Capítulo 5: Si, Mégane

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Peter y yo abrimos los ojos hasta más no poder

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Peter y yo abrimos los ojos hasta más no poder. ¿Qué diablos había dicho? ¡Estaba loca la maldita! Yo no iba a desenterrar muertos, ni loca. Eso no estaba muy bien.

Okay, me atraparon. Sería muy mala, hasta desgraciada, pero cuando se trata de muertos y esas cosas soy demasiado pendeja. ¡No podía evitarlo! No podía ni siquiera ver películas de terror sola como le encantaba a Mégane. Siempre que dormíamos una en casa de la loca le tomaba con ver películas raras en medio de la noche y luego matarme de un susto.

—¡Estás loca, prima! —le dije exasperada—. No podemos desenterrar a tus papás.

—Sí podemos —dijo ella mirando ambas tumbas y luego mirándonos a ambos—. Quiero hacerlo y si ustedes no me ayudan lo haré yo sola.

—Por favor, Még —comienzo a decir Peter—, si lo haces te pueden meter a la cárcel.

—Pues hagámoslo cuando nadie nos vea —dijo tan emocionada como a una niña que le van a comprar un dulce—. En la noche.

—Okay —respondió él. ¿Qué? No, NO—. Pero hoy no, lo haremos mañana en la noche, cariño.

—No me digas cariño —dijo ella secándose las lágrimas pero con eso se embarró más el maquillaje pareciendo un mapache.

—Tú me botaste.

—¿Y qué esperabas? —le gritó ella acercándose a él—. Tengo la sangre Pasquarelli en mis venas, si no te gusta muérete.

—¿Cómo tus padres? —le preguntó él molesto—. ¡Quítamela de encima, Cath! —me gritó Peter tratando de zafarse.

—No puedo, la risa no me deja —respondí aún grabando y riendo.

Vi que Mégane se levantó de encima de él con un pedazo de su pelo en las manos. ¡No creí que serías capaz de hacerle eso a tu amorcito, Méggie! Me aguanté la risa y tuve que agarrarme el vientre para que dejara de dolerme un poco pues la risa me tenía loca. Nunca había visto cosa semejante.

—Y esto —dijo agachándose y poniéndoselo en las manos—, será un recuerdo de que no te tienes que meter con mis padres muertos. ¡Si están vivos o no es mi puto problema! —le gritó y él se sobresaltó—. ¿Entendiste?

Peter asintió asustado.

—Bien —dijo ella cruzándose de brazos—. Ahora volvamos, me llevarás a mi casa que tengo que ir a la iglesia.

—Sí, Mégane —dijo él y se levantó con algo de dificultad y se sacudió la tierra de la ropa.

Los miré a ambos con una tremenda cara de confusión. Eso debía de ser una broma.

—Esperen, esperen, esperen —dije rápidamente deteniéndolos a ambos—. ¿Es así tan fácil? ¿Matas a golpes a Peter, volvieron porque TÚ lo decidiste y luego vas a la iglesia?

—Sí —respondieron ambos.

—Ah —exclamé—. Bueno... ¡Yo también voy! —dije dando un saltito.

Caminamos los tres —conmigo en el medio— hacia la casa de Mégane. Allá dentro nos encontramos a Simón pero extrañamente éste no dijo nada así que Peter se queda abajo hablando con Simón mientras Még y yo nos vestíamos para la iglesia.

Ja, ni crean que sólo iríamos a la iglesia.

—¿Qué haces? —me preguntó Mégane al ver que yo me había puesto unas sexys medias negras con encaje arriba debajo del vestido. Le pasé unas a ella.

—Ni creas que en serio quiero ir. Luego de la iglesia iremos a beber.

—No, Cath —me dijo—. Por favor, no hagas que me condene más.

—Querida Mégane —dije poniendo una mano sobre su hombro—, tu pase para el infierno tiene ya hasta la fecha, al igual que el mío.

Ella suspiró y se sentó en la cama. Yo me senté a su lado tomándole la mano.

—En serio quiero ser buena —dijo ella mirando para abajo—. Quiero ser la diferencia en esta familia, no quiero que me pase lo mismo que a mis padres.

De uno de sus ojos salía una lágrima. ¡Maldición! ¿Por qué siempre debía de ser tan tierna? Nadie en esta familia era normal así que Mégane y yo no seríamos la excepción pero mejor le seguía el juego un rato.

—De acuerdo —cedí—. Pero ponte las medias —dije pasándoselas.

—Está bien —dijo con una sonrisa.

Se puso las medias para luego ponerse los zapatos y bajamos. Simón continuaba callado. ¿Qué rayos estaba pasando? Bueno, se lo sacaría después.

Peter se levantó y los tres salimos. Al parecer, Simón le había prestado el auto a Peter para que vayamos a la iglesia así que él subió de conductor, Még de copiloto y yo atrás.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora