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Alex.

Una exposición de arte había sido la fachada esta vez, cada cuadro hacía referencia a un cargamento de droga, creían que éramos tan idiotas como la jodida policía de Londres como para no darnos cuenta de que lo que ellos llamaban "Gioconda contemporánea" o nombres tan ridículos como esos ocultaban cargamentos de droga a montones.

Las pinturas eran pura mierda, ellos llamaban con sus nombres a la basura que ocultaban en el edificio.

Desde un gran ángulo observo a los presentes, todos vestidos de gala, pulcros a la vista pero llenos de mierda oculta. Distingo rostros, destaco algunos, todo en mi cabeza mientras aparto de mi plan a la gente que ingenuamente se ha creído este teatro y admira los cuadros falsificados con fascinación.

-Luces fuera- murmuro al intercomunicador cuando encuentro el momento indicado.

De inmediato todo el lugar queda en la oscuridad total llenándose de exclamaciones de sorpresa, mientras bajo sujeta de un arnés por la cintura por el medio del salón desde el techo del lugar.

-El problema se resolverá en unos minutos, mis disculpas-habla el anfitrión sin saber que morirá en cuestión de esos minutos de los que habla.

Los murmullos se esparcen por el lugar mientras soy la unica aquí que puedo ver con claridad gracias a los lentes de contacto infrarrojos, creados por Nick, que llevo puestos.

Bueno, no la única.

Mis dos amigas bajan de la misma forma que yo en distintas zonas estratégicas. Asiento en su dirección dando el inicio de nuestra parte antes de ubicar a los enemigos nuevamente.

Sonrío de lado cuando tengo uno de ellos exactamente a un metro.

Que comience la diversión.

Saco la navaja del cinturón táctico en mi pierna y me acerco con agilidad para pasar la hoja por su garganta, tapando su boca con fuerza par evitar sus exclamaciones y dejando su cuerpo en el suelo sin hacer ruido.

Me divertían mucho estos juegos.

Hanna y Kira hacen lo mismo con cada delincuente aquí, con esos que ya tenían como objetivo personal. Nadie sospecha porque mis chicas y yo somos expertas en sigilo y agilidad, y claro, en acabar con las mierdas.

-La explosión en el lado sur- ordeno en un susurro, pocos segundos después oigo el sonido junto a las expresiones de susto de los presentes.

-Ha sido un inconveniente eléctrico-informa el anfitrión nuevamente mientras me acerco con una sonrisa maliciosa detrás de él- Por favor, salgamos al patio trasero mientras se soluciona el inconveniente.

La gente sale mientras Hanna y Kira alejan los cuerpos de su camino de manera rápida. Yo espero paciente a que no hayan inocentes cerca, me coloco frente a él con la cuenta regresiva en mi cabeza, esa que Nick sigue antes de encender las luces nuevamente.

Sonrío frívolamente cuando me observa frente a él, sus ojos desorbitados por la impresión y el terror.

-Sorpresa- digo con diversión antes de enterrar mi navaja en un lado de su abdomen, en ese lugar estratégico que lo matará lentamente, por el cual se desangrará.

Lleva la mano a su cintura y suelto una risa que le resulta escalofriante por la manera en la que su cuerpo se estremece con temor.

-¿Buscas esto?- coloco la pistola que ni siquiera notó que le arrebaté antes de sonreír- Que lento eres.

Sus ojos recorren el salón, el suelo lleno de sangre que brota de las gargantas de los culpables de que diez chicos de solo 15 años hayan muerto de sobredosis la última semana. Mis chicas detrás de mi, Hann limpia su navaja con chulería mientras que Kira juega con la suya sonriendo de lado.

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