Ad Originem Capítulo 184 - La División Omega

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-La División Omega-



     Alfar Erethil miró a los ojos de Arin cuando este prometió que no dañaría en absoluto al Unicornio Shadavar para conseguir algo de Polvo del Cuerno y algo en ella le decía que podía confiar plenamente en él.

Por otro lado, también estaba impactada de que a Arin realmente no le importase que ella se quedara con el joven Unicornio Shadhavar y se lo regalara a pesar de lo valioso que era.

Alfar Erethil se inscribió en el torneo con la única intención de obtenerlo, debido a que las increíbles propiedades mágicas de su cuerno lo convertían en una criatura muy codiciada y su noble especie, ya estaba al borde de la extinción.

No obstante, al ser eliminados ella y su hermano acabó perdiendo la ocasión de obtenerlo y fue Arin el que al final lo ganó.

Escuchando sus razones, Arin en ningún momento se planteó cedérselo y a ella ni siquiera se le pasó por la cabeza pedírselo.

Por eso se quedó impactada cuando Arin decidió dejar que se lo quedara y este se lo ofreció únicamente porque vio que el Unicornio Shadavar le cogió afecto y ya no quería irse con él.

Es decir, lo hizo únicamente por satisfacer los sentimientos del Unicornio Shadavar, al margen de su valor, o de que realmente él lo ganara justamente y eso, Alfar Erethil jamás lo hubiera esperado.

Este tipo de Unicornio era muy difícil de encontrar y de encontrarse su precio sería realmente desorbitado.

Cualquier otro, se lo hubiera llevado a la fuerza sin más.

Pero al ver que ya se había arraigado a ella, Arin le dijo a Alfar Erethil que se lo quedara sin darle apenas importancia.

Era cierto que, como todo Alquimista, Arin estaba muy interesado en las propiedades de su cuerno y ya le advirtió que cuando fuera adulto reclamaría un poco de polvo del cuerno para una de sus Fórmulas de Alquimia.

Realmente eso la inquietaba, pero Arin le aseguró no tener intención alguna de dañarle el cuerno, solo le rasparía un poco para obtener algo de polvo y dado que simplemente podía habérselo quedado sin más, le creía.

Sin duda alguna, Arin era el chico más raro que había conocido en su vida y cuanto más le iba conociendo, más impresionada estaba.

- Yo... No sé cómo agradecértelo Arin.
Expresó Alfar Erethil derramando emocionada unas lágrimas de alegría y sin pensarlo dos veces se abrazó a Arin con afecto.

Asombrando a Arin, a la Joven Señorita Cienfuegos Amia e incluso dejó descolocado a su hermano Vanir Behemot, que sabía lo tímida que era su hermana y más aún con gente desconocida.

- No te preocupes Erethil, no hace falta que me lo agradezcas. Solo te pido que cuando llegue el momento de recolectar el polvo de su cuerno, no me pongas ningún impedimento. Pues ya te he dado mi palabra de que no sufrirá daño alguno.
Dijo Arin con gesto serio.

- ¡Mn...!
Afirmó Alfar Erethil que aún seguía abrazada a Arin agradecida y con sus ojos brumosos de la emoción.

- Recuerda que luego no quero ningún tipo de pega.
Repitió Arin para cerciorarse de que no hubiera problemas, viendo lo importante que era para ella.

- ¡Mn...!
Afirmó de nuevo Alfar Erethil, que seguía sin soltar a Arin con sus ojos llorosos y mostrando gesto de conformidad por el trato alcanzado.

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