Historia de Mégane Pasquarelli y Jessy Lí.
Continuación de la trilogía "Niña Mal".
Cuarta y Quinta temporada de Niña Mal.
•ADAPTADAS•
La famosa familia Pasquarelli ha tenido desde siempre descendientes problemáticos y extraños, pero Mégane quiere s...
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•Jessy•
—Me voy a morir —dije con un suspiro cansado, sin estar sorprendida realmente.
—No digas eso. No pasará —me dijo Peter y casi me reí. Si él hubiese sabido el peso de sus palabras, tal vez no hubiera hablado.
—Es cierto, no voy a morir. Me van a matar —solté y me dejé caer en el sofá de mi habitación.
Peter rió y luego se sentó a mi lado, acariciando mi pelo. Me acurruqué en el sofá, añorando estar con mi padre para que me protegiera de la tormenta que se avecinaba o al menos para no salir tan lastimada de ella. Estaba segura de que me quedaba poco tiempo antes de que Mégane se diera cuenta de lo que pasaba y quisiera tomar venganza. O tal vez hubiera madurado y tomaría todo con calma, aunque lo dudaba.
—Hablaré con ella —me dijo Peter pero yo negué con la cabeza.
—Sería un suicidio —le advertí dando un suspiro. Yo apreciaba mucho a Peter. No quería que mi prima acabara con él, ya lo intentó una vez y es probable que quiera volver a intentarlo.
—Vamos, sólo fue por la emoción —me dijo y yo puse los ojos en blanco—. De seguro ya está calmada. Mégane es una chica madura.
—¿Tú crees? —le pregunté. En todo este tiempo la había visto muy pocas veces, así que no sabía con exactitud si había madurado o no.
—Pues claro —me respondió—. Sólo tengo que hablar calmadamente con ella. De seguro ya está calmada.
—Prefiero evitar riesgos —le dije cuando sentí que iba a levantarse. Lo tomé por la camisa y lo miré a los ojos—. Por favor...
—Es necesario —me dijo con ojos brillantes.
Para mí no lo era. Mégane había cerrado la historia hace bastante tiempo. El hecho de ver otra vez a su amor platónico podía bien hacerla caer otra vez y yo no quería eso. Sería mucho más fácil mantener a ambos alejados mientras ella estuviera en el país. De todos modos, se marcharía luego de la presentación y no tendría que volver a verlo.
—Deja las cosas cómo están —le pedí, sintiéndome impotente—. Si con esto le haces daño...
—No pasará —me aseguró sonriente e intentó irse, pero no lo dejé—. Jessica...
—James —le dije y él sonrió tiernamente.
—De acuerdo —dijo en un suspiro—. No voy a hablar con ella —sonreí, satisfecha—. O al menos por ahora. Esperaré a que se calmen las aguas.
—Eso debes hacer —le advertí y lo halé haciendo que cayera sobre la cama.
Teníamos que ensayar algunas escenas de la obra, por eso estaba en mi departamento. En sólo dos días actuaríamos en una obra que quizá sería nuestro boleto al mundo de la actuación.
