80.

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Nick

Mi vista borrosa por la rabia, estaba ahí, joder estaba ahí haciendo su vida como si no pasara una jodida mierda. Olvidando que me dejó sin nada, sin la única persona que tenía. Él comenzó otra vida y me dejó hundido en la mierda, esa parte de mi que sale a la luz cada vez que algo me enoja en sobremanera amenaza con salir, mis demonios gritan que tome represalias, que es mi oportunidad para acabarlo. Las venas en mis brazos se marcan por la fuerza que ejerzo al cerrar mis puños, mi sangre hierve, mis ojos no se apartan de esa familia, de esa que pudo ser mi familia si ese maldito cobarde no hubiera huido.

-Tranquilo Nicky- mamá acaricia mi mejilla- Saldrás de esta cariño- sonríe débilmente.

-Saldremos, juntos mamá- intento ser fuerte.

Ella niega lentamente.

-Quiero que vayas haciéndote a la idea de que no saldré de esta mi niño, no tenemos los recursos y tampoco tengo las fuerzas- sus lágrimas me parten- Pero tú tienes que seguir, debes hacerlo por mi. No dejes que el dolor te hunda cariño, porque yo, esté donde esté, te estaré viendo y velando por ti, y quiero verte triunfar como el campeón que eres.

-Nick, hermano, reacciona joder- se desespera Zack.

Las imágenes pasan por mi mente y dejo de oírlos.

-Tenemos un hijo Roger, es tu hijo- llora mamá.

-Eso no se interpondrá en mi felicidad- habla el hombre haciendo sus maletas.

-Prometiste cuidarlo, sabes que tal vez no me quede mucho tiempo- solloza.

-Pero aún estás viva así que hazte responsable- finaliza caminando a la puerta- Y lo siento pero cancelaré las tarjetas, no verás un peso de mi bolsillo. Cuida del bastardo y no se aparezcan nuevamente por mi camino- gruñe antes de irse.

Bastardo. Eso era él que se creía con el derecho de ser feliz luego de haber acabado no solo con una vida, sino con dos.

Tenía solo cinco malditos años, y el muy hijo de puta solo pasó por mi una jodida vez para que fuera a una de sus putas cenas de negocios y lo hiciera quedar como un buen hombre de familia. Lo único que le agradezco a esa escoria fue haber conocido a los chicos en una de sus putas reuniones. Para cuando Alex y su familia entraron en nuestras vidas para ayudarnos, era demasiado tarde y mamá no tenía mucho tiempo de vida.

No lloré, mis amigos fueron mi refugio, no dejaban que nadie se acercara, que nadie viniera a verme con una maldita mirada de lástima. Si, teniamos seis años, pero nuestro sentido protector estaba a mil, llevaba un año siendo entrenado por Marco cuando mamá falleció, nuestro concepto de familia y equipo había nacido y ellos no dejaron que nadie se acercara.

Sobre todo la niña más fuerte que había conocido en mi corta vida, que con la edad que tenía ya parecía un maldito soldado.

Alex.

Ella posee los mismos demonios que yo, ella me entiende a la perfección. Sabe que hacer, como hacerlo y cuando, porque ella lucha con los suyos cada día. Ambos llevamos esa marca, ese demonio que nos consume, que nos hace actuar sin medir consecuencias, que nos vuelve fríos, calculadores y despiadados.

Mi respiración se agita, y mis pies caminan solos, solo puedo verlo a él, imaginando muchas maneras de arrancarle la maldita cabeza, perdiéndome, dejandome llevar por la bestia que nace en mi.

-Deja que el niño se vaya- gruño al llegar a su lado. Me observa con el ceño fruncido y cuando ve que soy la puta copia suya se tensa- No creo que quieras que vea lo que tengo en mente para ti.

ContrarrelojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora