68.

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Lucca.

Despierto de la manera más hermosa, su cabeza en mi pecho, sus piernas enredadas con las mías y su brazo abrazando mi abdomen. Su respiración era lenta, estaba profundamente dormida, por lo que me dediqué a mirarla como un maldito loco, un loco afortunado de despertar a su lado. Desde que dormimos juntos las pesadillas se han ido, mis demonios se han calmado teniéndola a mi lado. No he vuelto a despertar en la noche, gritando y sudando. Gracias a ella.

No hemos hecho nada en todo este tiempo, y estaba bien con eso. Lo que sentía por ella iba más allá del sexo, esa era mi última preocupación con la hermosa chica a mi lado. Si tiene que pasar, pasará en el momento adecuado, de lo que si estoy seguro es de que haré ese momento el más especial para ella, he notado que a pesar de ser una mujer muy segura de si misma le han hecho pasar malos momentos en su intimidad.

¿Cómo lo he notado?

La sorpresa cuando hago algo tan simple como voltear cuando va a cambiarse de ropa, o abrazarla sin tocar lo que no debo en el camino, cuando mientras nos besamos trato de no ponerla incómoda en ningún sentido, o cuando la beso con delicadeza.

Ella no ha sido valorada y mucho menor tratada como lo merece.

Ella es mucho para los idiotas que ha tenido. Es demasiado, no puedo evitar preguntarme como pudieron tratarla de manera diferente en el pasado, con lo que ella significa. Del único que no desconfío en ese ámbito es de Zack, sé que él jamás la trataría de esa manera.

Me tiene jodidamente loco, su sonrisa, sus ojos brillantes, su risa, la manera que tiene de besarme y llevarme al cielo. Como acaricia el cabello de mi nuca cuando besa mis labios con lentitud, amo que acaricie mi cabello. Es jodidamente relajante la suavidad con la que lo hace.

Se remueve abrazándose más a mi, sonrío, me encanta. Simplemente ella me fascina.

-Me pones nerviosa- murmura con voz ronca.

-Es que...- suspiro cuando pone sus lindos ojos en mi-...eres tan hermosa.

Sonríe y se sube a horcajadas sobre mi, nuestra confianza llegaba a un punto sorprendente. A ambos nos cuesta mucho confiar en las personas, pero lo nuestro había podido con ello sin problemas, a tal punto que ella, siendo tan fuerte a los ojos de todos, sabía que podía llorar en mis brazos, que solo trataría de hacerla sentir mejor siempre, haría todo lo que estuviera en mis manos por hacerla la mujer más feliz del mundo. Yo, que soy un cubo de hielo con todo el puto mundo, muero por sus besos y me deshago en sus brazos. Si, ella podía contra todos mis demonios y yo lucharía con los suyos, yo arrasaría con ellos.

Su respiración golpea mi cuello cuando se recuesta sobre mi, escondiendo su rostro en el espacio entre mi cuello y mi hombro. Acaricio su cabello con suavidad, beso su cabeza, logrando que suelte un suspiro.

-Buenos días, cielo- murmuro.

-¿Te he dicho que tu voz mañanera es extremadamente sexy?- besa mi pecho.

Suelto una risa.

-En realidad, has dicho que...- me corta.

-Que tu voz en general es sexy, lo sé- ríe- Pero es que...- se sienta sobre mi repasándome con la mirada, mientras muerde su labio inferior-Todo tu ser es sexy.

-¿Así?- alzo una ceja picaramente, jugando con ella.

-Oh, claro que si- se acerca a mis labios para tomar mi labio inferior entre sus dientes tirándolo suavemente, de manera sexy.

Gruño levemente cuando emociones que trato de evitar recorren mi cuerpo. Lucho contra mi propio cuerpo para que no se caliente al tenerla así.

Ella sonríe maliciosamente y se remueve "de manera inconsiciente" sobre mi.

ContrarrelojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora