Hanna.
No pude dejar de pensar ni siquiera un segundo en las palabras de Alex respecto a James, pese a que no mencioné de quién se trataba. Mi corazón no tiene amnesia, él si tiene claro lo que siente pero...
¿Cómo se supone qué actúe si ni siquiera conozco la situación?
Mi corazón grita una cosa, me la demuestra cada vez que puede pero me confunde el hecho de que sea tan aplastante, de que se exprese tan libremente, que sea yo misma quien me retiene. Mi cerebro amnésico peleando con mi claro corazón.
Pero de los dos, solo uno sabe lo que pasa, solo uno recuerda y tiene certeza de todo.
La puerta se abre sacándome de mis pensamientos y arrancándome un suspiro al verlo entrar, me brinda una sonrisa que termina con las dudas en mi cabeza, con cada interrogante en ella.
-Hola Hann- saluda quitándose su chaqueta y dejándola en el sofá cercano para luego subir las mangas de su camisa hasta los codos, viene vestido semi-formal lo cual me extraña porque no recuerdo que ese fuera su estilo habitual. Aunque le queda de maravilla, su rostro tiene un leve tinte de molestia que oculta cuando se acerca a mi, dispuesto a comenzar con los estímulos diarios a mi cerebro.
-Hola Jay- murmuro aún embelesada por él.
-Bien- deja la libreta en la cama y se acerca-Permiso-dice antes de acariciar mi cabeza con suavidad y cuidado, justo sobre la zona que ha cuidado todo este tiempo- ¿Duele?- pregunta bajo.
Niego mientras no puedo dejar de verlo, por mucho que intente mis ojos se niegan a dejar de contemplarlo. Es increíble que me parezca tan hipnotizante.
-Eso es genial Hanny- sonríe y mi vista cae en sus labios, siendo demasiado consciente de su cercanía.
Se encuentra a unos centímetros, concentrado en su tarea de aliviar mis malestares y curar mi estado.
Sigue haciendo masajes en mi cabeza profesionalmente siendo ajeno a lo que está causando en mi. Su aroma me marea, su calor corporal me pone a imaginar cosas que no debería, mis manos pican por tocarlo mientras mis ojos se niegan a abandonarlo.
¿Por qué te me haces tan jodidamente irresistible, James?
Dios, es una locura.
Claramente no se espera que haga algún movimiento, por eso lo sorprende que alce mi rostro de manera que su nariz roza la mía, su aliento golpea mis labios aumentando el deseo de besarlo.
Deseo mucho hacerlo.
-¿Qué haces Hann?- susurra mirando alternadamente mis ojos y mis labios pero sin apartarse, sus manos deteniendo sus caricias en mi cabeza.
-No lo sé- me acomodo en la cama sin alejarme ni un centímetro de él, subo mis manos a su cabeza, enterrando mis dedos en sus hebras, acariciando sus cabellos y haciendo que suspire cerrando sus ojos por un momento- Pero siento que no puedo evitarlo, no puedo resistirme un segundo más.
Seguramente cree que he perdido la cabeza.
Abre sus ojos para continuar con su inspección alternada entre mis orbes y mis labios. Lo he dejado sin habla, su respiración acelerada es lo único que sale de él.
-No deberías hacer esto-susurra mientras siento su cuerpo tensarse, al parecer conteniéndose.
-¿Lo he hecho antes?- susurro sin dejar de acariciarlo, perdida en el café de sus ojos- Sólo dime la verdad.
Moría por saberlo, porque no es normal todo lo que causa sin un detonante que haya hecho salir a la luz todo lo que he guardado por años.
Asiente despacio luego de un rato, como si se debatiera entre decirme la verdad o negarlo pese a que su cuerpo grita una afirmación.
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Contrarreloj
RandomAlex es sinónimo de peligro. ¿Su vida? Una carrera contrarreloj contra la propia muerte. Ella es la reina y pondrá a sus pies a quien se lo proponga. Así tenga que poner el mundo a arder. Carreras contrarreloj con la vida. Victorias por montones. ¿P...