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Alex.

Dos meses.

Ese lapsus de tiempo seguía rondando mi cabeza pese a que había pasado una semana, haciendo que sienta un dolor abrumador en cada rincón de mi cuerpo. Gruño con frustración al no encontrar una solución diferente, tal vez es la saturación del momento o la desesperación que no me deja encontrar otra salida, no quiero pensar aún en que verdaderamente no la hay.

Llevo horas en uno de los campos de entrenamiento, sola, dándole vueltas al asunto, incluso mi cabeza comienza a jugarme en contra y debo luchar contra mis demonios, intentando controlar mis impulsos para no hacer una locura.

Últimamente debo hacer eso muy seguido.

Oigo un coche detenerse fuera, cierro los ojos intentando apaciguarme, intentando ocultar todo lo que está pasando, trabajando en borrar las malas emociones en mis ojos para que no pueda leerme, porque ahora sí está en mi vida la persona que sabe hacerlo.

La puerta se abre y quien espero que entre por ella lo hace, Lucca me mira con el ceño fruncido con preocupación antes de acercarse con Alucca en sus brazos quien ha venido conmigo y salió a su encuentro apenas lo vio entrar. Delante de mi tengo armas de distinto calibre, las cuales no son más que una excusa de lo que estoy haciendo por si alguien venía.

Tal y como ha pasado.

-¿Qué pasa, cielo?- se acerca y me pongo de pie a su encuentro para dejar que me rodee con su brazo libre por la cintura, mi pecho se aprieta mientras le devuelvo el gesto deseando jamás soltarlo- ¿Estás bien?- murmura alejándose para dejar a nuestro cachorro en el suelo y poder tomar mi rostro entre sus manos, evaluándome con sus orbes grisáceos.

Sonrío mintiéndole por primera vez, algo que sólo ayuda a romperme un poco más por dentro.

-Lo estoy guapo- le aseguro con toda la convicción que puedo fingir- Pero jamás me negaré a tus muestras de amor- murmuro divertida dejando un beso en su palma.

Sonríe de lado luego de mirarme fijamente por unos segundos, por como me observan sus ojos luego, sé que no me ha creído en absoluto. De todas maneras lo deja pasar por ahora, no me sacará ni una palabra de todas maneras.

Esta vez no puedo hablarle de ello aunque muera por hacerlo.

-Muy bien- coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja-Pero sé que algo está mal.

Pienso rápido una excusa y me cuesta dejarla salir por tratarse de él. Normalmente soy una buena mentirosa, la manipulación es uno de mis fuertes pero no pudo con él.

Jamás usaría técnicas como esa con él sino fuera para mantenerlo a salvo.

-Sólo intento calmarme, todo lo que ha pasado casi hace que me pierda- hago una mueca apoyándome en su pecho cuando me rodea la cintura desde atrás, viendo a Alucca jugar con una pelota que compramos para él- Estuve a punto de matarlo.

-Nadie te juzgaría si lo hubieses hecho- habla suave, eso que suele hacer para calmarme y que siempre funciona.

Excepto ahora que tengo una soga atada al cuello de la cual él no pude saber.

Nadie me juzgaría, pero tú eres su garantía de vida.

La única razón por la que está vivo es porque tiene una bala con su nombre que usará si lo toco. Y no encuentro otra salida a todo esto, lo cual es desesperante.

-No es el plan-me limito a contestar- Ya llegará el momento.

-Relájate preciosa- besa detrás de mi oreja haciendo que un cosquilleo me recorra- Lo solucionaremos juntos, te lo prometo.

ContrarrelojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora