60.

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Nos acercamos al lago, sentándonos en la orilla del pequeño muelle. Su mano sujetaba la mía, dándome apoyo y calmando mis nervios. Miro sus lindos ojos y me convenzo mucho más de que merece saberlo, merece saber todo de mi.

-Cielo, si no estás lista no es necesario- repite.

-Quiero hacerlo- le confirmo.

No encontraba las palabras para comenzar, los nervios que tenía no ayudaban. Pero... ¿Qué pasa si cree que estoy loca y se aleja?¿Qué pasa si luego de saber la verdad, desea irse? Nunca deje entrar nadie a mi vida para no tener que ver como se van cuando sepan quien soy, pero con este chico todo fue diferente. Tan jodidamente diferente que ya no imagino que él se vaya, y me deje hundida en todos los problemas. 

Su mano aprieta la mia, me da brinda una leve sonrisa.

-Yo...- empiezo y suspiro- Cuando tenía nueve años me... secuestraron- él rápidamente pone toda su atención en mi con su ceño fruncido- Estaba con mis amigos en un parque, mi madre solía llevarnos para que seamos niños normales por un momento, me alejé del grupo buscando la pelota con la que jugábamos, cuando un auto se paró cerca de ahí, bajaron dos hombres, grandes para mi en ese momento. Intenté luchar y llamar a mis amigos para que me ayudaran, intenté hacer lo que papá me había enseñado, pero pusieron en mi bica y nariz, un pañuelo con algo que me hizo dormir- recordar todo esto me abrumaba.

Lucca se apresuro a ponerse detrás de mi, con lad piernas a cada lado de mi cuerpo. Tiró suavemente de mi hacía atrás hasta que mi espalda quedó sobre su pecho, pasó las manos por mi cintura, abrazándome fuerte y haciendome sentir totalmente segura. Posicionó su mentón sobre mi hombro y basó mi mejilla.

Cuando logre recomponerme, seguí hablando, trazando con mi dedo los tatuajes en sus brazos.

-Desperte en una habitación, estaba oscuro y yo estaba atada a una silla. Mi cabeza dolía y no sabía donde estaba. Un hombre entró, era más delgado que los que me habían traído hasta aquí. Tenía barba y unos ojos verdes que se veían escalofriantes por lo rojos que estaban. Recuerdo que me pregunto por mi padre, por alguna extraña razón querían dar con él. Aunque no seria extraño, mi padre era la novedad del momento, tal vez solo querían dinero- sacudo la cabeza con una sonrisa.

Lucca se tensa y me abraza más fuerte.

- Luego me enteré de que no me querían a mi, sino a Matt, pero les serviría de igual forma. Comenzó a hacerme preguntas, sobre donde estaba papá y cosas como esa. Mi padre me había enseñado a no revelar nada, solía decir que mientras menos sepan de nosotros mejor era. Por lo que no dije nada y ahí comenzó el infierno- murmuro.

-No perdí el conocimiento en ningun momento...

-Dime donde mierda está tu padre- me dio un puñetazo, haciendo que mi mejilla se abriera y comenzara a sangrar. No dije nada, no lloré ni me quejé. Tenía buena tolerancia al dolor para ser tan pequeña- ¿No lo harás?-

Niego mirándolo a los ojos, grabando en mi memoria cada detalle de él. Papá decía que si algo pasaba, identificara a la persona para luego tener una idea clara de él.

-Vaya, tienes cojones niña- sonríe- Si no hablas por las buenas será por las malas- sacó una navaja.

-... se acercó a mi con eso en sus manos, cerré  ojos con fuerza, sabía lo que pasaría...-

Acercó la navaja a mi rostro sin lastimarme aún.

-¿Sigues queriendo no decir nada?- pregunta en un murmullo.

-No lo haré - digo firme, pasando la lengua por mi labio abierto y reseco.

-...ese día me dejó en paz. Pero al otro volvió, y al día siguiente a ese y al siguiente. Mi pequeño cuerpo cada vez tenía mas hematomas y mi labio había sangrado incontables veces. Al quinto día entró nuevamente pero con la navaja ya en su mano...-

ContrarrelojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora