83.

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Alex.

Le coloco el cinturón agradeciendo el hecho de haber llegado en el momento justo y maldiciendo a mi padre por hacer esto. Ky no dice nada, no ha hablado, sólo me observa en silencio. Me monto en el asiento del conductor, tomando el volante con más fuerza de la necesaria, es que no puede ser que se empeñe en joderle la vida, es un niño de diez años que jamás ha contado con él ni le ha pedido una mierda. Su pequeña mano se posa sobre la mía, calmándome cuando me encuentro con sus ojos azules.

Está bien Alex, él está bien. Llegaste a tiempo.

-Lo siento- susurra.

Me acerco como puedo y lo abrazo, sintiéndolo para entender que está aquí conmigo, que está bien.

-No debes demostrarle nada cariño, tú no tienes que hacer nada de lo que diga- murmuro contra su cabello.

-Quiero ser como tú- susurra- Lograste pasarlo.

Me alejo tomando su rostro.

-No cariño, tú eres y serás mucho mejor que yo. Pasar ese circuito no me enorgullece, me alegra tanto haber llegado antes de que apretaras el gatillo- beso su cabeza.

-Dijo que si pasaba el 60% demostraría que soy su hijo, y tú siempre estás luchando para que me acepte, para que deje de negarme. Yo quería ayudarte para que ya no tuvieras que preocuparte por eso. Para ser tu hermano completamente- explica y me duele que se sienta de esa manera.

-Pequeño, no necesito que él te acepté para que seas mi hermano, no necesito su aprobación ni nada que tenga que ver con él. Eres mi hermano, no hay ni habrá nunca nada que me haga cambiar de opinión- lo miro a los ojos- Nunca- repito.

-¿Enserio?- pregunta y beso sus mejillas.

-Enserio hermanito- él sonríe llenando mi corazón- Pero tienes que prometerme algo- asiente- No quiero que jamás vuelvas a tomar un arma- hablo seriamente.

-Lo prometo- sonríe y le devuelvo la sonrisa.

-¿Quieres ir por un helado?- él asiente sonriente.

Llegué a tiempo, no me perdonaría que papá lo lastimara, de la manera que sea.

(...)

-Quiero aprender a hacerlo- murmura cuando vamos de camino a casa.

-¿Hacer qué?- pregunto rogando que no sea lo que creo.

-Eso, todo lo que tú sabes hacer- habla con entusiasmo.

-Disfruta tu niñez cariño, no es necesario- mantengo la vista al frente.

-Prometo no hacer nada ni lastimar a nadie. Me portaré bien, sólo quiero saberlo como Matt y tú- toma mi mano y lo miro cuando el semáforo se pone en rojo- Por favor- hace un puchero.

Suspiro al confirmar que es mi debilidad.

-Lo pensaré- esa simple respuesta lo mantiene con una sonrisa por el resto del camino.

No quiero que sea un soldado, no quiero que tenga mis problemas. Pero también sé que debe saber defenderse, el mundo es una mierda y saber un par de cosas no será malo.

Bajamos y corre a la puerta cuando nota el auto de mamá afuera. Abre la puerta encontrándose con su sonrisa.

-¿Dónde está mi guapo pelinegro favorito?- mamá abre sus brazos recibiendo a mi hermano, llenando su rostro de besos.

-Hola ma- sonríe llamándola como mis amigos.

Mamá se derrite cada vez que le dice así.

-Te traje unos regalos- señala el sofá donde las bolsas lo esperan- También para tus amigas- le había comentado lo de la pijamada.

ContrarrelojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora