Capítulo 33: Peores que Itzitery y Lí

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Su corazón latía rápidamente, aún no podía creerse lo que estaba sucediendo; Mégane estaba pegada como un chicle a él y quería que se fueran juntos y él le ha dicho que no

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Su corazón latía rápidamente, aún no podía creerse lo que estaba sucediendo; Mégane estaba pegada como un chicle a él y quería que se fueran juntos y él le ha dicho que no. ¿Cómo fue capaz de hacer tremenda estupidez? Él la amaba y ella estaba dispuesta a irse con él. ¿Por qué no la dejaba estar con él?

La chica levantó la mirada sorprendida y lo miró a los ojos con sus iris totalmente oscuros. Pareciera que iba a estallar en llanto y se alejó de él lentamente. Él tenía ganas de detenerla, de decirle que sí, que quería que estuvieran juntos. Pero algo se lo impedía. ¿Qué? No lo sabía, de lo único que estaba seguro era de que la amaba y que no podría vivir sin ella.

—Mégane —susurró cuando la observó despegarse lentamente de él—. Mi amor...

—No, Peter —dijo ella secándose las pocas lágrimas que le quedaban—. No quieres que vaya contigo. Está bien...

—Mégane... —dijo él intentando acercárse pero ella se alejó—. No hagas esto, Még.

—¿Hacer qué? —preguntó la chica y él la observó detenidamente—. ¡TE DIJE QUE QUERÍA IRME CONTIGO Y ME DIJISTE QUE NO!

La cara de la muchacha se puso roja rápidamente y no podía respirar bien pues su corazón latía rápido y su respiración era igual. Le dolía mucho el pecho, pero no era un dolor físico. Era un dolor evanescente que se concentraba en lo más dentro de su ser.

Sus ojos parecían que retenían muchas lágrimas y se las secaba rápidamente antes de que pudieran expandirse más. Sentía un hueco en su corazón y tenía tremendas ganas de lanzarse sobre él y abrazarlo con fuerza, de rogarle para que la deje irse con él. Pero ella no era Itzitery, no se arrodillaría ni le rogaría; sino quería estar con ella que se fuera.

—Amor... —comenzó a decir Peter y Mégane se las arreglaba para poder verlo a los ojos—. Perdóname...

—No quiero que nos separemos —dije ella—. Te amo demasiado para dejarte ir. Pero si tú no me quieres...

—No te quiero —dice él—. Eres una niña inmadura, bipolar, extraña, sádica y sin control. ¿Cómo iba a quererte?

La chica estuvo a punto de soltar un sollozo cuando el muchacho se acercó a ella y la abrazó.

Ambos se abrazaron fuertemente sin necesidad de decir absolutamente nada. Tan sólo necesitaban estar el uno al lado del otro. Peter la estrechó más entre sus brazos y le besó la cabeza.

Mégane volvió a alejarse de él lentamente y lo miró a los ojos. Sus bellos ojos castaños...

—Peter...

—A ver... —escucharon una voz inconfundible y ambos voltearon.

—Itzitery... —dicen ambos jóvenes mirando a la mujer frente a ellos.

—Pasaba por aquí —dice ella. Observa a los muchachos y luego a la mujer—. Y ésta... ¿Quién es?

—Ésta —comienza a decir algo enfadada la mujer—. Es la madre de Peter.

—No importa —dice la alocada mujer y sonríe mirando a los enamorados—. Joder, chicos, ustedes son peores que Lí y yo cuando éramos jóvenes.

Ambos, Peter y Mégane, ponen los ojos como platos y se preguntan de donde ha salido la mujer que está frente a ellos riñéndolos por torpes.

—Lí y yo no disfrutamos tanto de nuestra felicidad porque fuimos muy estúpidos y cometimos muchos errores. Ustedes tienen menos tiempo que nosotros juntos y ya nos ganaron en estupideces.

—Itzitery... —dice Mégane asustada y alejándose más de Peter—. ¿Desde cuando lo sabes?

—Desde que hace unos meses. O sea, desde que comenzaron a salir. Era totalmente obvio que ambos se traían algo, o al menos para mí lo era.

—¿No dirás nada? —pregunta Peter.

—Claro que no —dice Itzitery con una sonrisa macabra que los hace dudar—. Soy una mujer a la que le gustan los dramas, será genial cuando el propio Matteo o Simón los encuentren en pleno acto.

Todos quedan en un profundo silencio. No le creían del todo a Itzitery, algo se traía entre manos.

—Creo que si en serio se aman deberían de estar juntos.

—Tienes razón —dice Peter y mira a Mégane—. Pero no quiero alejarte de tu familia.

—Pues, quédate —le dice ella.

—El que ama hace sacrificios —dice Itzitery y el corazón de Peter late rápidamente.

—Pero yo... —dice y se acerca más a la chica—. Claro que te amo, pero nos pueden descubrir.

—Bueno —dice Mégane recuperando su inconfundible ánimo—, disfrutemos mientras dure.

Ambos se funden en un dulce y pausado beso. Ella es la primera en alejarse.

—Pero —dice ella aún cerca de los labios del chico—, tienes que ayudarme con algo hoy.

—Lo que quieras —le dice Peter con una sonrisa y ella le muerde el labio inferior.

La chica tan sólo le guiña el ojo dejándolo algo confundido por lo ocurrido.

Ambos caminaban bajo la luna despacio y de vez en cuando se daban ligeros besos. Él estaba bastante nervioso por lo que estaba pasando pero ella le decía que todo iba a salir bien, que no se preocupara por nada pues ella tenía todo controlado. Hasta cierto punto eso era cierto.

Los otros dos chicos detrás de ellos los siguieron con unas enormes bolsas en sus manos. Ellos también estaban nerviosos. Alex aún se debatía entre salir corriendo y acusarla o seguir a su lado y esperar a que los encarcelen a todos.

Llegaron hasta en frente de la iglesia y los cuatro se detuvieron esperando la señal de Catherine y Jasson que estaban esperando en la camioneta pues vigilaban el camino por si alguien se acercaba. Ambos estaba con su pequeño hijo que al final le pusieron Andrew Missey.

—¿Y si nos atrapan? —pregunta Jasson.

—¿Nos? —pregunta Cath—. Son ellos los que van a poner en llamas la iglesia, no nosotros.

—¿Y nuestra excusa por estar aquí?

—Vinimos a rezar con nuestro bebé —dice ella tomando los pequeños brazos del bebé y poniéndolos como si fuera a rezar.

Mientras, los demás seguían palpando el camino hacia la iglesia con sumo cuidado de no hacer ruido.

—Aquí es —dice Mégane excitada por lo que está a punto de hacer—. Bueno, saquen la gasolina y llenen todo; paredes, ventanas, césped... ¡TODO!

Tyler comienza su trabajo pero Peter y Alex se lo piensan mejor, no serían capaz de hacer semejante cosa y tenían miedo de que los escuchen.

—Por Dios... ¿No me escucharon? A TRABAJAR.

—Mégane —comienza a decir Alex—, esto está muy mal. Dios no te va a perdonar por esto que estás a punto de hacer.

—El chico tiene razón, Még —dice Peter.

—Cobardes —dice Mégane.

Se acerca a su novio para darle un zape en la cabeza y luego va hacia las bolsas para tomar uno de los botes de gasolina. Corrió hasta Tyler para ayudarle.

—¡ALTO! —escucharon que les gritaron—. Es la policía.

Querida Mégane/Querida JessyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora