Ad Originem Capítulo 89 - Reclusión

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-Reclusión-



     A la mañana siguiente, la Joven Señorita Cieloazul Ibeli fue la primera en levantarse y sabía que Arin estaba en la habitación de al lado.

Aún siendo tan tímida se decidió a entrar en ella para despertarle, dado que tenían que ir a la institución para su clase de Telepatía con la Instructora Luz de Vela.

- Psss, Arin... Arin...
Llamó Cieloazul Ibeli usando un tono de su voz muy bajito, intentando despertarle suavemente, pero este no se despertaba. Por lo que subió una rodilla a la cama, se acercó a Arin temblorosa y tocándole en el hombro, insistió de nuevo.
... Ariiiin... Ariiiin... Despierta...

- ¿Qué... qué sucede?
Preguntó Arin que se sobresaltó un poco al ser despertado, pero al ver que era Cieloazul Ibeli, se puso de lado intentando mirarla.

- Si no queremos llegar tarde, deberías levantarte ya.
Informó Cieloazul Ibeli que no esperaba que Arin, fuera de esos que remolonea en la cama.

- Yo no voy a ir estos días, sé los pasos a seguir en Telepatía y en Telekinesis... Si te quedas, podemos seguir con la 'Incursión Mental' aquí.
Dijo Arin muy tranquilamente, mientras cerraba los ojos de nuevo.

- Pues...
Cieloazul Ibeli no sabía que decir. Ella siempre iba a clase. Aunque en la Misión de la Escolta, también iban a faltar unos días. Cavilando que hacer, pensó que llevaba toda la noche lloviendo con bastante fuerza y tenía un par de horas de camino, con ese frío y bajo la intensa lluvia. Por otro lado, si se quedaba, podría quedarse con Arin todo el día.
... Está bien, me quedo.
Se decidió finalmente, intentando disimular su alegría.

- Estupendo. Pero recuéstate y durmamos un rato más, aún es un poco pronto.
Contestó Arin, que con el frío se acurrucaba en la manta.

- ¿Qué me recueste... aquí?
Preguntó muerta de vergüenza Cieloazul Ibeli.

Arin abrió un ojo y vio que Cieloazul Ibeli lo miraba sin moverse.

- Perdona Ibeli, no me he dado cuenta, estoy medio dormido.
Se disculpó Arin abriendo las sábanas para que ella pudiera entrar y se resguardara también del frío de la madrugada, mientras volvía a cerrar los ojos.

Cieloazul Ibeli estaba con los nervios a flor de piel, pensando qué hacer.

Mientras que Arin seguía alzando la sabana y la manta, para que ella entrara dentro.

Sin más dilación, se introdujo dentro, antes de que fuera demasiado tarde y perdiera una inmejorable oportunidad de acercarse más a él y al entrar, se puso más nerviosa aún de lo que ya estaba y se quedó firme, boca arriba, observando el techo.

Arin, dejó caer la sabana y la manta casi dormido, dejando el brazo que lo sujetaba sobre ella.

En ese momento, Cieloazul Ibeli ya era incapaz de moverse ni un milímetro.

Su pálida piel, se tornó tan colorada que, con el frío, hasta se podía ver vapor saliendo de ella.

Arin debió notar la fuente de calor, proveniente de su buena amiga Ibeli, e inconscientemente la abrazó un poco.

Haciendo que Cieloazul Ibeli, sintiera su cuerpo, pegado al de él.

Como si el destino estuviera aburrido y tratara de poner a prueba su límite.

El destino podría ser algo caprichoso y bromista, pero al menos, ya que sentía que ante esta abrumadora sensación podía perder el conocimiento en cualquier momento, por lo menos agradecía estar tumbada de antemano en una cama y que Arin no estuviera despierto para verla si se desmayaba.

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