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Alex.

Me sentía frágil, como si la mínima brisa fuera a derrumbarme sin mucho esfuerzo.

Y detestaba ese sentimiento.

Mi cabeza era un torbellino de malos pensamientos, mi pecho de malas emociones y todo mi cuerpo de la maldad que me caracterizaba en momentos como este.

Mis demonios aclamaban desesperados por la cabeza de ese italiano hijo de puta.

Creí que los días lejos menguarían mi dolor, estar lejos me ayudaría a no lastimar mientras me descargo. Pero no, cada día que pasaba el nudo en mi pecho se apretaba tanto que me impedía respirar, sobre todo en las noches, cuando los recuerdos llegaban como balas a mi cabeza, hiriendo incluso más que ellas.

Había elegido afrontar esto sola, porque sé bien que soy inestable en este estado.

Todo lo sucedido fue demasiado para mi y lo es aún ahora, luego de que han pasado no sé cuantos días, no soy consciente del tempo que llevo aquí. Sólo sé que no estoy lista para volver, o mejor dicho, lo estoy pero sería un peligro para todos los que me rodean.

La herida en mi pierna punza cuando me muevo demasiado pero la ignoro completamente, es solo una molestia comparado con todo lo que estoy sintiendo desde hace días. Mi tolerancia al dolor hace maravillas en este momento, haciendo que esa herida, que está vendada esperando su sanación por completo, no interceda con el esfuerzo físico que necesito hacer para calmar la fiera que llevo dentro.

Zack, en cambio, duele cada vez que lo pienso, duele tanto que pensarlo hace que esté cerca de derrumbarme. Mi tolerancia no sirve con esa punzada en mi pecho, nada lo calma por lo que trato de no sobrepensarlo porque solo hace que me consuma, en el dolor, en el pesar, la tristeza, el enojo...

Toda una maraña de sentimientos negativos.

Los problemas y consecuencias de lo que hizo están pesando ahora, sé todo lo que me espera al volver, estoy consciente de que tengo mucho que resolver y no pienso huir de ello. Pero para poder hacerlo necesito volver a mi eje, pensar con la cabeza fría para no cometer una locura, para no apresurarme y mandar al carajo todo lo que hemos hecho en este tiempo.

El timbre del departamento en donde me encuentro suena sacándome de mis pensamientos, me acerco con un humor de mierda que se evapora cuando abro la puerta, sin esperar lo que encuentro del otro lado. Automáticamente todo mi enojo, mi mal humor y mi indiferencia se desmorna cuando veo sus ojos azules grisáceos mirarme con alivio. Mi máscara de indiferencia cae a mis pies rompiéndose con solo verlo.

Me encontró, ni siquiera sé como, pero lo hizo.

Se apresura a llegar a mi para abrazarme con fuerza, un abrazo que me reconstruye. Su olor, su tacto, su calor, todo hace que mis ojos se empañen y me aferre a su cuello empezando a sollozar soltando todo lo retenido en estos largos días lejos.

No sabía que lo necesitaba tanto hasta ahora que siento que mi dolor disminuye un poco entre sus brazos.

-Estoy aquí cielo- besa mi cabeza- Estoy contigo.

Su voz hace que solloce, me deja llorar, me deja sacar todo lo que llevo dentro, todo aquello que amenaza con aplastarme y que solo sale de esta manera con él. Solo con Lucca puedo permitirme ser débil, solo con él puedo mostrar lo rota que estoy porque sé que pondría el pecho para recibir todas las consecuencias por mi. Porque estoy completamente segura de que mantendría cada pieza en su lugar, evitando que me desmorone.

Me toma en brazos y se adentra al departamento que Axel me dio cuando llamé ese día que tanto dolor cargaba, no dudó un segundo en ayudarme y brindarme un lugar que nadie conociera para que pudiera estar sola y lidiar con mi dolor. Incluso consiguió un neutralizador para que no me encontraran por el chip en mi cuerpo, no me ha dejado sola en ningún momento. Pasa cada día a apoyarme, me trae comida e incluso me ha obligado a descargar dolor con él en el box. Ha hecho todo lo posible para que me encuentre de la mejor manera que pueda en una situación como esta.

ContrarrelojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora