

─Estoy muriendo de felicidad─ le respondí con una falsa sonrisa.

─ Lo imaginé─ me contestó sonriendo─. Espero que nunca se te vuelva a ocurrir romper mis reglas, ¿entendido?

─No quise que se meta en problemas con su padre─ mentí, entonces deje escapar uno de mis ilustres pensamientos─. Le prometo que la próxima vez pase algo similar no me fijaré en sus calzoncillos.

Marcel me lanza una de esas miradas asesinas a las que les estoy tomando como cariño, o en el mejor de los casos las siento como parte de su pintoresca y desagradable forma de ser.

Mi móvil vibra en el bolsillo de mi chaqueta, y simplemente tengo la presentimiento de que es Joan.

Espero, espero de corazón que no sea ningún problema.

Marcel se distrae con algo en el ordenador y aprovecho para mirar el texto.

No era nada grave.

Digo, sólo necesitaban que compre algo de leche porque la del bebé estaba a punto de acabar; el problema es que no sé si Marcel me dejará regresar a casa por mi cuenta para poder pasar por el supermercado.

Marcel se levanta del sillón y mira su reloj diciendo─ Es hora de comer─ chasquea los dedos en señal de que lo siga.

Apresuro mi marcha dos pasos detrás de él.

No me preguntes, es una de sus reglas estúpidas que no cuestiono.

En el estacionamiento planee preguntarle si podría regresar a casa o si necesitaba que limpie las cortinas por quinta vez durante la tarde. Pero me abstengo, pensando que quizás podría escaparme durante la hora de almuerzo.

Marcel come solo en algún lugar muy exclusivo del restaurante, en tanto me quedo a esperarlo en alguna otra mesa donde come la gente que no es "tan exclusiva" como él, o muchas veces sólo me hace escoltarlo hasta su auto para luego recordarme que puedo comer gratis en la cafetería del hospital.

Es un desgraciado.

Marcel le sacó el seguro a su coche pero cuando se disponía a subir un hombre se coloca delante de él. Ya sabes, uno de esos rateros que se esconden en los estacionamientos para intimidar y robarle a algún turista despistado.

¿Cómo cazar a un millonario?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora