Capítulo 95| El pasado ,el presente y una lección

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Hola, chicos y chicas!

Espero que tengan una buena semana.

Este es un capitulo especialmente reflexivo. Creo que no pasan muchas cosas aunque la idea es que aclare algunas dudas. No digo más para no adelantar nada. Este arco ya esta por terminar pero a la historia todavía le queda bastante. Si tienen preguntas saben que pueden hacerlas para compartir un poco de sus teorías. De hecho, me gustaría escuchar sus teorías. 

Nos leemos cuando sea posible :) 

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Sigo presa.

Sé que es repetitivo pero tengo que hacer una introducción al tema.

¿Honestamente? Pensé que ya estaría libre como un ave a estas alturas. Pero, mi caso no avanza. Vale, avanza pero no a mi favor. Por cierto, ¿Adivina quien vino a visitarme? Estoy empezando a creer que Dios quiere decirme algo pero no lo estoy pudiendo captar del todo. Te juro que no lo vas a creer. Ni si quiera yo me lo creo. ¿Lo tienes? No lo creo. Nunca pensé que diría esto pero me hizo tan bien la visita de Laia. Es que me dejó tan conmovida con todo lo que pasó para llegar hasta la sala de visitas y la carta que me trajo. No es de ella. Es una carta que me escribió Llum. Es un poco larga la historia. Pero, en corto, digamos que Bien tenía que traérmela pero algo surgió en medio y Laia le dijo que podía hacerle ese favor porque necesitaba hablar conmigo.

No es por nada, cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía. Es decir, no estoy en una situación cómoda o mucho menos en una posición de poder resolverle la vida a nadie. Sí, sé que es casi una costumbre que yo les resuelva la vida a todos. Pero bueno, estoy presa y si llego a salir de esta espero que valoren lo mucho o poco que hago por las personas de mi familia (y la de Marcel).

Por cierto, sigo esperando que Marcel aparezca.

Se supone que me ama y está dispuesto a hacer hasta lo imposible por conquistarme.

¡Que poco le duro el amor!

¡Este es otro capítulo en mi oscuro historial amoroso!

¿Qué se supone que tiene que hacer el amor tu vida cuando estas presa? Sacarte de la cárcel. O, al menos pagar un abogado de los buenos. Tampoco llegar a los extremos de hacer cosas ilegales. La idea es solucionar un problema, no agravarlo mucho más. En fin. Esa es la misión. Sacarme de la cárcel. A este paso siento que acabaré cumpliendo mi condena y tomaré en consideración a todas las personas que vinieron a verme en mis peores momentos. No quiero decir, pero a lo película de Tarantino pensaré en vengarme como Uma Thurman.

Por cierto, la carta fue muy conmovedora. A veces me cuesta un poco creer que los niños han crecido tanto en tan poco tiempo. Vale, que han pasado casi tres años desde que nuestros padres murieron. Supongo, que eso es lo que sienten los padres cuando sus hijos crecen.

Muchos se aferran a la infancia de sus hijos.

Yo no haré algo como eso.

De hecho, estoy feliz de verlos crecer, suena un poco irónico tomando en cuenta que estoy presa, pero así me siento cuando los veo, eso también es irónico, pero debes entender lo que quiero decir. Es algo muy extraño, cuando crecen, nada te prepara para algo como eso, es decir, un día les estas enseñando a usar la bicicleta, se caen y lo primero que haces es consolarlos, les das uno de sus muñecos, lo abrazan, le dan un beso y todo está bien. Pero, cuando crecen no quieren que los ayudes a levantarse, quieren hacerlos solos, otros te culpan porque cayeron, y en algunos casos el muñeco es el que ahora quiere darle abrazos y besos.

¿Cómo cazar a un millonario?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora