•Lu•
¡Iba a tener sexo!
Al fin, luego de cuatro meses, fui capaz de dejar que Matteo volviera a acercarse de esa manera tan sensual que lo hace siempre y me besara con la brutalidad que lo hace identificar. Yo lo tomé del pelo, que lo tenía largo y muy suave, acercándolo más a mí a pesar del impedimento de nuestro hijo no nacido.
—Joder, Lu —comenzó a decirme con desesperación. Escuché a una de las sirvientas exclamar y abrí uno de mis ojos, con lo que la vi salir corriendo.
—¿Qué sucede, joder? —le pregunté intentando levantarme. Quería sexo, pero no quería que las sirvientas nos estuvieran observando.
—Tu vientre ya me está incomodando —repsondió y me ayudó a levantar—. Espero que sea más cómodo acostados, o no sé. Joder...
Volvió a atacar mis labios y yo dejé escapar un gemido. Antes de que siquiera pudiera darme cuenta, ya estaba subiendo las escaleras con Matteo delante de mí. El bebé me dio una pequeña patada y yo fruncí el ceño. ¿Acaso me estaba advirtiendo que no hiciera nada? Porque, realmente, no estaba pensando con la cabeza. Tenía seis meses sin tener a Matteo dentro de mí que ya estaba loca. Y a la mierda el embarazo, yo quería a mi esposo.
Llegamos al segundo piso y prácticamente me arrastró hasta la habitación. Cerró la puerta con tal furia que mi hijo y yo nos sobresaltamos. Al pensar en eso, me sentí algo enferma. O sea, iba a ser un trío, Matteo, yo y nuestro hijo.
Raro...
Mi esposo me tomó de la cintura suavemente y me sonrió de manera malévola. Mi corazón comenzó a latir con rapidez y él se acercó tan lento a mi boca que yo misma tuve que tomar su rostro y besarlo con fuerza, con pasión. Estaba desesperada, no era que yo fuese una mujer muy fogosa o pervertida, pero era bastante tentación tener un esposo tan dotado físicamente, tan tierno y tan malévolo a la vez y no poder hacer nada con él sólo por cuidar al bebé.
Sí, sabía que realmente no le podría hacer daño, pero mi embarazo era delicado y Matteo no sabía que estuve a punto de tener un aborto natural, por lo que yo estaba guardando más precauciones de las normales. Además de que era bastante incómodo tener sexo con una panza tan enorme. ¿Se imaginan? Y lo peor de todo, que no me sacaba de la cabeza el hecho de que el bebé podía estar escuchando todo lo que Matteo y yo estábamos haciendo.
Era como si estuviera pervirtiendo a mi querido bebé antes de tiempo, al que esperaba que fuera normal y que tuviera una buena vida. Tenía esperanza de ello y yo planeaba mandarlo a estudiar al mejor colegio del país para asegurarme de aquello. De ninguna forma iba a permitir que mi hijo saliera como todas las personas de la familia de su padre. Claro que no, sobre mi cadáver.
Las manos de Matteo comenzaron a viajar por mi espalda con delicadeza, lo que me resultó algo extraño pues hace un rato se notaba bastante agitado. Yo lo estaba. Así que, sin una pizca de delicadeza, le quité la camiseta que tenía y la lancé a alguna parte de la habitación sin importarme su destino. Mi esposo soltó una risa que fue ahogada por mis besos y entonces él por fin decidió tomar parte salvaje en esto.
Bueno, los detalles los guardo, pero de que estuvo excelente, lo estuvo. Matteo si que sabía complacer a una mujer, con un enorme vientre de por medio y todo. Fue muy paciente y cuando se desesperaba sólo lo hacía más interesante y exquisito.
Lo amo.
Luego de aquella hora de amarnos, nos quedamos acostados uno al lado del otro, abrazados y desnudos. Matteo acariciaba mi vientre con delicadeza y el bebé le respondía con pequeñas patadas de vez en cuando y eran más fuertes cuando le hablaba de manera tierna, cosa que me llenaba de felicidad. Hace años atrás nunca me hubiera imaginado en esta posición: Matteo y yo casados, con una maravillosa hija y esperando un nene que será hermoso. La vida me había tratado mejor de lo que tal vez merecía y estaba agradecida por ello.
—Amor... —comencé a decirle a mi esposo con la vista clavada en mi enorme vientre de montaña, como él le decía—. ¿Cuándo crees que debamos decirle a Még?
—Cuando llegue —me respondió mirándome por unos instantes y luego mirando otra vez mi vientre y acariciándolo con delicadeza. Y eso, extrañamente, me exitaba.
—¿Estás seguro? —pregunté con una ceja levantada y él siguió con las caricias mientras asentía—. ¿Y cómo se lo diremos?
—Hey, Mégane, despídete de tu jodida familia y de tu novio pervertido, que nos mudamos. Pero si no quieres, puedes rentarte un departamento y vivir allí —me respondió y yo puse los ojos en blanco.
—Que tacto para hablar —dije comenzando a frustrarme.
Matteo y yo queríamos mudarnos, ya no queríamos vivir al lado de toda la familia, por el simple hecho de que nos sentíamos dependientes de los señores Pasquarelli. Matteo había conseguido un trabajo al otro lado de la ciudad, pero no queríamos abandonar a nuestra pequeña. Sólo estábamos juntos desde hace tres años y ella podría escaparse de un momento a otro con su novio, aunque ella decía que la única forma de irse a vivir con él era casándose.
Y ella, como toda Pasquarelli, temía al matrimonio.
Yo no entendía aquella fobia tan extraña. El matrimonio era algo maravilloso, era la promesa eterna de que estarías para siempre con la persona amada. ¿No era el sueño de toda pareja? A no ser que Mégane no amara al chico. Y eso, que era ella la que había comenzado a decir que no tendrías que tener pareja si no pensabas tener un futuro con ella. ¿O era un indicio de que terminaría con él? Tenían muy poco tiempo juntos, así que eso era poco probable.
—No quiero que nos deje —susurré sintiendo un nudo en la garganta. En serio no quería dejar a mi hija tan pronto, pero yo también tenía una vida.
—Ella nos seguirá, eso tenlo por seguro —me aseguró yo me miró por unos segundos antes de plantar un ligero beso en mis labios.
—¿Cómo puedes estar tan seguro? Toda su vida está aquí —le recordé y él me dio una de sus sonrisas malévolas.
—Tengo una pequeña estrategia.
—¿Cuál?
—Terror psicológico.
—¡Matteo!
—Es una muy buena estrategia, mi amor —me dijo y volvió a besarme—. Pero ahora no pienses en eso. ¿Qué tal si me das un poquito de amor morboso?
Su cara fue tan malévola que sólo me resté a seguirle el juego.
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Querida Mégane/Querida Jessy
FanfictionHistoria de Mégane Pasquarelli y Jessy Lí. Continuación de la trilogía "Niña Mal". Cuarta y Quinta temporada de Niña Mal. •ADAPTADAS• La famosa familia Pasquarelli ha tenido desde siempre descendientes problemáticos y extraños, pero Mégane quiere s...