Ad Originem Capítulo 50 - Preparativos para la Misión

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- Preparativos para la Misión-



     La Joven Señorita Cieloazul Ibeli le miraba esperando respuesta, pero Arin se limitó a negar con la cabeza mientras seguía leyendo.

Ella levantaba la ceja, pero viendo que Arin, no prestaba mucha atención a la acusación, decidió no insistir.

Si realmente Arin solo la ayudó a ponerse cómoda y la tapó antes de salir y dejarla descansar, sería un poco feo hacer como si hubiera hecho algo malo.

Cuando además, por su culpa se quedó sin su cama y, de hecho, la había arropado con una mantita y, sobre todo, que desde el principio la había apoyado y ayudado en todo lo que ha podido sin quejarse lo más mínimo.

¿Y qué había hecho ella a cambio? ¿Tratarle como un pervertido en más de una ocasión? Ni siquiera le había mostrado un sincero agradecimiento...

Tampoco lo conocía más que de unos días de clase, no podía estar completamente segura de sus intenciones. Sin embargo, algo le decía que era alguien confiable... Ya no sabía que pensar...

- De todas formas...
Dijo Cieloazul Ibeli, cambiando de tema antes de volverse loca.
... En cuanto termine de desayunar, me voy a casa.

- Te acompaño parte del camino hasta la villa. Quiero coger algunas plantas, no muy lejos de aquí.
Dijo Arin, dando gracias a los Dioses, porque no hubiera empezado de nuevo con sus paranoias.

- Vale, de acuerdo.
Dijo ella sonriente, mientras entraba a la cocina.

Arin deducía que Cieloazul Ibeli empezaba a confiar más en él.

Al principio de conocerla, la vio como una guapa chica Noble, un tanto presumida y arisca. Incluso Terranova Tautindals, la tenía miedo. Pero eso resultaba ser solo en apariencia.

Quizá Cieloazul Ibeli tenía miedo de abrirse a los demás y que la mirasen con pena o con desprecio. Por lo que prefería estar sola.

Seguramente, a estas alturas, Cieloazul Ibeli ya pensase en él como su amigo.

Cieloazul Ibeli entró en la cocina. Decidió ponerse un zumo, el cual se bebió de un trago, junto con una pastilla amarilla y naranja.

Después se acercó a coger el cazo con leche y se dio cuenta de que estaba sobre una muy rara estructura, de idéntico color, forma y acabado que la estructura de la bañera. Y vio que esta, emanaba calor.

No había visto nunca nada así.

Cogió una taza, puso un poco de leche y le añadió cacao en polvo, cogió unos panecillos dulces y desayunó tranquilamente, sin dejar de observar el refrigerador. Este era oscuro y grande, con dos compuertas.
Se levantó a mirarlo más de cerca y al abrirlo, notó el frío emanando de su interior.

"Parece que Arin, también es un Inventor".
Pensó ella, mientras suspiraba por dentro.

Al terminar de desayunar, subió escaleras arriba y fue al baño a asearse.

Al entrar en el baño, echó un vistazo rápido a la bañera, más de cerca. Esta no emitía calor, pero se veía igual que la de la cocina.

Enseguida se fijó en la repisa adyacente y vio unas pequeñas piedras oscuras. Aunque las vio tan bien colocadas que decidió ni tocarlas.

Mientras se aseaba, se fijó en el gran espejo que había en el baño, podía verse de cuerpo entero y podía ver que su pelo estaba muy alborotado, usó sus dedos para peinarse y se acicaló un poco.

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